Obvio amamos y adoramos a nuestros hijos, pero ¿qué onda cuando hacen cosas que nos molestan y nos sacan de quicio?
Si se la viven enseñándole a sus hijos que deben recibir trato especial y comparándolos por encima de otros niños, ¡Cuidado!
Duele cuando los hijos se van, pero duele más cuando te los regresan… y más si nunca se fueron.