Escucha el podcast: ¿Sabes distinguir lo que quieres de lo que realmente necesitas?
Responde conforme a la siguiente escala
1= Nunca, 2 = casi nunca, 3 = a veces, 4 = casi siempre, 5 = siempre
1. Si cuando le vas a contar algo a alguien este no te presta la debida atención, te vas, guardas silencio o luego ya no le quieres contar nada.
2. Te parece lógico que si estás muy ocupado, y alguien no está haciendo nada de provecho, esa persona deba ayudarte en el momento en que tú se lo pides.
3. Odias hacer filas, esperar turnos o tolerar gente lenta porque tú tienes necesidades que deben ser atendidas de inmediato.
4. Si sales a cenar, de vacaciones o a divertirte, suele pasar que siempre algo ha de echar a perder el momento y entonces toda la experiencia se arruina.
5. Si alguien que te ayuda y te hace favores un día no puede apoyarte, te sientes ofendido, traicionado y juras que en tu vida le vuelves a pedir nada.
6. Mucha gente te dice que haces berrinches cuando te frustras y tú aseguras que no son berrinches, sino que los demás no te entienden.
7. A tu pareja, familia o amigos les pides las cosas con un “necesito” como “necesito que me escuches”, “necesito que hablemos” o al menos lo actúas de esa forma.
8. Cuando alguien no te da lo que sientes que necesitas piensas que son injustos contigo.
9. Cuando algo no va como tú quieres prefieres irte o abandonar lo que haces.
10. Piensas que si las personas realmente te amaran, deberían hacer lo necesario para que estés bien.
Resultados:
• 50 a 41: No vas a morir en tu cama. A ti te va a dar algo por la cantidad de berrinches y muinas que haces a lo largo de tu vida. Te pones muy mal ante cualquier carencia. Urge que busques ayuda para que tu niño interior se integre a tu vida y no al revés.
• 40 a 31: No pareces distinguir muy bien lo que quieres de lo que necesitas. A veces tienes destellos de racionalidad y te apaciguas, pero más frecuentemente que no piensas que los demás no te entienden por eso son tan insensibles a tus necesidades.
• 30 a 21: Es muy probable que cuando tienes hambre o sueño, por ejemplo, te pongas de malitas y empieces a portarte rudo con los demás cuando no satisfacen tus necesidades. Ten cuidado porque en esta etapa es muy fácil estallar aún y cuando normalmente no lo haces.
• 20 a 10: Felicidades. Parece que distingues muy bien necesidades de deseos, así que si te pones intenso cuando te frustras, quizá es porque has aprendido a obtener cosas a través de la manipulación emocional de otros.
¿Entonces los deseos no importan?
• Sí, pero no deberían importar más que las necesidades y nuestras reacciones ante la carencia de cada uno debería ser muy distinta.
• Lo importante es que aprendamos a distinguir necesidades de deseos, porque ese es un paso importante a desarrollar para una vida balanceada.
• Los deseos se sustentan en las necesidades satisfechas, pero nunca van a convertirse en necesidades.
• Ya que comí, se me puede antojar un postre (que no necesito). Un postre no es una necesidad (a menos que alguna condición médica así lo requiera, pero entonces no es el postre en sí mismo, sino la glucosa que contiene lo que se hace necesario).
¿Por qué confundimos necesidades con deseos?
• De niños, nuestros cuidadores primarios generalmente satisfacen nuestras necesidades, pero por diferentes razones empiezan a satisfacer sus propios deseos a través de satisfacer los nuestros.
• Un bebé necesita comida saludable, pero no es necesario un esterilizador de biberones. Una carriola es útil, pero no necesaria para la vida del bebé, sino conveniente para tu comodidad. Tener vestido y andar abrigado es primordial, pero no necesitas ropa para bebé de Gucci o zapatitos de Prada.
• Un bebé no distingue necesidades de deseos y padres sobreprotectores o narcisistas educan no para satisfacer necesidades, sino para hacer que se cumplan sus deseos, por lo que no enseñan esta importante distinción
• Con tal de que se calle o no haga berrinche le doy lo que me pide.
• Mi hijo tiene derecho a tener siempre lo mejor y yo (y el mundo) se lo vamos a dar.
• En general podríamos decir que es un aspecto inmaduro de tu personalidad.
¿Cuáles son las consecuencias de no distinguir?
• Continuo y progresivo sentimiento de carencia porque siempre algo “te hace falta”.
• El incremento en la intensidad emocional de la carencia percibida refuerza la creencia de necesidad.
• Como siento que me hace falta, lo necesito. Como lo necesito y no lo tengo, tengo que sentir más para obtenerlo.
• Frustración, ansiedad y depresión
• Pensamientos y conductas obsesivas en la búsqueda de aquello que crees que necesitas.
• Sobrecompensación de necesidades como cuando comes o bebes de más o tienes conductas adictivas o compulsivas.
• Relaciones codependientes, al creer que necesitas a una persona para poder vivir.
• Explosiones emocionales desproporcionadas a la carencia objetiva.
• Conductas sociopáticas en donde hay ausencia de empatía e incluso se puede llegar a sacar provecho o abusar de quien genuinamente te ama o quiere ayudar.
¿Qué hacer?
• Primero haz una distinción racional de las diferencias entre deseos y necesidades. Ya te las explicamos hoy.
• Esto es un poco como una adicción, así que trata de ir resistiendo cada vez un poco más la urgencia de obtener aquello que deseas. Trabaja con tu tolerancia para evitar mayor frustración.
• Identifica y evita el pensamiento de blanco/negro o todo/nada. Cuando algo no sale como tú quieres rescata las partes buenas de la experiencia y continúa disfrutando. Tómate unos minutos para esto si es necesario, pero avisa a los demás la razón de tu actitud.
• Prefiere hablar antes de actuar. Si por ejemplo sientes que alguien te ignora, díselo. Un “te quiero pedir que me escuches” o “para mí es muy importante que me hagas caso” es mejor que dejar de hablar, azotar puertas o un “necesito que me escuches”.
Escucha el podcast: ¿Sabes distinguir lo que quieres de lo que realmente necesitas?