Ángeles Wolder Helling
Directora académica de la Escuela de Descodificación Biológica Original de España (EDBO). Fisioterapeuta y Antropóloga; Master en Psicosociología y Ergonomía de la Salud.
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La ansiedad es un síntoma que provoca una gran angustia y sensación de malestar a nivel emocional o mental de lo que nos queremos liberar rápidamente, pero cuanto más te pelees con lo que te está pasando y más quieras controlar peor es y más aumentará tu nerviosismo.
Para que aparezca la ansiedad antes hubo un evento dramático, inesperado, sin solución y que no lo pudimos hablar por lo que ha quedado atorado con una característica especial y es que se trata de algo que nos produce miedo al futuro.
Cuando se activa el miedo a lo que vendrá fácilmente podemos entrar en un bloqueo y paralizarnos.
El miedo al futuro es un fantasma que muchas veces ha provocado desastres porque podemos tomar decisiones equivocadas. Es ADELANTARSE a lo que vendrá con un sufrimiento que por lo general no tendrá el momento en que toque vivirlo.
Nos imaginamos lo peor para vivir los mejor
Nos pasamos más de media vida imaginado lo peor: Romper con tu pareja miles de veces; el trabajo lo perdiste otras tantas; y los virus te han atacado millones de veces sin producir síntomas, por suerte. Es una estrategia tranquilizadora.
El 95% de lo que has pensado jamás ocurrirá. Lo que sí habrá ocurrido es que te has generado litros de hormonas del estrés y estarás en agotamiento. Los ¿Y si…? pasan factura en todos los niveles.
Nos gusta la sensación de falsa seguridad porque está claro que hoy todos sabemos que no podemos controlar nada y, sin embargo, a todos nos gustaría vivir en un mundo ideal en el que todo fuera un largo río tranquilo.
Nos hemos acostumbrado en mayor o menor medida a tener bajo control el 99% de lo que vivimos.
¿Es esta una época que nos pone a prueba? Sí.
Nos ha tocado enfrentar un cambio total de vida de la noche a la mañana (sin preparación previa) y lo vivimos con incertidumbre y mucho miedo por lo que vendrá (sin saber que será).
Más allá de la lógica, sabemos que no es útil porque todos lo que hemos organizado ya no depende de nosotros.
Buscando certezas
La evolución del ser humano fue una búsqueda de tranquilidad, de seguridad y de controlar el
entorno.
Conseguir tener fuego sirvió para iluminar la oscuridad y gracias a comer cocido desarrollamos nuestro cerebro. Establecerse en comunidades permitió la protección conjunta. Instalarse como agricultores facilitó la disponibilidad de comida y gracias al movimiento migratorio se pudo contar con aquello que no había en la región.
Si esto ha ocurrido a lo largo de miles de años ¡Imagina los últimos 100 o incluso 50 años!.
Así es como tenemos confianza en lo que vivíamos sin pensar que un día se podía acabar.
Creo que nunca habíamos pensado en la posibilidad de que el mundo entero estuviera confinado y menos aún que eso nos ocurriera a nosotros.
Cuando se rompió la seguridad
A pesar de todas las seguridades levantadas a través de seguros médicos, seguros de vivienda, subsidios estatales, estado de bienestar, protecciones varias, jubilaciones, prestaciones, etc. nos hemos dado cuenta de que nada de eso puede evitar lo inevitable.
Así ha sido como se ha roto el castillo de cristal en el que vivíamos y es a partir del momento en que se rompe la seguridad y la previsibilidad cuando sentimos como caemos al vacío.
Es esa inseguridad la que nos hace sentir un gran peligro que nos viene de frente y del que no podemos escapar.
Miedo al futuro
Usemos la Descodificación Biológica para comprender que nos pasa en un nivel más profundo cuando nos sentimos ansiosos o angustiados ante lo desconocido.
Es una sensación que tiene múltiples tonalidades según las experiencias previas. Una parte tiene que ver con el cuerpo y su sufrimiento, es decir, al desconocimiento a lo que le puede ocurrirle a nuestro cuerpo al enfermarse. Esto nos sitúa en la inestabilidad. Otra parte habla del temor a las circunstancias de vida y en otros el temor por la vida misma.
En todo caso algunos de los “futuribles” son:
Miedo a la enfermedad.
Miedo a los tratamientos.
Miedo a que no haya o haya vacunas.
Miedo al dolor.
Miedo a la asistencia sanitaria, tenerla o no tenerla.
Miedo a los “bichos” o a contaminarse.
Miedo a que se enferme la familia.
Miedo a no poder pagar, a no cobrar, a no tener para vivir, a cambiar de vida.
Miedo a lo desconocido.
Miedo a no poder salvarse.
Miedo al ataque por delante.
Miedo a tener que tomar una decisión y que afecte al futuro.
Miedo a la muerte
Todos los miedos que se relacionan con el cuerpo (enfermedad, tratamiento, infección, etc.) nos piden que revisemos las experiencias pasadas de enfermedades graves nuestras o de familiares. Si no hemos sanado la experiencia dolorosa continua latente como si en cualquier momento pudiera pasar algo grave.
Mirar también muertes a edades muy tempranas por enfermedad o accidente.
Los que tienen que ver con medicamentos nos invitan a reflexionar sobre las intoxicaciones, sobresaturación medicamentosa, o uso de un medicamento equivocado.
Todos en mayor o menor medida pasamos por momentos en los que sentimos una intensa incertidumbre, tuvimos dudas y pensamos en todo lo negro que se nos venía por delante
El problema no está en sentirlo sino en gestionar lo que sentimos.
Consecuencias
La incertidumbre va de la mano de la preocupación, el miedo o la tristeza. Sufrimos mucho más por lo que pensamos que va a pasar que por lo que realmente pasa.
El no estar en tiempo presente produce nerviosismo, angustia, desazón anticipatoria ansiedad o incluso ataques de pánico.
El cuerpo también sufre cuando la inquietud nos asola. Probablemente ante esta vivencia el cuerpo tenga que activar sus defensas, levantar muros y activar los ganglios linfáticos (con bastante frecuencia los más altos en cabeza y cuello).
La sensación de incapacidad de defenderse o de protegerse se aviva en los glóbulos blancos y la percepción de no poder hacer nada ante la experiencia puede que debilite los músculos y nos dé la sensación de cansancio.
Y la impotencia por no poder cambiar lo que se presenta provoca tensión muscular en la zona de hombros y cuello.
Tips para salir del miedo anticipatorio
Volver al presente: aquí y ahora
Darnos cuenta de cómo los pensamientos nos mantienen atrapados/as.
Apuntar durante un día cada pensamiento negativo y a la noche sumar todo lo que ha acumulado.
Observar lo que sentimos sin juzgar lo que nos ocurre. Las emociones están para informar de lo que sentimos y vivimos internamente.
Separar la preocupación desadaptativa de la adaptativa que sí es útil.
Para estar presentes la respiración es lo más útil. Escucha tu respiración y solo piensa en ella.
Cada día proponte no planificar algo para el día siguiente.
Piensa en todo lo positivo que puedes vivir hoy y regálate sonrisas.
Comparte con los demás tus progresos y acompaña a otros a pensar en positivo.
Y recuerda:
Tomar las riendas de nuestra vida nos permitirá sentirnos libres. Cuando te das cuenta de que la vida no se puede planificar solo se puede vivirla