Todo mundo gusta del Halloween, ¿disfrazarse y pedir dulces? es increíble que no sea todos los días, pero ¿cuál es el motivo detrás de la tradición? Aquí en Revista moi desempolvamos la máquina del tiempo y fuimos a investigar 3 puntos básicos del día.
¿Por qué nos disfrazamos?
Benditos paganos, ellos son responsables de la bonita y divertida tradición de disfrazarse de cosas raras los días de Halloween, pero no sólo fueron ellos, la tradición es una combinación de tradiciones celtas, católicas y romanas. Todo esto con un objetivo muy siniestro. Según creían, la noche del 31 de octubre, Satán gustaba de ir a dar un rol por las ciudades y rociaba con agua maligna a cualquier persona que pareciera buena, entonces todos se disfrazaban de brujas, demonios y demás para burlar a Satán quien regresaba solo, triste y con su agua a casa, suponemos.
Vean esos disfraces de antaño, espantarían al mismísimo Lucifer.
¿Por qué damos dulces?
Esta tradición también tiene que ver con Satán deambulando por las ciudades en noches como esta. Según creían los antiguos muchachos, el demonio tocaba la puerta de algunas casas y la gente al abrir, se sorprendía al ver al astado lanzando maldiciones hacia su familia, entonces esa noche todos aguardaban junto a la puerta con montones de basura, así, al abrir la puerta y ver a Satán lanzando maldiciones, prontamente llenarían la boca del diablo de basura para evitar que terminara de decir sus hechizos.
Por suerte en algún punto de la historia decidimos mejor dar dulces a los niños. Lástima.
¿Por qué la noche del 31 de octubre?
Los antiguos celtas aseguraban que era en esta noche cuando los límites del mundo de los vivos y de los muertos eran más delgados y por lo tanto, los entes del más allá podían cruzar con más facilidad y estar en nuestro universo. ¿A qué vienen? Pues son fantasmas con la capacidad de volar, ir a donde sea y hacer lo que sea, así que suponemos que vienen a demostrar su gran poder escondiendo nuestras llaves. Fantasmas.
Hoy hemos aprendido cosas.
