«Es que no hay hombres», «es que no se quieren comprometer, no son buenos, no son suficientes, le tienen miedo al compromiso». ¿Es en serio que me van a salir con eso otra vez?
A partir de hoy, de mi parte y de todo el equipo de editorial de moi, tienen prohibido volverse a quejar de que los hombres no sirven, de que les tienen miedo a las mujeres exitosas, de que no son tan serios…
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Porque, ¿saben qué? los elefantes van con los elefantes y las chanclas con las chanclas. Si ustedes no se aplican en saber quiénes son, qué quieren y qué ofrecen, no van a encontrar a nadie a su altura.
Y digo a su altura, porque no se trata de encontrar un trapo sucio cualquiera, porque esos los hallan en todas las esquinas.
¡Neta! ¡Ya compórtense y póngase a trabajar! Porque los hombres también quieren grandes mujeres, trabajadoras y exitosas. Pero si siguen poniéndose en el papel de víctimas, pensando que el mundo no ha producido hombre que las merezca, entonces se van a quedar en eso, víctimas, y van a crear relaciones enfermas.
¿Ya les conté de mi amiga? Ella cree que solo se topa con losers. No sabe por qué siempre es las misma historia. Cuando el cuate la invita a salir, a ella le encanta, le parece súper galán y súper seguro, pero a la mitad de la cita, ya le empezó a encontrar miles de defectos, con babosadas como «ay, es que come con la boca abierta», «ni siquiera sabe manejar», «no me abrió la puerta» y «ni siquiera tiene tarjeta platino».
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Pero no crean que se queda muy tranquila criticándolos por dentro. Nada de eso. A partir del momento en el que el hombre llega por ella, su misión en la vida es corregirlo y llevarlo por el buen camino. Se la pasa diciéndole todo lo que hace mal y termina dándole una lección de finanzas personales para que le aumenten el límite de crédito de su tarjeta y otra de buenas maneras en la mesa.
«Es que, hijo, ¿por qué dejaste migajas en la mesa cuando partiste el pan?».
El tipo sale despavorido y mi amiga se queda otra vez enojada, pero en cierta forma contenta porque comprobó una vez más su idea del mundo: «Los hombres no sirven para nada, le huyen al compromiso y nada más los quiere uno mejorar y se largan»
El otro día en mi programa hablando con la coach Rebeca Muñoz y me decía que cuando nos hacemos las víctimas encontramos la excusa perfecta para no hacer nada. Ella hablabla de las actitudes que a veces tomamos en el trabajo. De estar enojados por el jefe todo me lo cambia, nada me reconoce y ni me voltea a ver. Con eso, nada más nos amargamos y no estamos haciendo nada por mejorar, porque la culpa es del otro, en ese caso del jefe. Eso pasa en la oficina, pero ¡ cómo se parece a lo que mi amiga hace con los galanes! Ellos tienen la culpa. Y como ella, pobre, es una victima, no está revisando por qué sus relaciones terminan siempre igual, a diferencia de lo que le pasa a muchas otras personas.
No estoy diciendo que los hombres sin maravillosos, así como están. Ni que hay que aguantar patanes. Es más, ni siquiera estoy diciendo que hay que trabajarle para tener un hombre porque la verdad uno no tiene por qué ser el propósito de la vida de nadie. Pero si nos creemos las víctimas vamos a terminar por serlo