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El Factor Figueroa: El anillo

A veces se nos olvida que hay que salir, viajar y conocer.

enero 20, 2016

marthafigueroa  Por. Martha Figueroa
  Tw. @MarthaFigueroax 

  “Qué pasará, qué misterio habrá, puede ser mi gran noche…Y al despertar, ya mi vida sabrá algo que no conoce”  Raphael.

 

Quise empezar ésta columna con la cita –interpretada por un sabio- que ahora regirá mi vida. Sí, queridos lectores, he decidido salir. ¡Salir de noche! 

 

Es que llega un momento en la vida de las mujeres alrededor de los 50 años, sin marido, en el que tu mejor plan los fines de semana es quedarte en pijama y ver televisión. O leer un poco, porque luego te hace efecto el Tafil y no llegas ni a la segunda página.

 

También tengo planeado llegar más lejos y viajar, pero por ahora estaré en una zona de confort. Quizás después vaya a Dubai, el lugar de moda. Lo visitó mi jefe, Tom Cruise en Misión Imposible, una amiga de luna de miel y ahora, nuestro Presidente. ¿Lo vieron? EPN observaba a sus colegas con pañuelo en la cabeza (¿se llama Kufiya?) como diciendo “me voy a llevar unos para las tortillas, nos faltan trapos en Los Pinos…”

 

Pero a lo que iba es que, el fin de semana, con la ayuda de mis amigos hombres, sexo masculino, me lancé a las calles a buscar información y/o diversión. En este momento aclaro que ya no tengo amigas mujeres, sexo femenino, porque son muy complicadas y ahorita, no estoy para dramas hormonales.

 

Mis primeras salidas fueron a cenar y al cine, para ir de menos a más. Y justo cuando estaba a punto de probar un delicioso postre de merengue, higos y crema pastelera aproximadamente de 20 cm cúbicos, llamó el doctor para informar que mi último examen de sangre era un desastre y que los niveles de glucosa eran más altos que el Rey Felipe.

 

Escupí el postre, corrí al cine y me senté a ver la nominada al Oscar “La gran apuesta” (The big short), sin palomitas, ni nachos, ni Pon Pons, ni refresco, ni nada.

 

Podría decir mucho sobre la película, pero no tengo ganas porque es malísima. Un plomazo. No les voy a contar el final, solo una parte de los diálogos que me impresionó:  “hay que cerrar el Gap“

 

“Pero el tiburón?

 

“Dios…¡la OPA es hostil!”

 

“¡Los bonos, son los bonos!

 

¿El director nos quería tocar con eso? A mí me tocó, pero la pequeña parte donde no me da el sol (jajaja).

 

El sábado mejoró porque para quitarme la amargura cinematográfica vi “En primera plana” (Spotlight), que también va por el Oscar, pero el guión es muy bueno y los actores son maravillosos. Me volvió la alegría al cuerpo y miren que la peli trata sobre los sacerdotes pederastas de Boston. Pero ¡son las sorpresas de la vida!: nunca sabes qué te puede provocar una sonrisa.

 

Pero, lo mejor de la ‘nueva etapa de salidera nocturna’ estaba por ocurrir.  Alguien nos invitó al Teatro En Corto y allá vamos. Ya saben, esas mini obras que duran 15 minutos y se desarrollan en una habitación con público de 15 o 20 personas. Lo que es el arte cercano, íntimo, en directo, face to face, sin espacio entre el espectador y el actor, aplaudes y le sacas un ojo al vecino de butaca.

 

La obra se llama “Valeria XXX” y los dos únicos protagonistas están desnudos. Soy tan simple, tan básica, tan sin mundo, que cuando estuve a 15 centímetros de Adán y Eva del método Stanislavsky, me entró un ataque de risa ¡para adentro! Sin emitir sonido, sólo con los ojos achinados y río de lágrimas. Ya sé que es ridículo que no pueda tomar las cosas con naturalidad, pero soy rara.

 

La mini historia de infidelidad y sadomasoquismo estuvo bien contada, solo que cuando el actor dio la espalda, se agachó y puso en la cara del respetable –yo incluída- el combo ‘pompas, abertura del tracto digestivo, escroto’, se acabó la magia. Ya no pude ponerle atención al texto del dramaturgo que no pensó que la desnudez provoca reacciones ajenas a la cultura. Por cierto, un señor de la fila trasera comentó “trae anillo…” Y yo, pensé ‘ay, qué romántico, el actor es casado ¡Viva el amor!’. Pero no, era otro tipo de anillo, un juguete sexual para mantener la erección. Ah. El teatro siempre ilustra.

 

Martha Figueroa es periodista de espectáculos, conductora de televisión, autora del libro Calladita me veo más bonita. Combina la rara suerte de tener sentido del humor y ojo crítico.

enero 20, 2016