Dr. Enrique Tamés
Decano de la Escuela de Humanidades y Educación Región del Norte, del Tecnológico de Monterrey.
TW:@enriquetames
Uno de los grandes temas del presente inmediato, de nuestra cotidianidad es preguntarnos: cómo van nuestras relaciones, nuestras relaciones humanas. Hemos vivido encerrados en los más recientes meses y este fenómeno ha trastocado nuestras relaciones humanas de manera profunda, ¿qué relaciones?
Las relaciones con la gente de nuestra cotidianidad: con el mínimo contacto con la mayoría de la gente con la que usualmente teníamos relaciones cotidianas. Estas relaciones son importantes porque regulan nuestra emocionalidad a corto plazo.
Con todos los que ahora mantenemos una relación a través y sólo a través de un dispositivo: con un contacto manipulado o trastocado o forzado por internet, por las benditas o las malditas redes sociales.
Con la familia inmediata: con el exceso de contacto con el círculo inmediato, con aquellos con los que vivimos bajo el mismo techo.
El confinamiento ha hecho que en esta triple dimensión nos hayamos reinventado constantemente, con sus respectivos ajustes y costos emocionales. No ha estado fácil para la mayoría de nosotros. Ahora, acercándose la posibilidad del regreso a una cierta normalidad, o a una nueva normalidad, vienen otra serie de ajustes muy importantes, y debemos estar atentos y prepararnos…
Vale hacernos la pregunta que se viene en las relaciones humanas en el mundo post covideano que se acerca. ¿Qué va a pasar ahora que regresamos a esta supuesta normalidad? ¿o a una especie de normalidad? ¿o a una nueva normalidad? ¿las cosas serán igual que antes? ¿el antes será igual que antes?
El antes no será igual, y pensemos en un simple ejemplo: Siempre he pensado que la cultura que mejor abraza es la mexicana. La cultura mexicana es una cultura que siente, que tienta, que toca, que agarra, y que obvio, con lo que viene, esto tiene que cambiar… ¿Cómo mostrar, mostrarnos, ante una nueva realidad distante? Hay culturas que casi no se tocan, que no se acercan (Alemania), que no quiere decir que no hay cuidado emocional o cercanía emocional (países escandinavos), quiere decir que las cercanías física y emocional no van de la mano… hay culturas más cachondas que otras (latinas): se puede notar en el cuerpo, en el espacio físico (cercanía-lejanía), pero también en el lenguaje y en otro registros que en teoría no tendrían por qué modificarse en un entorno de nueva normalidad (los chinos tienen un sentido distinto de “espacio vital”)…
¿Qué va a pasar ahora que regresamos a la nueva normalidad con el tema del distanciamiento social? Hay una dimensión real, científica, que va a afectar en nuestras relaciones dado este distanciamiento.
Problemas del distanciamiento social:
la falta de contacto físico inhibe la producción de endorfinas y alenta el sistema inmunológico. Acostumbrarnos a esta nueva normalidad, desde un punto de vista evolutivo, tardaría miles de años.
La comunicación humana se afectará: los gestos y los microgestos o microexpresiones como los llama Pauk Ekman (Lie to me), no se notarán, hablar al oído, en secrecía, con gestos, etc, no se hará, o se hará mínimamente.
El distanciamiento no solo afecta la vista sino también los olores, y apenas estamos comenzando a entender el gran papel del olor en las relaciones humanas, ya que juegan un papel importante en: la empatía, en detectar la enfermedad, la emocionalidad del otro, etc.
Reconocer las aglomeraciones o las cercanías comienza a mandar señales de alerta al cerebro, lo que estigmatiza, estresa… Cuando regresemos a las aglomeraciones, se generarán muchas señales de alerta y por tanto pánico, ansiedad, agorafobia.
Y todo esto puede generar en el corto y largo plazo temas de segregación, relaciones de “primera”, de “cercanos”, de “similares”, y relaciones de “segunda”, de “distintos”, “diferentes”…
Conclusión:
De acuerdo a la encuesta Ipsos Mori, en este momento: la mayoría de los personas en muchos países prefieren no regresar a la nueva normalidad hasta no encontrar una vacuna contra el covid19:
70% de británicos.
60% de americanos.
60% de australianos.
70% de canadienses.
50% de franceses.
El regreso será complicado mientras existan estos porcentajes tan altos de rechazo. En cuanto a las relaciones humanas, podemos hacer preguntas muy básicas, elementales, pero que significan mucho para la mayoría de los seres humanos, sobre todo cuando están ausentes:
¿qué será el sustituto de un simple saludo de manos?
¿de un simple beso?
¿de un abrazo?
¿Una caravana?
¿Choque de codos?
¿Una mirada?
Recordemos que los seres humanos somos seres ultrasociables, y desde nuestros antepasados primates una de los componentes fundamentales de la evolución humana ha sido la crianza cercana, cercanísima con la madre, los hermanos, amigos, parejas: ¿cómo se verán estás productoras maravillosas de endorfinas como la risa, el canto, el baile, los cuentacuentos, etc., sin las caricias, los toquidos y sin los besos?
Muy pronto lo vamos a averiguar.