Álvaro Gordoa
Consultor en Imagen Pública, rector del Colegio de Imagen Pública. Autor de los libros Imagen Cool, El Método H.A.B.L.A y La Biblia Godínez
TW: @AlvaroGordoa
Uno de los principales problemas que casi todos tenemos es terminar peleando cuando discutimos sobre un tema, política, religión, amor, dinero, etc. Pensar que las discusiones son una competición de la que surgirá un ganador y un perdedor, sólo hace que nos tomemos las cosas como algo muy personal, terminar peleados con otras personas y dañar nuestra imagen pública.
Muchas veces comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena?
Un estudio Universidad de Yale llevó evalúo durante muchos años 10,000 casos de argumentos.
Análisis final: Malos resultados cuando se alzaron las voces, se amenazaron o se discutieron puntos.
Las personas al momento de expresar una idea, la defenderán contra el ataque de otra persona.
Ven el ataque de su idea como un asalto contra sí mismos y se lo toman como algo personal.
¿Qué hacer?
Deja que las otras personas expongan su caso sin ninguna interrupción.
Mantén tu lenguaje corporal y verbal abierto.
Hablar con calma y moderación es mejor que un lenguaje fuerte.
Haz una breve pausa antes de responder.
Di algo en lo que ambos puedan estar de acuerdo.
Haz tu mejor esfuerzo para no usar la palabra “pero”.
El enojo en el cerebro
Es una respuesta del cerebro ante el desacuerdo.
El enojo puede ser proactivo o reactivo.
Viene de las partes menos inteligentes del cerebro y atrapa a respuestas inmediatas que no necesariamente son las mejores analizadas.
Depende de nuestros niveles neuroquímicos (75% es interpretación), del horario, de la presencia de terceros, de la época del año y de satisfactores inmediatos.
Comúnmente el cerebro quiere ganar una discusión o evitar culpa o vergüenza.
La mayoría de las discusiones se deben a que la causa de la molestia es que cada cerebro sabe detalles que el otro ignora.
Reaccionamos a lo más habitual, engañoso y ofensivo
