Alejandro Rosas
Historiador
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El libro es de Alejandro Rosas y Sandra Molina (investigadora), explica cada detalle y desmitifica historias falsas desde la Independencia de México de 1810 hasta la Revolución Mexicana de 1910.
1. Hay dos símbolos patrios que seguimos venerando y que fueron encargo de dos grandes villanos de la Historia.
La bandera: Iturbide
El Himno: Santa Anna
2. ¿Son verdaderos los restos de los niños héroes o fue un fraude óseo?
El mito. Unas semanas después de la visita del presidente estadounidense, Harry S. Truman a la ciudad de México (marzo de 1847), y de su declaración frente al monumento a los niños héroes “Un siglo de rencillas se borra con un minuto de silencio”, que abrió las heridas de la sociedad mexicana, se dio a conocer una noticia que ocupó las primeras planas de los diarios.
– Durante unas excavaciones al pie del cerro de Chapultepec se encontraron seis restos óseos que el gobierno anunció eran de los niños héroes. Los restos fueron autentificados por varios historiadores y por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
– Nadie se atrevió a contradecir la “verdad histórica”, avalada por el presidente Miguel Alemán, con un decreto donde declaró que aquellos restos pertenecían indudablemente a los niños héroes.
– En 1952 se inauguró su nuevo monumento –conocido hoy como el altar a la patria- y ahí fueron depositados los niños héroes, donde se encuentran hasta nuestros días.
La realidad. Los restos óseos que se encuentran en el altar de la Patria, no son los de los niños héroes.
– Aquel 13 de septiembre de 1847, cuando el ejército invasor asaltó el Castillo de Chapultepec, murieron más de 900 soldados, incluidos desde luego, los seis famosos cadetes.
– Se tiene documentado dónde cayeron muertos cada uno de los cadetes. Incluso, se sabe que Agustín Melgar murió días después, pero fue tal la cantidad de muertos regados en las laderas del cerro y en el castillo, que era imposible que alguien reuniera nada más a los 6 niños héroes y les dieran cristiana sepultura juntos.
– Los partes militares norteamericanos refieren que luego de la toma del Castillo, se recogieron los cadáveres de ambos bandos y fueron incinerados para evitar una posible epidemia.
– Los restos encontrados un siglo después (1947), seguramente son de combatientes de la batalla pero era imposible que fueran los niños héroes.
3. La mamitis de un presidente fue la culpable de la guerra de Reforma.
Ignacio Comonfort se dejó convencer por su madre de que actuaba mal y que debía desconocer la Constitución que él mismo había jurado.
4. ¿Juárez puso en riesgo la soberanía nacional?
Sí, con el tratado McLane-Ocampo
5. ¿Maximiliano y Carlota se amaron?
– Ella sí, él no; él hizo todo lo posible para romperle el corazón.
– El archiduque sabía que Carlota era una de las mujeres más ricas del mundo— y él se encontraba en problemas financieros por la eterna construcción de su castillo de Miramar y otras deudas adquiridas con anterioridad.
6. ¿Porfirio Díaz fue un buen presidente, o un terrible dictador?
Sin duda un dictador, y por eso cayó.
7. Existió o no el famoso telegrama de Porfirio Díaz que decía «Mátalos en caliente»?
No, nadie lo vio nunca y sin embargo se cumplió la orden.
8. La terrible epidemia de cólera morbus de 1833 ¿fue un Castigo Divino? ¿quién tuvo la culpa?
Se dijo que los españoles, la iglesia azuzó a la población diciendo que era castigo del cielo contra el gobierno
9. ¿Es cierto que algunos liberales mexicanos, durante la invasión norteamericana de 1847, le ofrecieron al general Scott que se quedara a gobernar México como rey?
– Si, se lo ofrecieron en un hecho que se llamó el Brindis del desierto.
– Es un gran ejemplo de cómo nuestros gobernantes, cuando hay problema, se ponen al servicio del enemigo.
– Este banquete se hizo en honor de los invasores, en el Desierto de los Leones, el 29 de enero de 1848, encabezados por el Gral. Scott
10. ¿Cuál fue el gran escándalo de la segunda mitad del siglo XIX en cuanto a los espectáculos?
– El Can-can, con su llegada a México en 1869.
– El Can-cán había incursionado en la ópera exitosamente en 1858, dentro de la obra Orfeo en los infiernos de Offenbach, pero ya se conocía en París desde la década de 1830, donde era uno de los espectáculos de la clase trabajadora.
– Irrumpió en México, con una fuerza y un furor que no se recordaba en otros tiempos.
Lo que opinaba la crítica
– Para los críticos refinados el Can-cán era tan sólo entretenimiento, no arte; y un entretenimiento vulgar, que sacaba los instintos más primitivos del público, ya que el Can-cán comenzó a presentarse en todo tipo de teatros, desde el Nacional hasta en los llamados jacales, que eran carpas improvisadas en lugares públicos.
– Los críticos se referían al apocalíptico baile como “exhibición de pantorrillas más o menos postizas”, cuyos “brincos desenfrenados, contorsiones lascivas y provocadoras” alimentaban los ojos del entusiasmado público. El cancán era capaz “de sacar los colores a la cara de una estatua de mármol”.
