¿Son de los que se olvidan rápido de sus objetivos porque pierden la motivación? Les explicaremos la psicología de la constancia y conseguir todo lo que quieran.
No dejen de pasar la oportunidad de sacarle provecho a la psicología de la constancia y ser mejores personas, además de alcanzar las metas que siempre se propongan.
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¿Qué es la psicología de la constancia?
La buena noticia es que la constancia no es un rasgo fijo de personalidad, sino una habilidad que podemos entrenar. La clave está en entender los bloqueos mentales que nos sabotean y en el reprogramarnos para sostener el esfuerzo.
Todos hemos sentido esa chispa o interés inicial al comenzar algo nuevo: el gimnasio, un negocio, un curso, un proyecto personal… Al principio hay emoción, energía y grandes expectativas. Con el tiempo, esa euforia se desvanece, el esfuerzo empieza a sentirse pesado y la idea de rendirse se vuelve tentadora. ¿Por qué sucede esto? No es falta de talento ni de disciplina, sino un problema de programación mental.
3 razones por las que nos rendimos antes de tiempo
“Síndrome del Gran Iniciador”: Nos enamoramos de la emoción del arranque, pero no estamos preparados para la monotonía del proceso. Esperamos que todo sea emocionante y olvidamos que el progreso real es lento y repetitivo.
El cerebro odia la percepción de no avance. Si no vemos avances rápidos, la mente nos dice que estamos perdiendo el tiempo. Necesitamos aprender a notar pequeñas mejoras para evitar caer en la frustración.
Confundimos el esfuerzo con el Sacrificio. Creemos que ser constantes significa “sufrir” o hacer sacrificios extremos. Pero la verdadera constancia no es forzarse, sino encontrar una forma sostenible de avanzar sin agotarnos. El diálogo interno es fundamental, para bien y para mal.
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Datos científicos que explican la falta de constancia
El córtex prefrontal se cansa. La fuerza de voluntad es un recurso limitado. Roy Ballester, en su estudio sobre el autocontrol, descubrió que la disciplina funciona como un músculo: se fatiga si se usa en exceso (Baumeister et al., 1998).
La dopamina y la adicción a la gratificación inmediata. Robert Sapolsky, neurocientífico de Stanford, explica que nuestro cerebro libera dopamina (el químico del placer) cuando anticipa una recompensa. Las redes sociales, la comida rápida y el entretenimiento digital están diseñados para generar descargas constantes de dopamina, lo que nos vuelve impacientes y reduce nuestra tolerancia al esfuerzo prolongado (Sapolsky, 2017). Esto explica por qué preferimos ver un video de TikTok que hacer ejercicio o estudiar.
El efecto Plateau, cuando parece que no avanzamos. George Leonard, en su libro Mastery, documentó cómo todo proceso de aprendizaje tiene fases de estancamiento, donde el cerebro está ajustando conexiones, pero el progreso no es visible. En esta etapa es cuando la mayoría abandona, porque sin señales de avance, el cerebro interpreta que el esfuerzo es inútil (Leonard, 1992). Sin embargo, el verdadero crecimiento ocurre en la acumulación invisible del esfuerzo, no en los grandes saltos de progreso.
La paradoja del tiempo y la paciencia. Philip Zimbardo, en su estudio sobre la percepción del tiempo, descubrió que quienes ven el futuro como algo lejano tienen menos disciplina para sostener un esfuerzo prolongado (Zimbardo; Boyd, 2008). En cambio, quienes entrenan su mente para ver el largo plazo como algo tangible son más constantes y resilientes.
5 estrategias para entrenar la constancia sin sentirle como un castigo
Convierte la constancia en tu identidad: No se trata de “intentar”; ser disciplinado, sino de definirte como una persona constante. En vez de decir “quiero ser más disciplinado”, di: “yo soy alguien que cumple lo que empieza”.
Crea microvictorias diarias. El cerebro necesita sentir progreso. Registra pequeños avances todos los días, aunque sean mínimos. La suma de microavances evita la sensación de estancamiento. Usa el método “Solo 5 minutos”. Cuando no tengas ganas, hazlo solo por 5 minutos. Esto elimina la resistencia inicial, y una vez que empiezas, es más fácil continuar.
Diseña un entorno que te obligue a Seguir. No dependas de la motivación. Rodéate de recordatorios, sistemas y personas que te mantengan en el camino. La constancia no es solo fuerza de voluntad, sino también un entorno bien diseñado.
Aprende a enamorarte del proceso. No pongas toda tu felicidad en la meta final. Encuentra placer en el camino, en los pequeños avances y en la repetición diaria. Quienes logran cosas grandes aprenden a disfrutar la práctica, no solo el resultado.
Este enfoque cambia por completo la forma en que vemos la constancia. No se trata de “aguantar” o “sufrir”, sino de crear un sistema que haga que la repetición sea inevitable. Pero al final, no gana el más talentoso, sino el que sigue avanzando cuando los demás se rinden.
Nuestro cerebro dirige cada decisión que tomamos, pero su diseño natural prioriza lo fácil y lo inmediato. Nos impulsa a procrastinar, nos hace dudar cuando el progreso no es visible y nos engaña haciéndonos creer que el esfuerzo es inútil.
Experta: Julieta Manzano. 30 años de experiencia en Recursos Humanos con Maestría en el ITAM y en Ashridge, Londres. Es responsable de nuevos negocios, negociaciones comerciales y desarrollo de nuevos productos en Mercer México. Conferencista y autora del libro «Street Smart. ¿Cómo descifrar el líder que puedes ser?».
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