Aura Medina De Wit
Psicoterapeuta, instructora de meditación y autora de los libros: “¿Amor o codependencia?” y “Lo que ellos dicen de ellas”.
TW: @AuraMedinaW
“Nuestros niños emocionales están tan hambrientos de amor, que no importa que tan miserable sea este. Pero como adultos no podemos vivir sin nuestra dignidad. Para romper la identificación con el niño/niña, tenemos que aprender a elegir la dignidad sobre las migajas de amor aún si esto significa que tenemos que estar sol@s”. K. y A. Trobe del Learning Love Institute.
Algunos respondemos con shock ante la invasión, otros entramos en ira. Pero debajo de cualquiera de estas reacciones, hay un profundo miedo. Y la forma de salirnos de este miedo es permitirnos sentir el enojo ante los actos invasivos y primero que nada ser consciente de como evitamos el enfrentamiento:
Justificamos al otro o a nuestra conducta
Culpamos al otro.
Caemos en roles de víctima, como si de verdad no pudiéramos hacer nada y solo nos quejamos incansablemente
Juzgamos y criticamos
Nos aislamos
Intentamos negar lo que sentimos
Controlamos
Darnos cuenta de estas conductas es esencial, porque al “cacharnos” haciendo algo de lo anterior, lo podemos tomar como la señal de que estamos permitiendo que alguien nos invada, que alguien pase por encima de nosotros.
Situaciones de abuso
Que alguien nos diga constantemente lo que sentimos, pensamos o lo que tenemos que hacer.
Que alguien constantemente sea impuntual con nosotros, nos deje plantados, nos cambie planes de última hora.
Que invaliden tus sentimientos
Bromas pesadas
Que te traten con condescendencia
Que te ignoren, no te escuchen
Que no respeten tu espacio, tus cosas
Que no se respete tu “no”
Que te manipulen por medio de la culpa, ira, expectativas, cambios de humor, etc
Que te den consejos no solicitados.
Tratos violentos, agresivos
Abuso ecónomico
A la mayoría nos cuesta mucho decir NO… O lo decimos de una forma en la que pasamos por encima de nuestros miedos infantiles, como anestesiando a nuestro “niño emocional”. Cuando no estamos conscientes de nuestros miedos y vergüenza, las confrontaciones con otras personas pueden ser muy difíciles para cualquiera.
Esto de ser asertivos y poner límites siempre es un riesgo.
Nos choca ser “l@s mal@s”, nos choca decir o hacer algo que haga que alguien más se enoje con nosotros. Nuestros condicionamientos nos enseñan a ser “lindos, lindas”, a sonreír y a quedar bien con los demás. Pero si queremos realmente crecer necesitamos salirnos de esta vida de complacer y ceder por quedar bien.
Para muchos de nosotros, poner límites, defendernos y pararnos en nuestros piecitos puede provocar un miedo muy profundo. Sobre todo, si tenemos que enfrentarnos a personas con cierto poder o autoridad sobre nosotros, gente a la vemos hacia arriba. Pueden ser padres, jefes, maestros, pero también puede ser complicado con amigos y parejas.
Es cierto, entramos en shock muchas veces al solo pensarlo, pero es importantísimo aprender a defendernos y a poner límites, si no lo hacemos la vida nos seguirá presentando situaciones similares hasta que las resolvamos.
Nuestros niños emocionales frecuentemente creen que nadie va a amarlos lo suficiente para quedarse con ellos, por eso aceptan situaciones dolorosas, humillantes incluso hasta violentas. El reto es encontrar ese lugar de dignidad dentro de nosotros, desde el cual las conductas abusivas del otro (otra) no son aceptables, y aprender a colocar nuestra dignidad e integridad por encima de la necesidad de ser vistos, amados, apreciados.
LOS PASOS PARA PARAR CONDUCTAS ABUSIVAS
Paso 1. Sentir y aceptar el shock y estar conscientes de la invasión
Paso 2. Sentir la ira y quizá reaccionar
Paso 3. Claridad: responder de forma centrada, aprender a ver a las personas tal como son. Estar dispuestos a vivir en solitud el tiempo necesario, amigarnos con ese estado. Estar conectados con nuestras necesidades y prioridades.
Tomar acción.
Introducir pequeños riesgos en nuestras vidas para soltar y superar viejos patrones de miedo.
Aprender como pararnos en nuestros pies, estableciendo límites cuando se necesite.
Reforzar nuestros recursos, mover nuestros cuerpos con ejercicio regular., adoptar hábitos saludables y revitalizad res de buena alimentación.
Planear nuestros días de formas constructivas.
También introducir una buena dosis de disciplina en nuestras vidas para no permitir a esta parte adolescente miedosa dentro de nosotros que dicte nuestras conductas.
Tomar acción es asegurarnos que nuestro ser sabio está a cargo de nuestra vida y no la parte herida. De esta manera empezamos a vivir nuestra vida guiadas por nuestra sabiduría y no por los miedos.
Aprende a expresar tus sentimientos. No los reprimas ni permitas que te rebasen.
Evita compararte con los demás.
Forma un pequeño grupo de personas a las que puedas recurrir buscando apoyo emocional.
Reserva tiempo para disfrutar. Recuerda que los hobbies son actividades que realizas para sentirte bien.
No te olvides de reír. Busca el humor a tu alrededor.
Aprende a relajarte. Puedes encontrar libros, CDs, clases o instructores que te enseñen a relajarte. La relajación mejora la mente y ayuda al cuerpo a mantenerse en forma.
Aprende a decir “no”. Di “no” a expectativas, peticiones o demandas irrazonables. Tuyas y de los demás.
Cambia de trabajo si no te sientes a gusto realizándolo. Trata de averiguar si tu trabajo es adecuado para ti o estás a gusto con tus compañeros. Trata de centrarte en las cosas que más te gustan de tu trabajo y presta menos atención a las que te desagradan. Recuerda que todos los trabajos tienen aspectos desagradables.
Haz ejercicio. Sal a dar un paseo, andar en bicicleta, usa las escaleras. Ser más activo en tu vida cotidiana es una buena manera de empezar.
Intenta ayudar a los demás. Es bueno para ellos y para ti.
Presta atención a tu vida espiritual. Baja la velocidad. Siéntate en silencio. Escucha tu voz interior. Dedica tiempo a pensar en las cosas que te proporcionan paz, belleza y serenidad en la vida. Encuentra el valor de seguir tu propio camino espiritual si ninguna religión te llena.