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El precio de tener siempre la última palabra

Discutir es inevitable, pero por qué hacer de una discusión una guerra? ¿Qué pasa cuando ponemos como prioridad al delicioso placer de ganar un pleito o “tener la razón”, y no a la solución del problema?

junio 7, 2016

el-precio-de-tener-la-ultima-palabraMario Guerra
Psicoterapeuta y tanatólogo
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¿Por qué discutimos las personas?

  • Para demostrar que tenemos la razón, para hacerle ver al otro que está equivocado y simplemente por el placer de ganar (ganar da placer, al menos uno inmediato y frecuentemente muy breve).

¿Valen la pena todas las discusiones?

  • Cada uno deberá valorar sobre que invertirá su tiempo y cómo una discusión puede afectar la calidad de la relación.

¿Qué es más importante para ti?

  • ¿La toalla en el piso o tu relación de pareja?.
  • ¿La leche tirada o la autoestima de un hijo?
  • ¿Imponer tus convicciones a un amigo o la relación de amistad?

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¿Cuál es uno de los principales errores al discutir?

  • Hacer de la discusión un modelo de guerra donde uno gana y el otro pierde (vencedor y vencido).
  • Buscamos palabras, frases y argumentos que aniquilen al otro.
  • Genera resentimiento.
  • Involucrar gritos e insultos al otro.
  • Se afecta seriamente la relación.
  • Centrarte en la estrategia para ganar y olvidarte del contenido de lo que se discute.
  • No hay solución al conflicto real y la guerra no tarda en volver a comenzar.

¿Quién aprende más de una discusión?

  • El que acepta lo que el otro dice puede que haya:
  • Tomado conciencia que el otro tenía razón y así modificó una actitud o creencia perjudicial.
  • Aprendido algo de la discusión en sí misma o de la propuesta del otro.

¿Qué aprende el que gana una discusión?

  • Muy probablemente nada nuevo.

¿Qué nos dice la ciencia acerca de tener la “última palabra”?

  • Un estudio realizado este 2016 en la U. de Berkeley, en California, por las Doctoras Amie Gordon y Serena Chen realizaron un estudio acerca de cómo discuten las parejas y los efectos de un esquema de guerra (ganar – perder) donde uno tuvo la última palabra.

¿Qué se descubrió en este estudio?

  •  Ganar una discusión en este esquema puede darse a través de:
  • Demostrar que se tiene la razón.
  • Imponer un punto de vista sin importar si es acertado.
  • Bloquear la comunicación con agresividad.
  • Gritos, insultos, etc.

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No importa si se tiene la razón o no, lo que más afecta es la forma en que la discusión se gana.

  • Por una negociación o acuerdo (ambos tiene la última palabra).
  • Por imposición (así sea de una verdad), donde sólo uno tuvo esta última palabra (esta es la forma menos adecuada).
  • Las discusiones en una relación de pareja sólo resultan dañinas si al final de la discusión uno de los dos no se siente comprendido por su pareja (se le impuso el resultado sin importar sus necesidades o minimizando el valor de su opinión)
  • Tener la última palabra hace que la persona que “gana” una discusión se sienta bien, pero sólo de manera muy pasajera, mientras que aquel que “pierde” realmente se siente más mal de lo que podríamos imaginar, aunado al resentimiento que se genera.

Como se crea la sensación de que hay un desbalance en la relación, el que “pierde” tenderá a buscar la restauración de ese equilibrio y muchas veces lo hará mediante la revancha.

Las investigadoras sugieren hacer el siguiente ejercicio en dos escenarios:

  • Imagina una discusión con tu pareja, incluso que pudiera escalar al nivel de pelea…

Escenario 1: Imagina que durante de la discusión, tú sientes que tu pareja entiende tus sentimientos, comprende tus pensamientos y es capaz de escuchar y validar tu punto de vista.

Escenario 2: Imagina la misma discusión, pero en este caso tu pareja no es capaz de entender lo que sientes, lo que piensas y no escucha tu punto de vista.

¿Cómo te sientes imaginando cada uno de esos escenarios?

  • Una de las conclusiones del estudio es que parece que no sirve de mucho tener la razón cuando al final el precio a pagar es que la relación salga lastimada.
  • En suma, una discusión de pareja no tendría que llegar al nivel de pelea si ambos procuran hacer que el otro se sienta escuchado y comprendido durante ese proceso.

¿Es igual en hombres que en mujeres?

  • En un estudio realizado en la Universidad de Auckland y que fue publicado en el 2013 en el British Medical Journal, se les pidió a un grupo de hombres que dejaran que sus parejas tuvieran la última palabra en cada argumento u opinión que expresaran, aún si creían que estaban equivocadas.

Los resultados de este ejercicio fue que en 12 días:

  • La calidad de vida de los hombres disminuyó de 7 a 3 puntos en una escala del 1 al 10
  • La felicidad de las mujeres sólo aumentó de 8 a 8.5 en el mismo período y por la misma razón.

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La conclusión es que, en este caso, no hace tan felices a las mujeres tener la razón como sí hace muy infelices a los hombres no tenerla.

  • El estudio tuvo que ser detenido por el alto nivel de insatisfacción que mostraron los hombres y porque las mujeres sujeto del estudio se mostraban cada vez más hostiles (desafiantes, demandantes y críticas) hacia sus parejas mientras más las dejaban tener la última palabra en las discusiones.
  • Los investigadores concluyen que es necesario profundizar más en este tema y ver qué pasa cuando el estudio se hace a la inversa (mujeres que siempre den la razón a hombres).

Conclusión

Ganar una discusión puede ser placentero, pero si lo haces como una necesidad, sin importar los sentimientos resultantes en tu pareja al respecto, muy probablemente tengas muchos triunfos que no serás capaz de compartir con la persona que más amas porque ella será en ese caso la parte más afectada.

¿De qué sirve tener la última palabra cuando no hay nadie más que se quede a escucharla?

junio 7, 2016