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2024-12-21 06:07:30

El perdón no siempre alcanza

Al perdón se le han atribuido toda clase de poderes y pareciera que estos se extienden al punto de que, con solo pronunciar un “te perdono”, todo volverá a la “normalidad”.

noviembre 24, 2020

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
TW: @marioguerra

Al perdón se le han atribuido toda clase de poderes y pareciera que estos se extienden al punto de que, con solo pronunciar un “te perdono”, todo volverá a la “normalidad”.  Pero no suele ser tan fácil. Muchas veces queriendo perdonar no es posible hacerlo o simplemente ni se intenta, porque el otro ha demostrado no ser una persona íntegra. ¿Qué se necesita para perdonar? ¿Por qué decimos que el perdón puede no alcanzar para restablecer una relación?

Pensemos en dos formas del perdón
El perdón que libera.
Este es el que se hace por uno mismo; para ya no andar arrastrando por la vida el resentimiento de aquel que nos lastimó. Se dice que se perdona al otro porque es lo correcto o simplemente porque se desea perdonar.
Es el perdón de “ya te perdoné, pero ya no te quiero volver a ver”.
Este perdón a algunos los hace sentir buenos, nobles o generosos.
El perdón que repara.
Este puede incluir parte del anterior, pero además tiene como finalidad principal reparar un vínculo o relación que ha sido lastimada por una falta.
Este perdón no basta declararlo, sino que requiere tiempo y trabajo por parte de los involucrados para ver si la evidencia nos dice que es posible encontrar la reparación buscada.

¿Entonces cuándo decimos que el perdón no alcanza?
El perdón alcanza para lo que alcanza.
No alcanza cuando usamos el perdón que libera, pero realmente se quiere con él restablecer una  relación.
El que yo me sienta liberado del resentimiento no hace que el otro no pueda volver a lastimarme si así lo quiere.
Suele alcanzar para renunciar a cobrar una deuda moral que otro tiene con nosotros y no andar así cargando números rojos.
Suele alcanzar para empezar a liberarse del dolor de una falta recibida de alguien con quien ya no vamos a tener una relación en el futuro.
Pero no va más allá, porque no necesariamente involucra al otro o algún compromiso para el futuro.  Es una mera declaración personal de intención.

¿Y el otro tipo de perdón?
El perdón que repara.  Al igual que el que libera, ambas formas de perdón son sólo un inicio; una declaración de lo que se quiere, pero no el acto en sí mismo.
El perdón que repara digamos que es una declaración de que se está dispuesto a trabajar para reparar una relación que ha quedado lastimada por una falta o transgresión..
Pero no es lo mismo decir “vamos a hablar” que estar hablando y aún hablar no garantiza que vamos a alcanzar un acuerdo duradero o funcional.
Aún así, sin ese “vamos a hablar”; sin esa disposición, no hay conversación posible.
El perdón entonces es la bandera blanca, una declaración de tregua para sostener conversaciones con otra persona, hacer un análisis de lo que pasó y ver si es posible reparar o restablecer la relación.

¿Qué más se necesita entonces para restablecer una relación?
Por supuesto que necesitamos de entrada al perdón como esa declaración de un deseo de hacer algo para reparar.
Pero lo que realmente dirá si hay un futuro entre ambos es la confianza.
El perdón se otorga, pero la confianza se construye con voluntad y acciones continuadas que sean benevolentes e íntegras hacia la otra persona.

¿Qué es la confianza?
Certeza y esperanza bien fundada.
Fundada en las acciones del otro que son la evidencia de que ahora ya ha decidido no volver a lastimarnos.
O por el contrario; de que, aún habiéndolo asegurado, permite que sus impulsos, y no sus valores, guíen su actuar.
Debemos entender que la confianza no se restablece; se reconstruye.
Bajo nuevas bases, porque la anterior prácticamente está muerta.
Pensemos que antes de la falta teníamos en la persona una confianza afectiva y ahora deberemos desarrollar además una cognitiva.
Confianza afectiva
La que se da por el vínculo emocional que tenemos con una persona. Confiamos porque queremos y queremos confiar. Es un confiar con el corazón.
Confianza cognitiva
Es donde evaluamos la evidencia que tenemos para confiar en el otro y decidimos que podemos confiar.  Es un confiar con la cabeza.
No es que la segunda reemplace a la primera, es que frecuentemente la cognitiva estuvo ausente y hoy deberá ser la base sobre la cual partir para desarrollar una nueva confianza afectiva al paso del tiempo.

¿Cómo se reconstruye la confianza?
Inicialmente con disposición por parte de ambos.
De la persona lastimada.
Perdonar.
Disposición para entrar en una montaña rusa emocional de confianza – desconfianza.
Ver si puede empatar la confianza cognitiva con la emocional.
Hay personas que observando que el otro ha cambiado y no ha vuelto a transgredir la relación, no pueden volver a confiar.
Justo porque falta la confianza afectiva.
Tiempo.
Del que cometió la falta.
Detener la conducta que lastima.
Reconocer su responsabilidad.
Pedir perdón.
Disposición para pasar pruebas y tener total transparencia.
Prometer y cumplir no volver a lastimar de la misma forma.
Tiempo.

¿Pero no es muy elaborado y cansado ver el proceso del perdón de esta manera?
Efectivamente, por eso justo las distintas teorías del perdón nos habla de que lo costoso del proceso de alguna manera hace que sólo las personas dispuestas a no volver a lastimar quieran recorrer todo el camino a pesar de las dificultades y lo complejo que es ganarse una nueva confianza por parte de la persona que se ha lastimado.

Y aún así no hay garantías
Básicamente, aún cuando pase tiempo, pruebas y declaraciones, la otra persona podría volvernos a lastimar si así lo decide; eso es verdad.
Pero el proceso de observar y de ir otorgando la confianza de a poco, de alguna manera hace que, si sucede otra falta, esta no llegue a ser tan grave como la anterior, ya que nos daremos cuenta de que el otro no es capaz de evitar lastimarnos y con las primeras señales podremos poner un límite o un alto a esa relación.
Es decir, puede que sí volvamos a salir machucados, pero no atropellados porque nos quitaremos al primer pisotón.
Entonces sería muy posible y válida una declaración del tipo:
Es verdad que te perdoné, pero al paso del tiempo me di cuenta que no puedo volver a confiar en ti… y no puedo porque:
Me has dado muestras de que no has cambiado.
No me has dado muestras de que eres confiable.
Simplemente algo ha cambiado dentro de mí que me impide volver a confiar en ti a pesar de tu cambio de conducta.

¿No será mejor ya no volver a confiar en nadie y así ya nos quitamos de problemas?
Las relaciones humanas implican cierta vulnerabilidad, pero es la forma en que se desarrollan.
Cerrarte a la confianza como medida preventiva es el camino al aislamiento y la soledad. Es verdad que generalizando la desconfianza es más probable que otro no te lastime, pero te lastimas tú al vivir bajo el lema de que “más vale solo que mal acompañado”, especialmente cuando cualquiera te parece una mala compañía.
Sería mejor aprender a confiar; hacerlo a fuego lento, mirando cómo se comporta una persona en diferentes contextos y ver si las conductas o actitudes del otro se parecen a lo que yo más valoro y aprecio, como la honestidad, la solidaridad o el respeto.
Es mejor aprender a nadar que nunca meterse al agua, porque, aunque la evites, siempre puedes morir de otra cosa y sin haber disfrutado del mar.

noviembre 24, 2020