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2024-11-19 23:43:40

Alegadores profesionales

Les vamos a decir qué onda con los “alegadores profesionales”, sus tipos y los efectos que causa en otros toparse con alguien así.

febrero 1, 2022

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
TW: @marioguerra

Hay personas que hablan, opinan y articulan sus ideas para aportar o mejorar una situación y otras que lo hacen como cediendo a un impulso o incluso para dominar y tener la razón sobre los demás. Hablamos hoy de los “alegadores profesionales”, sus tipos y los efectos que causan en otros toparse con alguien así.

¿A qué llamamos un alegador profesional?
Una persona que, en una conversación o discusión, no deja de hablar u opinar a pesar de que eso ya no tenga ningún efecto positivo para el tema a discutir, el asunto a resolver o en las personas participantes.
Incluso cuando la conversación ya ha terminado, pueden volver a la escena o marcar a la persona para decirles algo que se les acaba de ocurrir y que tienen el impulso de sacar de inmediato y ceden al impulso.
Digamos que es como si tuvieran una pérdida de control de sus “esfínteres verbales” y hasta pueden padecer de verborrea.
Las personas con verborrea hablan sin parar, con poco feedback con la persona que le escucha.

Pero hay de alegadores a alegadores…
El alegador asertivo
Es el que expresa lo que siente y piensa y, de ser necesario, defiende sus puntos de vista.
Ofrece argumentos y aporta a la conversación algo útil, interesante o esclarecedor.
Sus alegatos tienen propósito, lógica y perspectiva.
Suelen ser personas respetuosas de los otros y sus opiniones.
Suele saber dónde y cuándo detenerse, pero no se queda callado ante lo que considera una injusticia.
¿Cuál suele ser la causa de este comportamiento?
Es una persona que aprendió a exponer sus puntos de vista sin temor a represalias o burlas de los demás. Es muy probable que en la niñez haya sido escuchado e incluso motivado a participar.
¿Es malo ser así?
No, aunque algunas personas tímidas o temerosas suelen proyectar en ellos sus inseguridades y sienten una especie de “pena ajena”, como cuando se quejan por un mal servicio recibido.

El alegador “porque sí”
Es una persona que habla, interviene y participa en una conversación para lo que sea. Por ejemplo para: opinar, corregir, aportar, decir, ejemplificar, clarificar, detallar, quejarse u oponerse.
Suelen siempre creer que saben de todos los temas y sienten el impulso de agregar algo a la conversación, así sea algo que ya se haya dicho o que realmente no aporte mayor cosa.
Frecuentemente no ven la necesidad de parar, no sienten que están siendo alegadores y no es que tengan necesidad de decir la última palabra, sino que hay una gran necesidad de hablar y decir.
En realidad no paran porque no escuchan lo que dicen los demás para aprender o detectar cuando ya ha quedado razonablemente agotado un tema, sino para tener más argumentos para hablar.
¿Cuál suele ser la causa de este comportamiento?
Muy frecuentemente aprendizajes familiares y ansiedad.
¿Es malo ser así?
No propiamente malo, sino un tanto agotador para los demás, especialmente si se enganchan con este comportamiento.
Si cuando el alegador alega, los demás le responden, entonces le están dando más argumentos para seguir alegando.
En un extremo, podrían incluso padecer alguna forma de aislamiento por parte de los otros, como cuando alguien dice “mejor no le digas nada porque va a empezar a alegar”.

El alegador tóxico
Es un alegador que suele ser reactivo, conflictivo y agresivo.
Suelen ser testarudos (como el alegador “por que sí”) y de mente cerrada (no están interesados en los argumentos de los demás y no están dispuestos a cambiar su punto de vista en favor del de otro).
Sus alegatos carecen de un propósito saludable, lógica y perspectiva.
Por ejemplo:
Un alegador tóxico puede ponerse a discutir acaloradamente con el conocido de un conocido sobre la posibilidad de la existencia de vida basada en el carbono en la constelación de Orión, lo cual no tiene ningún propósito (aparte de sentirse superior), ninguna lógica (no estás cambiando la mente de nadie) y ninguna perspectiva (no hay empatía en lo que estás haciendo).
¿Cómo saber si lo eres?
Responde si o no a estas preguntas:
No pasa un día sin que tengas una discusión con alguien.
Sentir que tienes control y poder sobre todos y todo, todo el tiempo, es fundamental para ti.
Otras personas, no tú, siempre tienen la culpa de iniciar una discusión.
Las opiniones y sentimientos de los demás no te importan.
Te sientes bien contigo mismo cuando inicias y participas en discusiones, por lo que no puedes dejar de alegar.
Lo peor del mundo es sentir que estás equivocado.
Las relaciones llenas de conflicto son normales para ti.
¿Cuál suele ser la causa de este comportamiento?
La inmadurez, inestabilidad y baja inteligencia emocional.
Lo que los hace inhábiles para detectar que pueden estar haciendo daño a otros o a sus relaciones con esas actitudes.
Son incapaces de hacer pausas para reflexionar, por eso son tan reactivos.
Posiblemente, en algunos, una gran necesidad de tener la razón como una forma de ser valorados (aunque causan exactamente el efecto opuesto).
¿Es malo ser así?
No reconocen su forma de ser como tóxica. De hecho puede que se sientan como un alegador asertivo.
En su cabeza encuentran argumentos que los justifican para ser así, como por ejemplo:
“La gente es tonta, no sabe nada, me desespera…”
“Alguien lo tenía que decir, no entienden de otra forma, ni modo que me quedara callado…”
No es el que aleguen en sí lo que es dañino; podrían ser como el alegador asertivo.
Lo malo son las razones por las que lo hacen (para tener la razón o ganar a otros) y la forma (interminable, agresiva y a veces hasta humillante).

¿Qué efectos en general causan los alegadores “por qué sí” y los “tóxicos”?
Son desgastantes.
En sus relaciones causan estrés residual y fatiga mental sin razón alguna.
Abusan del tiempo de los demás.
Si no van a ninguna parte en concreto, que no sea su necesidad de hablar o de tener la razón, bien podrían ahorrarse valiosos minutos de vida dejando que los demás hagan algo más agradable o de utilidad.

¿Hay remedio?
Si eres un alegador profesional, del tipo que sea, hazte estas preguntas:
¿Realmente es tan importante lo que estoy diciendo para mi y para otros?
Puede que le estés dando más importancia a lo que tu cabeza te obliga a decir de lo que en realidad la tiene.
¿Estoy aportando algo o ayudando a que esta persona cambie su punto de vista con esta discusión?
Si esto es así, probablemente te darán las gracias. Si no, es probable que te des cuenta en su actitud que lo que haces no hace mucho bien.
¿Estoy realmente tomando en cuenta la opinión y estado emocional de los demás?
Es decir, ¿estás abierto a otros puntos de vista o realmente crees que siempre tienes la razón y que siempre los demás son unos imbéciles?
Hay un fenómeno que se llama proyección, por cierto.
¿Qué estoy tratando realmente de lograr o qué obtengo de esto?
Que tu respuesta sea algo realmente útil, no sólo placentero para ti.
A lo mejor a tí te satisface ganar o tener la última palabra, pero eso no implica que sea bueno, sólo satisfactorio temporalmente, como cuando sientes que pusiste al otro “en su lugar”.
Si lo que obtienes es algo “egoísta”, muy probablemente eres un alegador tóxico.
La idea con esta pregunta es que la respuesta sea algo como:
“Estoy logrando que esta persona tome conciencia y haga un cambio voluntario en su forma de ser para que tenga una mejor calidad de vida y juntos podamos interactuar mejor”.
“Gracias a mis aportaciones la relación familiar o de pareja es ya más armoniosa”.
Si no tuviera idea de quién es esta persona, ¿alegaría de la misma forma que lo estoy haciendo?
Si la respuesta es sí, entonces es probable que sí seas un alegador profesional.
Si la respuesta es no, es probable que tengas cuentas pendientes o resentimiento con esa persona por alguna razón.
Quizá incluso algo proyectes en ella, especialmente si no es alguien con quien hayas tenido relación previamente y le estás cobrando facturas ajenas.

Si interactúas con uno

Tú también requieres de una gran inteligencia emocional para no engancharte, especialmente con el alegador tóxico.
Haz pausas.
Para evitar ser arrastrado a su infierno de caos emocional.
Pregúntate:
¿Realmente tengo que seguir discutiendo con esta persona?
Si la respuesta es no, aléjate.
Si la respuesta es sí, pregúntate cuál es el tema realmente importante y quédate en él, ofreciendo evidencia y hechos, no opiniones solamente.
Puede que tu tarea no sea la de convencerlos, sino de exponer tu punto de vista.
¿Vale la pena mi tiempo?
Incluso tengas que replantearte tu permanencia en ese trabajo o relación, si es que es inevitable tener que interactuar con una alegador profesional.
Tu salud mental está de por medio.

febrero 1, 2022