Mario Guerra
Tanatólogo
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Para los que sienten que dan, dan y nunca reciben nada a cambio: ¿Se puede ser realmente feliz cuando uno lo da todo, incluso hasta quedarse sin nada o transformarse en algo que no se es, mientras que otro sólo dice “quiero”, “necesito”, “dame” y aun así no acaba por estar satisfecho? ¿Será que al final de la vida acabarás dándolo todo a alguien que ni con eso será feliz o eres quien todo lo pide sin dar nada a cambio? Basados en un viejo cuento infantil que se desarrolla entre un árbol y un niño, “El árbol generoso” (Shel Silverstein, 1964)
¿Cuál es la historia?
- “El árbol generoso” es un cuento infantil escrito en 1964 por Shel Silverstein.
- Es la relación entre un niño, que va creciendo, y un árbol.
- El niño y el árbol son amigos, el árbol le da al niño sombra, diversión, sus frutos y hojas. El niño ama al árbol, pero empieza a pedir más y más al árbol mientras crece.
- Le pide dinero, el árbol le da manzanas para que las venda. Le pide una casa, el árbol le da sus ramas. Le pide un bote, el árbol le permite cortar su tronco para eso. Al final, el niño se ha vuelto un anciano solo y triste, y regresa al lugar del árbol donde sólo queda el tocón que dejó luego de cortarlo. El anciano está cansado y lo que queda del árbol le permite sentarse a descansar.
- El niño, vuelto hombre y luego anciano, nunca fue feliz, no tenía tiempo para el árbol y siempre volvía por más y más de lo que él quería y decía que necesitaba.
- El árbol sólo quería la compañía de ese niño y eso era lo que ese niño no le daba, pues cada vez que le pedía algo se lo llevaba y dejaba al árbol sólo.
¿Encuentras parecido a esta historia con tu propia vida? ¿Eres más como el niño desenfrenado, que siempre tiene necesidades y pide y pide sin pensar en el otro?.
- Nos sentimos merecedores de recibir, sólo por ser nosotros y sólo por necesitar o querer algo. Pedimos y recibimos sin darnos cuenta de cómo otro se sacrifica por vernos felices. Trágicamente, si seguimos pidiendo es que no estamos siendo felices porque seguimos con grandes huecos emocionales que nadie sería jamás capaz de llenar, porque no tienen fondo.
- Al pedir sin dar, estaríamos profanando las bases de una relación recíproca.
¿Te identificas más como el árbol “generoso”, que entrega su propia vida a cambio de un poco de compañía ocasional? Desde mi perspectiva es un árbol que “dió demasiado”. ¿Cuántas veces das, te das a tí mismo, porque eso te hace sentir “bueno”, “generoso” o dices que lo haces por amor.
- Dar nos suele hacer sentir bien, pero dar hasta acabar dejando de ser tú mismo transforma el dar en sacrificio y a ti en otra persona.
- ¿Cuántas veces no entregas tus sentimientos, tus expectativas, tu corazón o tu futuro a alguien que sólo tomará lo que de ti necesita y se marchará hasta que vuelve a necesitar otra cosa?
- Si alguien te pide sacrificios, si alguien te pide lo que no tienes, si alguien sólo recibe, nunca da y siempre acaba por marcharse, habrías de plantearte si esa persona realmente te ama o te utiliza como al “árbol generoso” lo utilizó el niño caprichoso o el hombre deprimido.
¿Pero no tiene responsabilidad el que dá por hacerlo por su voluntad?
- Es verdad que al final quien se sacrifica o entrega a otro lo puede hacer por voluntad, con la única expectativa de que el otro sea feliz si ese es su deseo.
- ¿Pero no debería existir empatía y auto regulación en el personaje del niño que fue acabando poco a poco con la vida de su “amigo” con tal de satisfacer sus necesidades y caprichos?
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Bueno, pero si uno da y el otro toma y así son felices
- Quizá un masoquista y un sádico hacen buena pareja, hasta que al último se le pasa la mano y acaba por matar al primero.
- Si nos seguimos sujetando a la historia, el árbol era feliz dando y haciendo feliz al niño. Pero resulta que el niño realmente nunca acabó siendo feliz, entonces quizá al árbol no le interesaba tanto la felicidad del niño como su propia felicidad. Es evidente que al niño la felicidad de árbol le importaba poco, porque él volvía por lo que necesitaba, no a darle al árbol la compañía que alegraba al árbol.
- No, en esta historia el árbol, nos dice el autor, fue feliz y el viejo sólo quería descansar.
¿Entonces no es buena idea dar?
- Nunca diríamos eso. Es bueno dar, pero no es tan bueno tomar sin medida de otros su tiempo, sus recursos y su propia vida sin “reforestarle” al menos el corazón con algo más que un “dame”, “quiero”, “necesito”.
- A menos que seas un bebé indefenso.
Una relación como la del niño y el árbol podría definirse como una relación codependiente.
- Los codependientes son adictos afectivos que dependen de otros para vivir, buscan gratificación en los otros como los adictos a la droga (como el niño). Son personas que sienten un gran temor al abandono, necesitan aferrarse a otros incluso cuando la compañía les cause dolor (como el árbol).
- No habría nada de malo en amar a una persona y querer dar o hacer cualquier cosa por ella, siempre que ese “dar” o “hacer” no afecte la identidad, los principios o la vida del otro.
¿Qué debo hacer si me identifico con partes de esta historia?
- Si te identificas como el niño
- Es probable que el orígen de tu necesidad eternamente insatisfecha tenga raíces en tu infancia. Busca trabajar con tus heridas del pasado.
- Debes buscar proveerte a ti mismo de lo que necesitas, estar más presente ante tus propios pensamientos, sentimientos y dejar de demandar de otro lo que necesitas para ti.
- Busca confiar en algo más grande, en un mentor, en algo espiritual quizá.
- Aprecia y agradece lo que tienes, deja de lamentarte de lo que sientes que te falta (dinero, compañía, etc) porque mientras más te quejes, más sentirás que necesitas y así nada te rinde.
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Si te sientes más como el árbol
- Quizá creciste bajo un modelo de amor condicional que dice “no puedo ser amado por quien soy, debo buscar ser amado por lo que doy”.
- Esta creencia te hace recibir una y otra vez al que te roba tu vida y darle más y más, con la esperanza de que un día cambie y se quede para siempre.
- No es fácil salir de esto, porque dejar la conducta codependiente causa una pérdida y esta un proceso de duelo.
- Busca revincularte contigo mismo para que ese dar y recibir primero forma un circuito virtuoso en ti y hacia ti mismo.
- En ambos casos, si estás en la trampa de una relación codependiente, siempre es buena idea buscar ayuda, tanto individual de la mano de algún buen terapeuta, como grupal, con alguna propuesta colectiva que sane esas viejas heridas y roturas.
- Aquel que te ama no siempre te dará lo que quieres, sino lo que realmente necesitas, así sea una lección de vida.
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