Dr. Manlio Fabio Márquez
Cardiólogo, especialista en arritmias. Coordinador de la Alianza contra la Muerte Súbita Cardiaca. Secretario de la Sociedad Latinoamericana de Electrofisiología y Estimulación Cardiaca. Miembro de la Academia Nacional de Medicina.
manlio.marquez@gmail.com
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Lo primero para tener un corazón sano depende de tomar buenas decisiones y el inicio de año siempre es buen momento para hacerlo.
Mantén tu peso ideal conociendo tu índice de masa corporal (IMC): Es una medida que relaciona la estatura con el peso y que sirve de guía para determinar si la persona tiene un peso saludable en relación a su talla o si, por el contrario, sufre de sobrepeso u obesidad.
Haz una rutina de ejercicios de al menos 150 minutos semanales, de alguna actividad moderada a intensa: El ejercicio físico, junto a una dieta equilibrada, es esencial para mantener a raya las enfermedades cardiovasculares. Estar en movimiento permite al corazón bombear sangre hacia el cuerpo de manera más eficiente. Aquellas que entrenan regularmente reducen los riesgos de padecer problemas o enfermedades cardíacas.
La OMS recomienda una actividad física aeróbica continua (carrera a pie, ciclismo, natación) en combinación con actividad física intermitente (deportes de equipo: fútbol, balonmano, juegos de pelota…), al menos 5 días a la semana, entre 30-90 minutos de duración y una intensidad equivalente al 55-90% de la frecuencia cardiaca (FC) máxima.
Comer alimentos saludables: Se ha asociado a mejoras en la salud del corazón, beneficios para la diabetes tipo 2, mantenimiento del peso ideal y una mayor longevidad. El 16 de noviembre de 2010 la dieta mediterránea fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad está basada en los patrones alimenticios de países como España, Portugal, Francia, Italia, Grecia y Malta. Las características principales de esta alimentación son un alto consumo de productos vegetales (frutas, verduras, legumbres, frutos secos), pan y otros cereales (siendo el trigo el alimento base), el aceite de oliva como grasa principal, el vinagre y el consumo regular de vino en cantidades moderadas.
Reduce en un 30% el riesgo de padecer diabetes tipo 2, sin necesidad de reducir la ingesta calórica, el peso o realizar ejercicio físico.