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La vergüenza conduce a la codependencia

Si son de los que todo el tiempo se andan disculpado por lo que dicen, por lo que hacen y hasta por lo que piensan, esto les interesa.

julio 12, 2017

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
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• Sentirse mal porque a veces las cosas no van bien es perfectamente normal.

• De hecho este sentimiento es el que nos impulsa a hacer cambios y corregir lo que sea posible y adaptarnos a lo incambiable.

• Pero sentirnos mal por ser nosotros; por considerarnos seres defectuosos y sin esperanza es otra cosa mucho más grave que conduce a la vergüenza y a buscar afuera lo que se siente que nunca se podrá obtener desde adentro.

• Aceptación, cariño y dignidad. Vamos a conversar esta vez acerca de la insospechada relación entre la vergüenza y la codependencia y sus nocivos efectos en nuestra vida.

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¿Qué es la vergüenza?
• Podemos definirla como una respuesta fisiológica, del sistema nervioso autónomo, que consiste en un incremento del ritmo cardiaco, enrojecimiento o rubor de la piel, evitar el contacto visual, dirigir la cabeza al piso, encoger los hombros, sudoración, sensación de escalofrío o “balde de agua fría” que recorre el cuerpo e incluso sensación de mareo y náusea.

¿Qué la causa?
• Se desprende de un juicio y aquí conviene distinguir entre culpa y vergüenza porque ambas tienen efectos muy parecidos:
Culpa
• Es un juicio que haces acerca de una conducta o algo que hiciste. Es prosocial porque la sensación desagradable que produce te mueve a buscar corregir tu conducta, reparar el acto o buscar el perdón a través del arrepentimiento.
• Para la culpa es más importante lo que sientes que la responsabilidad objetiva que tuviste en el hecho. Hay quien puede tener responsabilidad sin sentir culpa y viceversa.

Vergüenza
• También es un juicio, pero en este caso mucho más duradero e intenso, no sobre algo que hiciste, sino sobre quién sientes que eres con relación al resto.
• Este juicio está lleno de pensamientos y sentimientos de inadecuación, inferioridad y desprecio por uno mismo que nos mueven hacia querer huir o desaparecer. Cuando se dispara frente a otros la vergüenza nos puede hacer sentir expuestos, vulnerables y humillados como si fuéramos transparentes y todo mundo pudiera darse cuenta de nuestro “defecto primordial”.
• A nivel social, la vergüenza te desconecta de quien realmente eres y de los demás.

¿Cómo nos afecta vivir avergonzados?
Si la vergüenza se hace crónica, no sólo se disparan las respuestas del sistema nervioso autónomo que ya mencionamos, sino que además empieza a solidificarse en un sistema de creencias distorsionadas que la arraigan cada vez más en nuestra mente:
• Soy un fracasado, nunca hago nada bien, a nadie le importo, no merezco ser feliz, soy una mala persona, soy la oveja negra, soy un fraude, etc.
• Todo esto afecta seriamente nuestra autoestima manteniéndola constantemente baja.

Además desarrollamos conductas autodestructivas como:
• Perfeccionismo tóxico
• Ser complaciente para ser aceptado
• Eterno sentimiento de culpa y la búsqueda de compensar dando sin recibir (como pagando una deuda eterna).

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¿Qué es la codependencia?
Es un vínculo afectivo dependiente y adictivo en donde una persona cede a otra su identidad y poder personal y hace su autoestima dependiente de la aprobación del otro.

¿Cómo se relacionan ambas?
La relación está muy clara ya en este momento:
• Cuando te sientes tan “poca cosa” es muy fácil que idealices a “cualquier cosa”.
• Con la vergüenza crónica te cuesta poner límites, soportas tratos y conductas dañinos bajo el pretexto de que lo haces por amor (cuando en realidad lo haces desde un gran miedo o una gran necesidad).
• Tiendes a vincularte con personas que padecen alcoholismo, dependencia a sustancias, de personalidad narcisista o cualquier persona con problemas de conducta o personalidad como celosos, posesivos, egoístas, manipuladores, resentidos o envidiosos.
• Todo esto porque identificas en estas personalidades una fuente de amor y aceptación, muy probablemente porque así lo aprendiste desde la niñez.
• Quizá la evidencia más clara y observable es que siempre te estás disculpando por lo que dices, por lo que haces, por lo que olvidas, por lo que necesitas y hasta por existir.
• Y al mismo tiempo te sientes tan mal contigo mismo que sientes que ya no puedes cargar más y evades la responsabilidad de tu situación culpando al otro porque “ni se deja querer ni te deja dejarle”.
• Cuando evades perpetúas tu estado porque si no es tu culpa, “¿cómo vas a solucionar eso?”.

¿Qué efecto produce esta macabra alianza en nuestras vidas?
• Dejas de ser asertivo; temes expresar tus deseos y puntos de vista por temor al desprecio o rechazo de la persona de la que dependes.
• No sientes la fuerza necesaria para abandonar una relación así. Tu temor más grande es que si te deja te mueres o que ya nunca podrás encontrar a nadie que ame a alguien como tú crees que eres.

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Frecuentemente esperas que venga alguien a “rescatarte”, pero si esto sucediera, harías exactamente lo mismo con tu “rescatador”.
• Y si te preguntas qué tal si mi supuesto rescatador no se presta para esta conducta y entonces sí me libero, piensa que cualquiera que se preste a “rescatarte”, seguramente será también una persona tan poco sana como la anterior.

¿Qué podemos hacer?
• Curiosamente para desarrollar la fortaleza necesaria antes debes permitir sentirte vulnerable sin salir corriendo a protegerte bajo la sombra de nadie.
• Para eso tienes que encontrar un espacio donde te puedas sentir, al menos por unos momentos, libre de ser tú.
• Esto puede ser en un espacio terapéutico o al lado de alguien que verdaderamente te ofrezca esa libertad sin juicios y sin querer cambiarte aceptándote de manera incondicional.
• Identifica qué te dicen esas voces que en tu cabeza rebotan haciéndote creer que vales menos de lo que en realidad vales y que puedes menos que en lo que en realidad puedes.
• Luego hazte una pregunta ¿Cuándo, dónde y de quién aprendí a pensar eso de mí o a tratarme así?
• Te vas a dar cuenta que no eres lo que esas voces dicen que eres.
• Si es necesario perdónate por tus supuestos errores del pasado y busca reparar lo posible y aceptar lo incambiable.
• Antes de pensar en salir de una relación codependiente tienes que sanar esas heridas que te producen ese sangrado emocional que te debilita. Una vez que desarrolles mayor fortaleza en el alma, el fluir hacia tu libertad es natural.

julio 12, 2017