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2024-12-18 07:45:56

Síndrome del quejumbroso

Si ustedes son de los que les molesta hasta que la mosca pase y TODOS sus problemas son por culpa de los demás, dejen de vivir en sufrimiento y párenle a su agonía. Les decimos cómo.

mayo 4, 2017

Aura Medina De Wit
Psicoterapeuta
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• Es entendible que todos nos sintamos de repente con ganas de quejarnos, de culpar a alguien por todo lo que nos pasa en la vida.

• El problema es cuando esta forma de ver la vida, de comportarnos y hablar se vuelve un patrón de vida, una forma incluso de llevar una conversación con alguien más.

• El problema con este hábito, que no solo seremos vistos por otros como personas sumamente negativas a quien evitar, además el quejarnos constantemente afecta nuestra vida, y afecta la forma en que vemos a los demás y a nosotros mismos.

• Quejarse continuamente y culpar a otras personas o situaciones es un patrón adictivo, una conducta sumamente negativa que incluso afecta nuestra autoestima.

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Aquí les van otros puntos a considerar acerca de este tema:

Síndrome del quejumbroso
• Seguro conoces a ese tipo de personas que se quejan hasta porque pasó una mosca, que culpan a otras personas o situaciones por sus infortunios, que no les agrada nada y tiene problemas continuos de salud.
• Antes de que te contagien de su pesimismo y te contamines con el síndrome del quejumbroso, aléjate de inmediato porque es dañino para tu salud.
• Está comprobado científicamente, que el cerebro humano tiene la capacidad innata de reproducir las actitudes que hay en nuestro entorno social.
• Este proceso se llama reflejo neuronal y es la base de nuestra capacidad de empatía, pero también es el reproductor de actitudes negativas.
• Quejarse continuamente tiene efectos destructivos en el cuerpo humano. El primero es a nivel neuronal, ya que se predispone al cerebro a hacerlo de forma natural.
• Un estudio de la Universidad de Stanford demostró que las quejas continúas reducen el hipocampo, un área del cerebro primordial para la resolución de problemas e ideas complejas.
• Otro efecto desastroso es que, con cada queja y pensamiento negativo, tu cuerpo se llena de cortisol, la sustancia que produce el estrés.
• Así, no solo estás estresado, sino que el sistema inmune reacciona para defenderse y esa lucha constante hace que bajen las defensas y seas propenso a enfermedades crónicas.
• Recuerda que la forma en que pensamos determina nuestras emociones, por lo que si sientes enojo o ira, descubre qué es lo que provocó estos sentimientos.
• Luego, cambia las quejas por agradecimientos. No se trata de agradecer todo, sino las cosas buenas que pasan en tu vida.
• Según investigaciones la Universidad de California, las personas que tienen actitudes de gratitud tienen un mejor estado de ánimo.
• Y no solo mejora su sentir emocional, sino también su capacidad física y mental, provocando un cambio visible en la forma en que actúan.
• De esta manera, si crees que la situación lo amerita, entonces quéjate, pero no lo hagas siempre y por cosas insignificantes ¡por favor!

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El primer paso para lidiar con esto es darnos cuenta que lo estamos haciendo y reconocer que esto es un verdadero sabotaje a nuestras vidas.
• Cuando nos quejamos y culpamos, estamos siendo tomados por un condicionamiento de víctimas y una creencia que las dificultades nos suceden por algo externo.
• Cuando estamos en esta energía, nos sentimos incapaces y sin ningún poder, nuestra parte emocional inmadura nos toma.
• En este estado de inconsciencia nada sucede, nada cambia en nuestras vidas y así seguirá hasta que tomemos responsabilidad por lo que está sucediendo.
• Recuerda que la negatividad atrae negatividad.
• Nuestra verdadera transformación es ver lo que estamos haciendo y apropiarnos de eso. Dejando el juicio a un lado, simplemente observar nuestras conductas.

El Segundo Paso es notar si estamos justificando nuestra negatividad, creyendo que nuestras quejas y formas de culpar a otros son verdaderas, que tienen razón de ser, etc.
• Es importante darnos cuenta que no hay una verdadera razón para quejarnos y culpar.

El tercer paso es entender porque lo hacemos.
• Muchos de nosotros hemos sido condicionados a ser negativos porque absorbimos la negatividad de nuestros padres o quizá nuestra confianza fue muy golpeada cuando éramos niños y la forma en que fuimos tratados aplastó nuestro entusiasmo hacia las personas y hacia la vida.

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El cuarto paso que nos ayuda a detener la queja y el culpar es conectarnos con la emoción que esté debajo de esa conducta, en ese momento en que nos cachamos en este modo negativo.
• En corto, para detener las quejas y las culpas, nos hacemos conscientes de que lo estamos haciendo, dejamos de justificarlo, entendemos de donde vienen esos pensamientos y conductas negativas, hacemos a un lado el juicio y nos conectamos con lo que está debajo.
• En un inicio requiere de mucha atención y presencia el poder darnos cuenta, pero poco a poco aprendemos a “cacharnos” cuando estamos cayendo en estos patrones y en vez de perdernos en estos, aprender a tomar responsabilidad y encontrar formas para cambiar eso que nos molesta.
• Recuerda que la forma en que pensamos determina nuestras emociones, por lo que si sientes enojo o ira, descubre qué es lo que provocó estos sentimientos.
• Luego, cambia las quejas por agradecimientos. No se trata de agradecer todo, sino las cosas buenas que pasan en tu vida.

mayo 4, 2017