Gaby Pérez Islas
Tanatóloga, logoterapeuta, y autora de los libros Cómo curar un corazón roto, Elige no tener miedo, Viajar por la vida y la niña a la que se le vino el mundo encima.
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La presión del grupo social y la familia siempre existe pero llega un momento en el que ya no puedes más con ese empujón bien intencionado que quieren darte y te preguntas si está bien ya no querer más.
Ejemplos:
No quiero crecer profesionalmente por todo lo que ello implica
No quiero seguir en este matrimonio aunque todos me digan que estoy loco
No quiero un trabajo que me da muchas comodidades pero ata mi tiempo
No quiero irme de casa de mis padres aunque todos digan que ya es tiempo
No quiero tener hijos aunque ya tengo 35 años
Ser adulto implica tres cosas:
Saber poner límites
Defender las propias posturas
Enfrentarse con la pérdida
Hacerte cargo de ti significaría 4 cosas:
Pensarnos y tenernos en cuenta
Considerar nuestras necesidades y satisfacer nuestros gustos
Dejar de criticarnos y condenarnos a perpetuidad por nuestros errores
Sana con amor nuestras heridas
Este es el principio de todo trabajo personal. El preguntarte cuál es tu guión de vida, a dónde vas y que es lo que quieres tú. No los demás.
Debemos aprender aunque duela, que muchas personas a nuestro alrededor no están dispuestas a acompañarnos en la decisión de ser quien somos. Debemos seguir el rumbo elegido por nosotros sin miedo a que esa persona que me interesa o quiero no vaya a querer acompañarme en el camino. Sino podemos encontrar quien nos acompañe en el camino, lo ideal sería poder contar con nuestra propia mirada de aceptación.
Si algún día llegamos a ser padres deberíamos de conceder a nuestros hijos el mismo permiso que aprendimos a darnos. El permiso de decidir y hasta de equivocarnos.
A) traza tu rumbo
B) Escribe tu guión de vida
C) rompe los condicionantes que vienes arrastrando desde generaciones atrás. ¿Qué vienes cargando por otros?
Para lograr lo anterior tienes que estar dispuesto a afronta con valor la despedida de quien no te deje ser quien eres. Para reclamar lo que es tuyo necesitas estar convencido de que te pertenece, eso se llama autoestima.
Respetar el derecho de cada quien a decir que NO. Para ello debemos de espantar a tres fantasmas que culturalmente nos persiguen y no nos dejan cumplir nuestra misión de ser felices: Miedo, culpa y vergüenza.
De niños es muy normal que busquemos agradar a nuestros padres y maestros pero deja de serlo cuando de grandes seguimos anclados a la insaciable búsqueda de atención y aprobación.
Quienes no han desarrollado la capacidad de defender sus derechos tienden a sobrevalorar la fuerza y la habilidad del otro.
Erich Fromm decía que el hombre debe de evitar convertirse en el instrumento de otro.
No agobiarnos entre la mirada ajena, la necesidad de su aprobación y el temor a la crítica o abandono del otro.
¿Qué pasa si le digo que no, si me niego a hacer lo que no quiero, si pongo límites?
Nuestras fantasías son:
Se enojará conmigo
Pensará que soy mala persona
Dirá que no lo quiero lo suficiente
Me guardará rencor
Se irá con alguien que siempre le diga que sí
Dirán que soy un mediocre
Jorge Bucay dice que antes de decir que sí pienses en ti y antes de decir que no, pienses en el otro. Si le decimos que no a alguien seguro frustramos sus expectativas pero eso no significa que dejes de quererlo. Que no hagamos su voluntad no significa que no lo tomes en cuenta.
Privilegia tu necesidad sin despreciar la de los demás.
Sólo quien sabe decir que no sabe decir que sí a sí mismo.
Bibliografía recomendada:
Como curar corazón roto
Viajar por la vida
La niña a la que le vino el mundo encima
Elige no tener miedo: Cómo aprender a vivir después de un gran dolor
