Gaby Pérez Islas
Tanátologa
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Tenemos grandes expectativas acerca de nuestras mamás, estamos acostumbrados a escuchar que una madre debe de ser sacrificio, entrega e incondicionalidad. Siempre esperamos demasiado de ellas.
La relación madre – hija o hijo es sin duda la que mayor culpa, enojo e intensidad provoca.
Al crecer los hijos sienten el poder de la libertad, se emancipan y algunos deciden sacar a sus madres de sus vidas. Decisión que no puede tomarse sin una alta dosis de remordimiento y desasosiego.
- Hijos que hacen su vida como si sus mamás hubieran muerto.
- Hijos que no las incluyen en sus noticias, vidas ni eventos.
- Hijos desapegados que no llaman nunca, que nunca las ven o tienen un detalle con ellas.
- Hijos que crecen enojados y hacen del enojo su escudo y protección.
El caso en la vida es ser el hijo que tú te mereces ser, no el hijo que tu mamá se merece.
Fórmulas de determinismo social.
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- ¿La lejanía complica el duelo?
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- ¿Ser una mala madre también se paga en vida?
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Madres que eligen vivir siempre en la victimización para no vivir con la aceptación de las consecuencias de sus actos.