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¿Qué te prende y qué te apaga?

¿Qué tan impulsivos son a la hora de reaccionar? Si algo no les gusta, ¿gritan y patalean? Les vamos a decir cómo aprendemos a reaccionar.

septiembre 19, 2017

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
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• Lo que hace daño no es sólo el arco que dispara la flecha, la flecha en sí misma o la velocidad a la que es desplaza.

• Es una combinación de muchos factores lo que condicionan unos fenómenos de acción y su reacción.

• Aun así, lo importante es conocer qué hace que el arquero dispare. Qué lo motiva; qué lo enciende y qué lo apaga. Lo mismo pasa con nuestras emociones.

• A veces se disparan de manera inoportuna, a velocidades inadecuadas y van directo al corazón de otros o de nosotros mismos cuando la reacción impulsiva daña una relación.

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¿Qué es un disparador emocional?
• Es un estímulo que identificamos, generalmente de manera inconsciente, y ante el cual reaccionamos de manera impulsiva, ya sea para acercarnos o alejarnos de él. Regularmente nuestra reacción es de defensa o huída.
• Por ejemplo azotar la puerta cuando te enojas, ponerte muy angustiado si alguien no te habla, entristecerte cuando no te invitan a algo, sentir envidia cuando otro es reconocido, beber alcohol cuando algo no te sale bien o levantar la voz cuando sientes que te llevan la contraria.

¿Qué se prende y qué se apaga?
Emociones
• Celos, enojo, tristeza, envidia, miedo, resentimiento… etc.
• La palabra emoción etimológicamente significa “el impulso que mueve a la acción”. La pregunta es a qué acciones o conductas nos mueven nuestras emociones.

Conductas
• Podemos reprimir o podemos actuar abiertamente.

Si reprimes aún así acabas actuando de manera pasiva lo que sientes.
• Olvidos, accidentes, silencios incómodos, actitudes.
Si actúas, cómo lo haces.
• Gritas, azotas, golpeas, muerdes, insultas, humillas, chantajeas, lloras… o por el contrario.
• Expresas, hablas, conversas, negocias, acuerdas, pones límites.

¿Por qué reaccionamos de formas impulsivas?
• Tu manera aprendida de interpretar los hechos, que ahora ya condiciona tu sentir sin la necesidad del pensamiento.

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Mucho de lo que te provocas es lo que consciente o inconscientemente te dices de lo que está pasando.
• Si alguien no me busca es porque no me quiere.
• Si alguien me grita es porque me quiere humillar.
• Si me siento triste es porque todo está mal.

Pero no es tanto lo que sientes, sino lo que haces con lo que sientes.
• Las emociones tienen que canalizarse para que se desahoguen y vuelvan a niveles base.
• Podemos hacer esto de formas constructivas o destructivas.
• Las constructivas buscan expresar la emoción de una forma que no lastime, que no nos lastime y que ponga un remedio a la situación que la ha provocado.
• Las destructivas sólo buscan liberar la presión que se ha generado, sin importar las consecuencias.

Y sus consecuencias…
Nos aleja de las personas
• Ser emocionalmente reactivo o inestable es un factor que nos hace impredecibles o poco valiosos socialmente. Si no es desde una posición de poder donde los demás decidan aguantarte porque sienten que les conviene (generalmente por un sueldo), difícilmente alguien te querrá de manera sincera teniendo mecha tan corta o siendo de piel tan delgadita, como cuando quien está contigo lo hace por lástima de ver cómo de todo sufres.

Crea un hábito que es como un condicionamiento
• Estás o son reacciones primitivas que les falta una pulidita o formas de reaccionar aprendidas que viste por ahí en tu familia.
• Estos patrones de respuesta se van intensificando con el tiempo porque empiezas a acomodarte a ellos. Son lo más conocido y por lo tanto lo más probable que hagas.

Tus reacciones pueden dispararse contra ti
• Rechazarte y sentir vergüenza, vivir en un estado de profundo resentimiento o padecer la angustia de ser traicionado o abandonado es algo que es causa y consecuencia de una infancia complicada y de una baja autoestima.

¿No es mejor que no nos importe lo que nos lastima?
• Seguro has escuchado personas que te dicen “A ti que no te importe lo que el otro haga” o “no dejes que te afecte tal o cual cosa”.
• Estaría bien, la cuestión es que sí nos importa y sí nos afecta. En esta vida todo importa y unas cosas importan mucho y otras muy poco.
• Cuando algo importa más que lo que nos debería importar caemos en ansiedad. Si algo importa menos que lo que debería, caemos en descuido o apatía.
• Que todo importe lo que tenga que importar.

¿Entonces se trata de “desaprenderlos”?
• No es tan simple como eso. De lo que se trata de es aprender nuevas maneras de reaccionar que nos den mejores resultados para que así poco a poco vayamos reemplazando estas conductas.
• Se trata de ir modificando la asociación que existe entre el estímulo y la respuesta aprendida para reemplazarla por otra.

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¿Qué hacer?
1. Identifica lo que te prende o lo que te apaga. Para empezar no busques hacerlo con el disparador en sí mismo, sino sólo evocándolo. Revive un evento qué sepas que te prende o te apaga y qué haces después con eso.
• “Ya mi hermana me está marcando, seguro me va a molestar con lo mismo de siempre” “Cuando esto pasaba acabámos gritándonos y nos colgamos…”
• “Me está llamando el jefe, seguro es para criticarme por algo que no hice bien…” “Siempre que pasa eso me pongo a llorar…”

2. Identifica qué te produce aquel evento o acción que te modifica
• Miedo, enojo, fastidio, rechazo, desánimo, tristeza… etc.
• Es muy importante que puedas nombrar lo que sientes.

3. Haz una pausa de unos segundos y toma una respiración profunda.

4. Ahora vamos a dejar que la razón ayude a tus emociones. Para empezar cambia tu foco de atención del disparador al “disparo”.
• “Ya estoy empezando a enojarme nada más de ver que me está llamando mi hermana por pensar que me va a salir con lo mismo de siempre…”
• “Ya se me disparó la ansiedad de saber que me está llamando el jefe; ahí está ese pensamiento que me dice que me van a criticar…”

5. Encuentra algo más racional que puedas hacer en el futuro con relación a lo que crees que está pasando o sus consecuencias.
• “Voy a tratar de escucharla primero para saber si es lo que pienso y, de ser así, le voy a preguntar qué propone para ya solucionar esto y de ahí negociamos…”
• “Voy a ver si es así para luego preguntarle específicamente cómo necesita que se hagan las cosas y entender qué espera de mi trabajo”

6. De ser posible, identificar también dónde aprendiste a reaccionar así.
• Quizá discutir a gritos lo hacían en tu casa cuando eras niño y no conoces una manera distinta de resolver conflictos importantes.
• A lo mejor tu madre o padre eran ansiosos y perfeccionistas y constantemente te criticaban. Eso te hacía sentir rechazado y con miedo al abandono.

¿Esto va a hacer que se desactiven mis reacciones impulsivas?
• No todas y no de inmediato, pero si lo haces de manera sistemática, podrás irte haciendo más consciente y menos emotivo ante estos eventos que te prenden o te apagan.
• Activamos con esto el pensamiento contrafactual, que es una representación mental de un evento en el pasado y acciones alternativas en el futuro.

Para saber más:
• Kanske, P., & Kotz, S. A. (2011). Emotion triggers executive attention: anterior cingulate cortex and amygdala responses to emotional words in a conflict task. Human brain mapping, 32(2), 198-208.
• Neal, D. T., Wood, W., Labrecque, J. S., & Lally, P. (2012). How do habits guide behavior? Perceived and actual triggers of habits in daily life. Journal of Experimental Social Psychology, 48(2), 492-498.
• Silva, C., Soares, I., & Esteves, F. (2012). Attachment insecurity and strategies for regulation: When emotion triggers attention. Scandinavian journal of psychology, 53(1), 9-16.

septiembre 19, 2017