fbpx
2024-12-22 00:31:46

Entendiendo las heridas de la infancia

¿Se han preguntado qué tanto pueden llegar a afectar las heridas de nuestras infancias? Pues mucho de nuestro comportamiento como adulto refleja lo que nos pasó como niños. Escuchen para saber todo al respecto.

agosto 18, 2014

 

Aura Medina De Wit
Psicoterapeuta, instructora de meditación y autora de los libros: «¿Amor o codependencia? » y «Lo que ellos dicen de ellas”.
Consulta a nuestro especialista

Los estados heridos afectan nuestra percepción de la realidad.
• Hay aspectos emocionales que son totalmente infantiles (provienen de esa etapa de la vida), y son los que conocemos como “el niño, la niña interior”.
• Nuestra visión del presente, (percepciones, sentimientos y pensamientos) es controlada por heridas y huecos emocionales experimentados durante nuestra infancia.

Algunos ejemplos de distorsión de la realidad desde nuestros aspectos infantiles:
• Subimos a las personas en pedestales y les atribuimos cualidades que nuestra parte infantil anhela encontrar.
• Vemos, escuchamos y sentimos cosas que de hecho, no son reales.
• No percibimos cosas que sí están ahí, que son reales.
• Proyectamos en el futuro cosas que suponemos que pasarán.
• Olvidamos cosas o eventos (bloqueamos episodios de nuestro pasado)
• Nos confundimos.
• Nos desconectamos cuando algo nos resulta estresante de alguna forma.
• Escuchamos voces que nos dicen qué hacer, cómo actuar, y que nos critican constantemente.

Estados de trance en nuestros niños heridos:
• Desconfianza.
• Vergüenza.
• Miedo y colapso.
• Rechazo y abandono.

Entendiendo nuestros estados heridos y como afectan nuestra percepción de la realidad
• La regresión a la infancia
a) Hay en cada uno de nosotros aspectos emocionales que son totalmente infantiles y estos son los que conocemos como “el niño, la niña interior”. Estos aspectos pueden estar escondidos debajo de capas y capas de compensación, por ejemplo, si tenemos mucho miedo a ser violentados, pero nos volvemos personas violentas para compensar ese terror de nuestra parte infantil.
• Mistificación, trance y herida
(Mistificar: Cambiar o alterar una cosa para que deje de ser verdadera o auténtica. Falsear.)
a) Es muy importante entender acerca de la forma en que nuestra parte infantil ve la vida, como si la estuviera viendo a través de filtros oscuros, cargados de negatividades, de fantasías, de una visión totalmente irreal, lo que hacemos es distorsionar la forma en que vemos la vida y es lo que conocemos como ”mistificación”.
b) Entender acerca de la mistificación y el trance nos da una habilidad mucho más profunda para penetrar en la conciencia de nuestra “parte infantil”. Stephen Wolinsky. “Trances people live”.
c) Esa forma de alterar la realidad, de percibirla de forma distorsionada es lo que nos incapacita para experimentar la realidad tal como es. Lo que necesitamos darnos cuenta es que nuestra visión del presente, (percepciones, sentimientos y pensamientos) están siendo controladas por heridas y huecos emocionales experimentados durante nuestra infancia.

• Explorando nuestras áreas heridas:
La mayoría vivimos en sufrimiento y este es generalmente causado por nuestra parte infantil y su forma distorsionada de ver la realidad, y esto es literalmente como si entráramos en trance. Muy posiblemente gran parte de nuestro sufrimiento actual proviene de los trances de nuestra parte infantil herida. Estos trances se activan cuando algo en nuestra vida actual (un amante que se aleja, nos corren de un trabajo que nos gusta, el jefe se enoja, etc. etc.,) toca alguna herida escondida.

En ese momento no somos capaces de distinguir la situación actual de la pasada: el novio nos deja y sentimos un dolor muy fuerte, sentimos que no podemos vivir sin esa persona. Este evento posiblemente detonó alguna situación de abandono de infancia y el profundo dolor de entonces.
Cuando entramos en trance, podemos decir que estamos siendo tomados y controlados por la parte infantil emocional que es altamente reactiva, es como un animalito aterrado, lastimado, que busca como protegerse.

Estados en trance de nuestros niños heridos
• Desconfianza. Sentimiento central en cada uno de nosotros. Acostumbrados a ser lastimados, a que nos mientan, que abusen de nosotros, que nos invaliden, simplemente no creemos que pueda haber alguien que nos trate de manera diferente. Sospechamos de todos. Creemos que el mundo es un lugar hostil, sin amor y sin apoyo. Nos lleva a aislarnos y vivir en a la defensiva y estamos seguros que lo que más tememos, es lo que pasará.
• Vergüenza. En este trance, sentimos que no somos suficientes, que hay cosas terriblemente mal en nosotros, que estamos “mal hechos”. Nos aterra la crítica, retroalimentación, cualquier comentario puede causar que nos sintamos que no valemos, que nada de lo que hacemos vale la pena, que nuestra energía se colapse. La vergüenza nace de la pérdida de contacto con nuestras cualidades esenciales y como resultado perdemos la confianza en lo que sentimos, pensamos, hacemos. Esto nos lleva a auto exigirnos en demasía, a vivir intentando complacer a los demás, a una vida sin mucho auto respeto ni dignidad. Y en este estado caemos fácilmente en conductas adictivas que nos ayuden a aligerar el dolor de esta vergüenza.
• Miedo y colapso. Cuando somos niños, cualquier forma de presión, invasión de límites, críticas, mensajes ambivalentes, amenazas, violencia o incertidumbre provoca un profundo miedo que se congela en el sistema nervioso, colapsando nuestra energía. “Nuestro sistema nervioso está diseñado para responder a la invasión o a la amenaza peleando o huyendo, pero como niños no podemos hacer ninguna de estas cosas.

En su lugar, el sistema nervioso se congeló y nuestra conciencia se desasoció. (Peter A Levine, Waking the Tiger).

Hoy, como adultos, ese miedo congelado vive en nosotros de forma latente y se presenta como agitación, ansiedad, inquietud, irritabilidad, agresividad, insomnio, acciones o pensamientos compulsivos. Cuando se activa, causa adormecimiento, disociación, lagunas mentales, confusión, inhabilidad para expresarse, para sentir, para moverse. Este miedo o colapso puede causar
a. Dificultades para sentir, para permitir intimidad y cercanía
b. Dificultad en ser asertivos, en expresar en enojo de forma sana o en establecer límites
c. Disfunciones sexuales de todo tipo
d. Comportamientos adictivos
e. Ansiedad crónica

agosto 18, 2014