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Me estoy pareciendo a mi mamá

Muchas mujeres de niñas buscan ser como sus madres o parecerse a ellas. Llega la adolescencia y las cosas empiezan a cambiar; entonces quieren parecerse a ellas lo menos posible. ¿Se puede escapar de esto? Hoy te lo decimos.

mayo 5, 2015

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Mario Guerra
Terapeuta
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Empieza la adultez y ya han desarrollado un estilo propio, pero al empezar una relación, o al ir madurando dentro de ella, muchas mujeres, de manera inconsciente y sin proponérselo, empiezan a adoptar conductas, estilos y hasta gestos que suelen ser muy similares a los de sus propias madres.

¿A qué nos referimos con “parecerte a tu mamá?

Aspecto

• Con el tiempo tendemos a parecernos más a nuestros ascendientes, especialmente con el que teníamos más identificación en la infancia.
• Esto porque, al envejecer, se acentúan ciertos rasgos que vamos reconociendo como los que tenían nuestros padres en la edad que hoy tenemos.
• Comportamiento.
• Modos de resolver conflictos, ciertas palabras, actitudes hacia los hijos y la pareja, formas de ordenar ciertas cosas, etc.
• Gestos.
• Miradas, sonrisa, gestos de desagrado, etc.

¿Pero esto no es culpa de la genética?

• De niños: En gran parte sí, pero otra parte muy importante se debe a la socialización que hemos tenido con nuestra familia.
• Incluso niñas adoptadas aprenden conductas de sus madres adoptivas.
• Estamos programados para aprender y desarrollarnos a través de la interacción con los demás.
De niños, esta interacción se da principalmente con padres y hermanos.
• Incluso queremos parecernos a los padres o hermanos mayores al imitarlos, ponernos su ropa o jugar que somos ellos o tenemos sus roles.

Crecemos y cambiamos

• Al crecer buscamos tener nuestra propia identidad y queremos dejar de parecernos a nuestros padres para conseguirlo.
• Al incrementar nuestra socialización, vamos siendo moldeados por otras relaciones (abuelos, maestros, compañeros, amigos, otros parientes, novios, etc.)
• Los modelos observados en los medios de comunicación también influyen, aunque en menor medida.
• Nuestro sentido del Yo se modifica con la socialización, nuestro cerebro aprende nuevos patrones y nuestra forma de relacionarnos cambia.

¿Entonces por qué de pronto parece haber un retroceso?

El cerebro: No es un retroceso, sino tomar caminos conocidos.

• Aprender: El Dr. Daniel Siegel, quien es médico psiquiatra y profesor en el Centro para la cultura, cerebro y desarrollo de la UCLA, dice que nuestro cerebro va formando patrones de conducta a lo largo de la vida.
• Establecer: Que los patrones más conocidos o importantes van haciendo “caminos” o “rutas” como las que se hacen cuando caminamos a través de la maleza una y otra vez.
• Reconocer: Al crecer somos capaces de tomar “rutas alternativas”, pero cuando estamos estresados, angustiados, con las emociones desbordadas o ante cambios importantes en la vida (como cuando la mujer se vuelve madre o muere la suya propia), tendemos a tomar el camino más conocido o despejado, es decir, nuestros patrones de conducta más arraigados desde la infancia.

La mente: Pero además del cerebro, la mente influye.

• La Dra. Nancy Chodorow, socióloga y psicoanalista de EEUU, en su libro “The reproduction of mothering” (considerado por la revista Contemporary Sociology como uno de los 10 libros más influyentes en los últimos 25 años) dice que:
• Las mujeres tienen una doble tarea muy complicada con relación a su desarrollo:
• Separarse e identificarse con su propia madre al mismo tiempo.
• Mirar con más objetividad los rasgos más idealizados y cambiar la relación con aquellos que se rechazan intensamente. (La madre ni tan buena, ni tan mala).
• Que las madres ven a sus hijas como el reflejo de sí mismas y esto crea un “linaje” en donde las hijas tienden a buscar una conexión e identificación con su madre.
• De hecho esto hace que las mujeres tengan una gran capacidad de conectarse unas con otras, a diferencia de los hombres que, si lo hicieran, se sentirían “menos masculinos”.

¿Cómo puede perjudicar esto en la relación de pareja?

• Desequilibrio emocional por conflictos internos de la mujer entre:
• No ser como su madre.
• Culpa y deslealtad por querer lo anterior.
• Pero enojo consigo misma si no se consigue.
• Un estado de conflicto favorece regresar a los patrones aprendidos de la infancia y se vuelve un círculo vicioso.

La profecía autocumplida: Conscientemente se propone algo pero inconscientemente acaba actuando lo que quería evitar.

“No voy a ser intolerante como mi madre”

• Entonces la mujer se propone actuar conscientemente más tolerante, pero como no lo hace porque lo quiera, sino porque quiere evitar lo contrario, tiende a polarizar su actuar y:
• Acaba por ser muy permisiva.
• Acaba por reventar por permitir tantas cosas y al explotar sentirá que estará actuando de manera intolerante, justo como quería evitarlo.
“A mi no me van a poner el cuerno como a mi mamá”.
• Dependiendo de las razones por las que crea que esto pasó, actuará en sentido inverso, buscando el resultado opuesto.
• Si la madre era persecutora será flexible y desapegada.
• Si era dejada, será ruda e intolerante.
• Si era sumisa será rebelde o agresiva.

El regreso a viejos caminos

• Por ejemplo, si viviste con una madre que gritó y castigó, al momento que tu pareja comete una conducta que dispara tu enojo, entonces tiendes a gritar y castigarlo de alguna manera (dejándole de hablar, siendo pasiva agresiva, ofendiendo, etc).
• Estas reacciones suelen percibirse por tu pareja como hostiles o exageradas y generan una reacción en cadena (tu pareja se defiende).

Entonces estoy condenada a ser como mi madre.

• No necesariamente, pero es inevitable que te parezcas a ella sin ser eso necesariamente una condena.

¿Qué hacer?

Piensa

• Es normal que llegues a actuar como tu madre, pero tú NO eres tu madre.
• Es cambiar la pregunta:
• ¿Por qué me estoy volviendo como mi madre?
Por la de:
• ¿Qué partes de mi madre estoy replicando y cuáles no?
• No eres la pareja de tu padre, la madre de tu pareja ni tus hijas son tú cuando eras niña.
• Deja de querer parecerte a tu madre en lo que sientes que te falta o de evitar parecerte a tu madre en lo que te choca que hace.
• Acepta lo incambiable y trabaja sobre lo que puedes mejorar.
• Evita hacer o dejar de hacer cosas sólo por llevarle la contra a tu mamá.
• Ya vimos que hacer lo opuesto no siempre te va a llevar a un mejor resultado.
• Lo que hagas hazlo porque tú quieres hacerlo.
• Ábrete a la experiencia y desarrolla otras maneras de resolver problemas, educar a tus hijos y relacionarte con una pareja.
• Tu mamá no lo sabe todo y su experiencia no es la tuya.
• Hay cosas que te sirven, pero seguro hay mejores maneras de hacer las cosas, por buenas que hayan sido las que ella hacía.

No eres la pareja de tu padre, la madre de tu pareja ni tus hijos son tú cuando eras niña.

Para saber más:

• Daniel Siegel. The Developing Mind: How Relationships and the Brain Interact to Shape Who We Are. Guilford Press, 2001. Nancy Chodorow. The Reproduction of Mothering: Psychoanalysis and the Sociology of Gender. University of California Press, 1999.

mayo 5, 2015