fbpx
2024-12-21 23:02:47

Contando historias: Pedro Armendáriz

Les vamos a decir sus secretos, sus amores, sus hijos, sus mitos, sus éxitos y sus pasiones.

noviembre 2, 2020

Sergio Almazán
Periodista y escritor. Autor de libro: “Acuérdate, María”
TW:@salmazan71

Pedro Armendáriz es el icono vigoroso de animal mexicano: fuerza, virilidad extrema, ternura permisible sin debilidad.
Su rostro es la expresión transitoria del indígena y el hacendado, del rural y el caballerango. Institucionaliza el rostro masculino que perdurará en el cine de oro mexicano.
Es la imagen permisiva de la belleza masculina del macho.

1952 nace el hijo pródigo
Los grandes rostros de la industria naciente del cine nacional en los años cuarenta son el centro dinámico del melodrama: género que arraiga, construye y define la identidad sentimental del público mexicano.

En los rostros que retrata Gabriel Figueroa son diálogo con los cielos que inventa para dramatizar y profundizar las emociones que buscan retratar: atributos de belleza femenina, masculinidad prófugo del viril ranchero para ser el macho posguerra.

Ahí está Pedro Armendáriz quien dio un nuevo destino fílmico al ser el protagonista de transición del rostro y el carácter viril de cine nacional en los años 30.

Pedro Armendáriz nació en la ciudad de México el 9 de mayo de 1912 en el recién construido Contra Club en Tlalpan y Churubusco, del que su padre Don Pedro Armendáriz García-Conde –un distribuidor de refacciones para ferrocarriles y su madre la estadounidense Adela Hastings; en un México que parecía comenzar a entrar a la democratización con el gobierno de Francisco I Madero, causa que apoyaba don Pedro, el padre del futuro actor.

Aquel primogénito de la familia Armendáriz Hastings, fue bautizado en agosto de 1912 con el nombre de Pedro Gregorio y los primeros años vivió con extremos cuidados por parte de los padres. Ya que había llegado muy tarde a la vida del matrimonio, don Pedro tenía 52 años cuando fue padre y su esposa 37 por lo que su hijo fue el centro de toda la vida y mimos.

En 1917 cuando el niño Pedro tenía cinco años, debido al conflicto armado revolucionario, la familia abandonó la casa de Tlalpan para instalarse en la calle de Gabino Barrera en la colonia San Rafael, donde dos años más tarde en 1919, nacería el segundo hijo de la familia: Francisco.

En septiembre de 1921, murió don Pedro, por lo que Adela que había nacido en el pueblito fronterizo de Roma, en Texas volvería a la casa paterna y tras contagiarse de tuberculosis, en noviembre de 1921, dos meses después de la muerte de su esposo Pedro, Adela moriría, dejando huérfanos a sus hijos y al cuidado de su abuela materna dos Virginia y el esposo británico Clarence Hastings quienes se hicieron cargo de los dos pequeños nietos.

Laredo: la ciudad que inspira
Con doce años de edad y una orfandad a cuestas, Pedro Gregorio el hijo consentido de la familia Armendáriz Hastings se enfrenta a una ciudad nueva: Laredo junto a sus abuelos maternos y un ambiente totalmente distinto. Una ciudad con mucho carácter y arraigado ambiente rural, donde la figura del vaquero marcaría la vida del futuro actor mexicano.

A los pocos meses de estar en Laredo, un tío materno, don Francisco Armendáriz que vivía en Los Ángeles, California se lleva a Pedro a vivir con él para que continúe en Estados Unidos sus estudios, separándose de su pequeño hermano Paquito.

En 1928 concluyó sus estudios en la Benavides High School e ingresó a la Escuela Politécnica de California para estudiar Periodismo. Aun cuando nunca fue un alumno sobresaliente, si destacaba en deportes y teatro. Donde comenzó su acercamiento con la actuación, ya que antes de dedicarse de forma profesional en California actúo para varias obras escolares como The Bad Men, The Big Show; Moonshine.

Fue ahí en esas puestas en escena donde Pedro Gregorio comenzó a despertar un interés particular por la actuación; hizo ejercicio, seguía con rigor un programa de dieta . Con escasos 16 años de edad Pedro ya tenía formado un cuerpo y un rostro de mirada profunda, ojos verdes y piel marrón, gesto fuerte y sonrisa irónica. Rasgos singulares para el prototipo de vaqueros y wésterns estadounidense.

Con 19 años de edad, Pedro Armendáriz había terminado sus estudios politécnicos en periodismo y comenzaba a sufrir los envites de la carrera profesional, la vida laboral en Estados Unidos. Los diarios norteamericanos no estaban abiertos a colaboradores mexicanos y la prensa chicana estaba muy limitada, casi artesanal. A finales de 1932, Pedro decide volver a México, a la casa de le colonia San Rafael, tanto la ciudad como el propio actor ya eran distintos. Diez años de distancia habían marcado la vida de ambos.

noviembre 2, 2020