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El Factor Figueroa: Las cincuentonas

¿Se imaginan llegar al medio siglo? Ese momento mágico cuando desaparecen el tono muscular y el brillo del pelo, y aparecen más arrugas, lunares y celulitis.

enero 14, 2015

Martha Figueroa en moi

Por Martha Figueroa
Tw. @MarthaFigueroax 

Si me notan muy emocionada, no crean que es por el 2015. No. Es porque éste año cumpliré 49 años y después ¡50!

Hay mujeres que creen que a partir de los cuarenta altos ya vas de bajada, pero yo opino otra cosa. Siento que llegar a los 50 es como volver a empezar ¿no? A mí me divierte, por ejemplo, imaginar que todas mis amigas tendrán nuevas identidades, porque ya se han operado tanto (como el “Señor de los cielos”) que algunas ya ni se parecen.

¿Qué onda con el nuevo culto desesperado a la eterna juventud? Sepan que ser una mujer madura, una veterana, tiene muchas cosas a favor. Por ejemplo, hacer lo que te de la gana, convertirte casi en una sabia de la vida y, si eres de las que se han marchitado con gracia, hasta te buscan para hacer comerciales de pañales o de cremas para las varices. Yo ya estoy en ésas.

El otro día me tocó chequeo de los 48, con el ginecólogo. Bueno, pensé que estaba embarazada o algo porque no saben la panza que me brotó, un paño asqueroso (no se sabía muy bien si era mancha, bigote o qué), me salieron unos pelos rarísimos –quisiera especificar pero mi novio, seguro va a leer esto y debo conservar mi ‘halo’ de misterio- y no saben el dolor de bubis, ésas que están más abajo cada año (sí, cualquier día despierto y ya las voy a tener en las rodillas). El diagnóstico fue que voy derechito a la menopausia. ¡No, yo no, por favor! Es que es una desgracia.

Se te quitan las ganas de tener sexo, te da un dolor de cabeza y sientes que es un derrame, se te olvida todo, ves borroso, te suenas fuerte y sufres una hemorragia y, lo más peligroso, te entran unas ganas locas de operarte los pómulos, las bolsas o los párpados (¡o las tres cosas! Lo que es el combo ‘lifting’).

Desde luego la guapura tiene que ver más con la actitud que con los años, pero hay cosas de las que no te salvas.
Personalmente, ya me estoy preparando física y psicológicamente para cuando cumpla 50, porque es una etapa de intensa actividad recreacional.

Según mis investigaciones –basadas en la observación de cientos de mujeres- tendré que ser súper organizada para hacer todo lo que hago ahorita, más: buscarme un novio joven (o un amante, según), hacer altruismo, tomar café –desacafeinado, light, deslactosado- con el cura de la Iglesia, buscar en internet cómo funciona lo de inyectarte tu propia sangre centrifugada, asistir a muchos velorios y salir todas las noches (si no ¿dónde voy a ligarme al novio joven?). Eso es a lo que yo le llamo ple-ni-tud. Aquí pregunto ¿entre los lectores hay algún experto en moda que me asesore? Es que cada vez que veo a mis contemporáneas, dudo: ¿neta, a los cuaren…cincuenta se usan las ombligueras y los jeans untados?

Siempre soñé “voy a festejar los 50 en España, guapísima, entera, realizada, súper independiente, mega emprendedora…”, pero, ya no lo veo tan claro. Todo lo anterior. En ése orden.
Además, la última vez que me quise hacer la ‘autosuficiente’ y viajé sola, terminé con un violador en potencia en la India y antes, acabé llorando como loca en Sevilla víctima de un episodio hormonal sin precedentes.

Los cálculos arrojaban que mi hijo ya estaría recorriendo mundo y yo con una gran cuenta bancaria lista para ser despilfarrada. Pues no. El chamaco sigue en la Universidad y muy instalado en casa. Así que todavía no tendré que lidiar con mi “nido vacío”… (¡qué nido vacío ni que ocho cuartos! Este niño no se va de aquí antes de los 30) y los ahorros servirán para patrocinar a un futuro ‘Dj’ (que cualquier día se escapa a Ibiza y me deja girando en un tacón. O mejor dicho, en un zapatito flat, flexi con suela de goma.

Más bien, lo más extremo que se me ocurre para mi futuro inmediato es algo loquísimo, descabellado e irreverente… ¡quiero un hombre que me mantenga y que tome todas las decisiones! Es que hacerte la liberada durante 30 años cansa mucho.

Me visualizo como una cincuentona clásica. O sea, no me veo fumando mariguana para parecer moderna o tomando clases de tubo porque dicen los psicólogos que así se puede reavivar la pasión con tu pareja (para eso están los ‘tables’ y Dios en la casa de todos). Aunque, debo confesar que a mí la desinhibición sexual me llegó apenas. Ya cuando ves –y sientes- que vas rumbo a la los ‘años dorados’ (jajaja, perdón, me rio de nervios), te vale y pides en la cama lo que se te antoja. Con las pompas en el suelo o la luz prendida, no importa.

Lo único que no supero son las canas. Me infarto cada vez que me veo una cana: directamente, y sin pensarlo ni tantito, me las arranco. Todas las mañanas tengo sesión salvaje de “prefiero tener 3 pelos, pero bien pigmentados”.
A mí, lo digo aquí y en China, no me importa la edad, pero me preocupa el tema hormonal. Ya compré a una tienda on line súper discreta un aparato que me va a salvar cuando llegue el momento. Mide como 22 centímetros y hay hasta de colores. Lo pedí sin pilas, porque, no sé, siento que tú manualmente coges mejor el ritmo y eso…

¡Compré un abanico para los bochornos! Soy tan visionaria.

enero 14, 2015