fbpx
2024-12-22 11:12:50
Cómo-tener-una-mejor-comunicación

¿Cómo tener una mejor comunicación?

Les vamos a dar los mejores tips and tricks sobre como tener una mejor comunicación tanto en la pareja, como en la chamba.

enero 23, 2024

Muchos andan batallando con la comunicación y ni cuenta se dan, por esta razón les vamos a dar unos tips and tricks sobre cómo tener una mejor comunicación.

Les traje a una especialista que les va a dar unos hacks para que puedan hablar mucho mejor tanto en la casa, como en la oficina, los amigos y hasta en la tlapalería. Chequen cómo tener una mejor comunicación y sean unos buenazos a la hora de expresarse.

¿Qué implica comunicarse con los demás?

Es una actividad que parece rutinaria o espontánea, casi como comer o dormir. Sin embargo, en muchas situaciones formales, más estructuradas o menos espontáneas, dudamos acerca de qué estrategias aplicar o de qué tipo de texto producir, o bien sentimos que no dominamos los “rituales” o convenciones sociales que ese acto de tomar la palabra conlleva.

¿Qué significa “comunicar” desde un punto de vista más estricto? 

Como seres humanos, estamos dotados de la capacidad del lenguaje.  No podemos restringir la palabra al mero acto de transmitir información porque “hacemos cosas” con las palabras (ejemplo: prometer, discutir, convencer a alguien, lograr una venta o un ascenso, aprobar una materia, crear un problema o una solución). 

En el mundo de los afectos, a veces ni siquiera hace falta hablar; comunicamos a través de muchos otros medios (porque hay un marco compartido). “Comunicar” se queda corto: nos comunicamos, dialogamos, co-construimos sentido. Cómo colaboramos en el intercambio comunicativo, tendemos a aproximarnos a los demás intentando no romper los lazos sociales.

Para participar activamente de determinados ambientes, es necesario hablar como se espera que hable (o escriba) un miembro de esa comunidad. Como seres sociales, participamos de una variedad de situaciones comunicativas y entramos en contacto con diferentes personas, con las que, entre otras cosas, debemos aplicar estilos de comunicación también diferentes. 

¿Qué es el estilo en el ámbito de la comunicación? 

En comunicación, significa, más bien, carácter, costumbre o uso. A esos diferentes roles que cumplimos en distintos contextos los antiguos estudiosos de la retórica (como Aristóteles) los llamaban “ethos”. Siempre tenemos una imagen social, que negociamos con los demás y que es positiva, y otra faceta negativa, que se escapa de nuestro control. 

Tipos de estilos de comunicación:

  • Formal: una clase, una entrevista de trabajo, una cita de negocios.
  • Informal: conversación con amigos, plática con la pareja, comida familiar: cualquier contexto en que haya cercanía y un alto grado de confianza.
  • Profesional: es formal, pero además el término se aplica a cualquier situación en que hablamos desde nuestra profesión, mostrando nuestro rol, estudios o experiencia en una cierta área y usando términos o conceptos que no todos dominan, así como una variante lingüística más estandarizada o aparentemente neutra.
  • Cotidiano o familiar: recibe este nombre porque se desarrolla en nuestra vida diaria, con gente de confianza, con la que podemos “relajarnos” lingüísticamente y hablar de modo más transparente o descuidado.
  • Serio: más literal, distante, sin dobles sentidos o connotaciones que generen risa; va al grano, guarda las formas, tiene un objetivo “no juguetón”.
  • Humorístico: como el nombre indica, provoca risa o juega con el lenguaje; el humor a veces se usa como un arma para atacar a alguien, si se hace burla de esa persona, pero también es un mecanismo que nos acerca, que crea complicidad.
  • Dialogante: cualquier persona que busca llegar a acuerdos, que escucha a los demás, que incluso reformula su postura para acercarse a la del oponente)
  • Autoritario: lo contrario: es el estilo de quien quiere imponer su propio punto de vista o voluntad a toda costa.

Hay que dominar diferentes estilos según la situación y los interlocutores. Pero adaptarse a cada público no siempre es una habilidad espontánea. Si tengo personal a cargo y no soy capaz de dar indicaciones precisas y claras, y soy una persona autoritaria, seguramente interpretaré que los demás son el problema. No dar indicaciones con claridad ni saber cuándo conviene explicar algo pueden ocasionar graves pérdidas: económicas, de tiempo, en las relaciones laborales. 

¿Qué es la comunicación asertiva?

La pragmática es la disciplina lingüística que estudia cómo usamos la lengua en sociedad o cómo transmitimos significados no siempre literales o directos. A los seres humanos nos fascina hablar con metáforas y dobles sentidos. 

¿Cómo tener una mejor comunicación?

Durante la pandemia, muchos investigadores llamaron la atención sobre el hecho de que no era conveniente referirse a la pandemia (una realidad que nos asustaba porque aún no se conocía bien) con términos de la guerra, y hasta convocaron a la sociedad civil a proponer modos más amables de referirse a ella y de “pensarla”, que no remitieran a la muerte, la desesperación o la desesperanza, ni nos hicieran creer que había vencedores y vencidos. 

Algunos propusieron que, en vez de decir que todos debíamos luchar contra el covid-19 (o ganar la batalla y destruirlo, cosa que aún no pudimos lograr), podrían emplearse términos del fútbol de algún deporte colectivo, pero por algo no prosperaron: somos los hablantes los que, entre todos (y no por obligación), generamos estos cambios.

Podríamos recordar las máximas de la conversación de Paul Grice (un filósofo del lenguaje): piensa en lo que dices en términos de cantidad, calidad, relevancia y modo; en otras palabras, reflexiona sobre cuánta información es necesario aportar en cada situación, e intenta ser pertinente, veraz y claro. Puedes ser un técnico o un experto notable, pero si no eres capaz de hacer llegar tu mensaje sin rodeos ni confusiones, darás la impresión de no ser lo que crees que eres. 

Un médico incapaz de describir un tratamiento con términos sencillos, accesibles, o un arquitecto que habla desde su torre de marfil, que es incapaz de describir un proyecto que tendrá impacto sobre la calidad de vida de toda una colonia, no solo están encerrados en su jerga y en su mundo limitado, profesional, sino que no llegan a persuadir a los demás por su incapacidad de adoptar el estilo y el tono adecuados para hacerse entender.

Tips para hablar con distintas personas 

Con tu jefe

La situación te orientará respecto de los usos y costumbres de la organización en la que entras. Hay diferencias culturales (y rituales) en cuanto al saludo, los modos de exponer información y de argumentar, así como en cuanto a los turnos de palabra. 

Hay culturas empresariales más horizontales, en que la comunicación con los jefes es más fluida o menos jerarquizada. Tendemos a pensar en “el jefe” como hombre: no apliques prejuicios sexistas a tu jefa (cuando sea una mujer). Montolío se pregunta: “¿Escuchamos de la misma manera a una mujer, compañera, clienta o jefa?”. 

Evita referirte a las mujeres con poder como “peleonas” o “mandonas”.

Un/a jefe/a no debería abusar de su autoridad: un verdadero líder debe hacer sentir valioso a todo el mundo, y dirigirse a todos, independientemente de su nivel dentro de la organización, con respeto, consideración y amabilidad. No hay que valerse del desprecio y del desdén para marcar ninguna jerarquía.

En situaciones formales, ante una indicación u orden, si estás en una relación jerárquicamente inferior, pregunta amablemente cuando algo no se comprenda. Recuerda que un superior puede necesitar reforzar sus habilidades comunicativas.

Por ejemplo si tu jefe/a te pide rehacer algo que ya has hecho varias veces, no pienses enseguida que tú eres el problema; pregunta de otro modo, reformula, porque es probable que haya un problema de comunicación, y que quien no sabe claramente cómo plantear lo que quiere sea tu jefe/a. Esto es difícil, porque en nuestras sociedades hay que manejarse con tacto ante la autoridad.

No te preocupes más por impresionar a tu jefe/a “haciéndole la pelota”; tu trabajo hablará por ti. Pero hazte valer: que trabajes para alguien no significa que no tengas iniciativa ni defiendas (con respeto y cordialidad) tu punto de vista o tu trabajo.  En relación con el caso anterior, si ya has reformulado varias veces lo que te solicitaron, pero el resultado sigue sin ser el que el jefe/a espera, repregunta para aclarar qué busca o por qué está insatisfecha/o (¿”Entonces qué debo hacer exactamente? ¿Prefiere/s que haga x, en vez de y?”) y, en caso de que la indicación sea la misma, busca más precisiones, ejemplos o datos concretos que te orienten acerca del rumbo deseado.

En vez de personalizar las objeciones (y esto valdría también para la relación jefa/empleada/o), céntrate en el producto; toma distancia: 

  • En vez de decir: “Me molesta que no te guste nada de lo que hago”, es más profesional y objetivo decir: “Es frustrante no llegar al resultado esperado”. No promuevas un tono acusatorio.

Con colegas

Sé lo más claro que puedas ser: explica lo que sea necesario, no caigas en la condescendencia, cuando trabajes con alguien que no tiene tu nivel de estudios o que es experta en otra área.  No abuses de la jerga: recuerda que esta te distanciará de quienes no compartan tu marco de referencia. 

Aplicar términos legales, financieros o contables con colegas que no son de esas áreas generará confusión o dilatará el objetivo deseado; en cambio, en una junta entre especialistas que comparten un marco común, habrá que usar los tecnicismos adecuados. Se trata de buscar un equilibrio entre lo que se debe explicar y lo que no.  

Si trabajas en equipo: no te apropies del trabajo ajeno ni quieras imponer tu visión de las cosas; dialoga, participa, tiende al consenso. Si el equipo fue mixto, deja hablar a tus compañeras.

Considera que, según los expertos, hay diferentes estilos comunicativos, que varían según el lugar de origen (por ejemplo, los españoles y los argentinos son más directos que los mexicanos, y pueden sonar demasiado directos o “bruscos”), el nivel de estudios e incluso el género.

Muchos argentinos (no sé si todos, pero sí los de mi zona geográfica) no agradecen a cada rato ni dicen “salud” cuando alguien estornuda, lo que no significa que seamos groseros. En muchos bares de Madrid, los mexicanos dan una orden con una pregunta (“¿Te pido un café, por favor?”), y los meseros se desconciertan, porque suelen recibir el pedido de “Un café”.  

No cometas mansplaining: no le expliques a una mujer conceptos que domina e incluso acerca de los cuales es una experta. No seas paternalista con tus colegas. Modera el “te lo voy a explicar” cuando la explicación no ha sido solicitada; evalúa, antes de dar cátedra, si es realmente necesaria tu intervención.

Presta atención a cómo los demás quieren ser llamados: en actos formales, no llames a tu colega mujer usando un término cercano, confianzudo (como “Gaby”), mientras que a tus colegas hombres los designas por su título y su apellido (“Como decía el licenciado Guzmán…”). 

No hagas comentarios sobre el aspecto físico de los demás por encima sus rasgos profesionales. Decir que “Gaby viene a embellecer la reunión”. Contribuye a un ambiente libre de agresión y practica “judo verbal”: pelea las batallas que realmente vale la pena pelear (o no caigas en discusiones estériles).

Puedes recurrir al humor, repreguntar: “No entiendo: ¿qué quisiste decir cuando dijiste que mi trabajo no era original? ¿Qué habría que hacer?”. Recuerda que las relaciones laborales o profesionales tienden a un objetivo común, colectivo.

Con tu pareja

Deborah Tannen (autora del libro Tú no me entiendes) ha detectado algunos “cortocircuitos” en la comunicación entre hombres y mujeres, debido a culturas comunicativas diferentes: Las mujeres somos más indirectas. 

Muchas veces, en lugar de preguntarle a la pareja si quiere tomar algo o ver una película, damos rodeos (“¿Te gustaría parar a tomar algo?”). Con estos rodeos, no es que nos dé lo mismo o que solo queramos información sobre los deseos del otro; lo que hacemos es empezar una negociación para hacer aquello que en el fondo deseamos hacer. 

Desde pequeñas, nos han socializado según ciertas convenciones, como ser “diplomáticas” o pensar en las necesidades de los demás. Ellos tendrán que prestar más atención a estos indicios y ellas, intentar ser más directas.

Hablar de los sentimientos: ser incapaz de hacerlo puede atentar contra la pareja. Pero hay que ser oportunos y evaluar, cuando se produzca la conversación o discusión, si se está realizando por cauces armónicos; si no, a veces es mejor dejarla para otro momento. No plantear la relación en términos bélicos: no todo en nuestra vida es una batalla (por ejemplo, entre los géneros). Cuando haya un malentendido, el primer paso es buscar un marco común

En una pelea, remontarse al origen y evaluar. No reproducir (sobre todo, en chats entre varones o delante de los niños) prejuicios misóginos, como que las mujeres no saben conducir y que “tienen que irse a lavar los trastes” o quedarse en la cocina.

Buscar que la mujer se altere, para que “chille” y quede como la “histérica”. Está bien visto que un hombre “proteja” a la mujer, pero no lo contrario; cuando una mujer protege a su pareja, se suele pensar en ella como si estuviera cuidando de un niño. Habría que desmontar este tipo de ideas que reproducen visiones reduccionistas.

Con tus hijos 

Todos generalizamos y aplicamos estereotipos de género. No fomentar prejuicios sexistas, como que las niñas deben ser “femeninas”, esto es, que deben cuidar las formas, que no pueden levantar la voz, ser directas o defender con énfasis su punto de vista. Desde niños, ellas y ellos levantan la mano en igual medida, pero, muchas veces, los niños se adelantan en dar la respuesta en voz alta: promueve la participación de las mujeres.

Las niñas también pueden ser competitivas: no las censures. Ellas pueden llegar a adoptar un marco de referencia masculino (y seguramente recibirán algunas críticas por ello), pero los niños rara vez adoptan una perspectiva que la sociedad atribuye a las niñas, y, si lo hacen, son discriminados. Promueve en las niñas la cultura de la participación, fomenta que formulen críticas y aprendan a recibirlas. 

También pueden leer:

enero 23, 2024