El tema de la victimez es algo que detesto y me fascina a la vez. No puedo con la gente que está instalada en un papel en el que no se hace responsable de nada, pero me encanta la idea de lo que hay del otro lado. He ahí el porqué de esta portada.
Siempre he creído que ser la víctima es lo más fácil. Piénsenlo. Nada es tu culpa y todo lo que tienes, y lo que no, es por circunstancias ajenas. Lo peor es que cuando piensas así, le entregas todo tu poder a los demás, a tu entorno, a tu trabajo, a tu ex. ¡Un horror!
Ojo, yo he estado ahí y me he sentido con una autolástima, que buenooo… hasta de llorar enfrente del espejo. Pero de ninguna manera me permití quedarme ahí. Hace muchos años decidí contarme una historia totalmente diferente. Una historia en la que uso todo lo que he vivido a mi favor, y me hago responsable de lo que tengo, de lo que no, de quienes tengo cerca y quienes se han ido.
El tema es que, como bien nos dicen Rebeca Muñoz, Tere Díaz y Mario Guerra, dejar de ser víctimas es de valientes. Implica tomar las riendas, cambiar el rumbo y aceptar que lo que te pasa no es culpa de nadie más que tuya.
Me parece tan empoderador, tan liberador e inspirador vivir así. Imagínense cuánto poder tenemos y lo que podemos lograr si operamos de esa manera, en vez de dejar que la gente haga lo que quiera con nosotros. ¡Ah, claro! Porque cuando te sientes víctima, la gente te trata como una, eh. Si tú te encasillas en ese rol, por supuesto que nadie te va a pedir tu opinión, ¿como pooor? Si tú ya demostraste que eres incapaz de decidir, ¡incapaz! ¿Ven cómo me pongo? Jajaja.
Y otra cosa muy importante que siempre les digo, el dolor ahí está. Nos van a pasar cosas dolorosas en la vida, pero el sufrimiento es opcional. ¿Y quieren una peor? El sufrimiento es adictivo. Pésima combinación, ¿están de acuerdo?
Acuérdense que la actitud que decidan tener ante cualquier situación es di- rectamente proporcional al resultado que van a obtener. Así que, dejen la victimez… ¡pero ya! ¡Buen camino, chiquitos!