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2024-12-21 18:34:26

Deja de sabotear tu vida

Todos queremos alcanzar metas y realizar sueños, pero a veces, cuando vamos a iniciar el camino, o ya lo tenemos bien avanzado, algo ocurre que echa todo por tierra. ¿Es la mala suerte?

mayo 18, 2021

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
TW: @marioguerra

Todos queremos alcanzar metas y realizar sueños, pero a veces, cuando vamos a iniciar el camino, o ya lo tenemos bien avanzado, algo ocurre que echa todo por tierra. ¿Es la mala suerte? ¿Una conspiración universal en nuestra contra? ¿O será posible que haya algo en nuestro interior que desea lo mismo que más teme y por eso no podemos avanzar?

¿Qué es el auto sabotaje?
Es actuar en contra de tus propias metas, planes o intereses.
Es crear problemas en la vida diaria, o hacer algo tonto, que interfiere con tus metas a largo plazo, especialmente aquellas que defines como muy importantes en áreas como:
Trabajo.
Relaciones.
Estudios.
Proyectos de vida.
Digamos que en vez de apuntar a tus objetivos, apuntas y disparas hacia tu propio pie.
Todo esto sucede, muy frecuentemente, de forma inconsciente.

¿Cómo nos auto saboteamos?
Procrastinando.
Como cuando dejas todo para el último porque dices que trabajas mejor bajo presión, de pronto te da mucho cansancio, sueño o “flojera” justo antes de iniciar algo importante o cuando descubres de pronto que a tus cajones les hace falta orden y limpieza “inmediatos”.
Con distracciones y olvidos.
Encuentras algo más interesante que hacer como ver otro capítulo de tu serie, divagas por las redes sociales o te entretienes chateando con un amigo justo en el momento que estabas a punto de empezar o en el momento en que sentiste que dejabas de fluir como tú querías.
A veces incluso la distracción es con “la nada”; es decir, perderse en el espacio filosofando sobre la vida o el orígen de las especies.
Olvidar fechas límite de manera recurrente; por ejemplo, la fecha de pago de tu tarjeta de crédito o la de un trámite muy importante.
Abandonando o arriesgando lo que nos hace bien.
Como cuando caes en “tentaciones” que derrumban lo ganado o construido.
Como cuando engañas a tu pareja, arriesgando o rompiendo tu relación.
Como cuando interrumpes una rutina de ejercicio o la adopción de un estilo de alimentación más sano.
Como cuando gastas lo que llevabas ahorrado para tu proyecto o de pronto haces una mala inversión y lo pierdes todo.
Agrediendo tu salud, economía o relaciones de forma activa o pasiva..
Hablando o tratando de manera agresiva a un ser querido cuando trata de ayudarte.
Bebiendo alcohol.
Autolesiones.
No hacerte chequeos o no asistir a las consultas médicas.
Olvidar recurrentemente tomar tus medicamentos.
No llamar a tus amigos en su cumpleaños.
No yendo a cancelar el servicio de internet que ya no usas porque “te de flojera” o nunca tienes tiempo.
O como cuando dices que ahora si (en cualquier momento en el futuro inmediato), te vas a hacer cargo de cualquier cosa pospuesta.
Pensamientos y conversaciones con tu voz interior.  Esto incluye:
Minimización (ahorita lo empiezas, hay tiempo…)
Catastrofización (ya ni lo intentes, no vas a acabar);
Juicios (no vas a poder, esto está muy difícil y tú no entiendes nada);
Lectura de pensamiento (ya ni te esfuerces, de todos modos tu pareja ni te va a creer);
Perfeccionismo (si no lo vas a hacer “como se debe”, mejor ya ni lo hagas), etc.
Atribuyendo tus malos resultados a factores externos.
La mala suerte.
La mala voluntad de alguien.
Por haberte puesto una traba o no haberte querido ayudar.
Las circunstancias.
La pandemia, el cambio de horario

¿Por qué no nos damos cuenta?
Porque muchas veces esas conductas son sutiles y nos disocian del estrés y la ansiedad que estábamos sintiendo; es decir, nos ofrecen cierta tranquilidad o bienestar inmediatos y no se perciben como algo dañino, especialmente cuando nos referimos a eso que hacemos como “fue tantito”, “fue un ratito”, “fue poquito” o “nomás otro bocadito”.
Claro, posteriormente el precio a pagar es alto cuando aumenta el estrés y la ansiedad y entonces se forma un círculo vicioso.
Son conductas que ya normalizamos, dejamos de identificar, cuestionar y combatir.
Si eres el encargado del acceso a un lugar y te dicen que desde mañana todos deben portar la nueva identificación, a veces es probable que dejes pasar a un viejo conocido que ves todos los días y que te saluda amablemente, ¿no es así?

¿Por qué nos hacemos esto?
Como castigo.
Como cuando tienes baja autoestima, lo que provoca en ti sentimientos de inutilidad, la creencia de que no mereces el éxito e incluso el odio a ti mismo.
Esto hace que sabotear tu vida sea “tu merecido”
Como defensa.
Pocas veces se ve al autosabotaje como un mecanismo de defensa o protector.  Aunque el deseo de lograr algo sea grande, cuando aparece el miedo, este bloquea todo intento de seguir avanzando.   Es como si el deseo de reducir las amenazas fuera más grande que el deseo de avanzar.
¿A qué podemos tener miedo?
Defraudar o decepcionar a otros.
Esto incluye la humillación pública.
A que ni aún dando lo mejor de ti obtengas lo que quieres.
Un ejemplo de esto es como cuando te quedas atrapado en la procrastinación:
Si fallas, todos te verán como alguien fracasado (miedo al fracaso).
Si tienes éxito, seguro esperarán más de ti o creerán que eres alguien engreído (miedo al éxito).
A veces te defiende de algo que realmente no deseas hacer.
Pero como crees que es lo correcto, que es lo que se supone que se espera de ti o lo que va a dar gusto a otros, te mantienes diciendo que lo deseas, pero la lucha interna es implacable:
“No quiero, pero siento que debo”.
Intentos de control.
De tu propio fracaso.
Es mejor decir que se fracasó por flojo que por tonto.
Cuando te saboteas, controlas las causas de tu fracaso, para cubrir las que te harán sentir más vulnerable.
De los demás.
Como cuando el papel de “a quien todo le sale mal” despierta compasión en otros y (al menos por algún tiempo) muchos tratan de colaborar y encontrar la manera de ayudarte.
Evidentemente hasta que se dan cuenta que tú no haces nada por ti mismo y entonces todos se alejan, confirmando tus fantasías victimistas.
Aprendizaje
Como cuando en la infancia un padre o madre atemorizados nos hicieron ver que decidir era arriesgado.

¿Cómo nos afecta?
Erosiona la confianza en ti mismo.
Afecta a tu autoestima y respeto por ti mismo.
Te sientes insuficiente, culpable y con frustración.
Daña tus relaciones.
Te hace minimizar tus logros.

¿Qué podemos hacer?
Muchos piensan que todo esto se resuelve con decisión y fuerza de voluntad.  Para quien así sea, estupendo.  Para la mayoría no es tan simple.
Como el problema está arraigado en la baja autoestima, la infancia y la ansiedad; es imprescindible darse cuenta que muchos de tus temores al “qué dirán”, o a las consecuencias catastróficas que temes, son en realidad proyecciones que tu mente hace en los demás; es decir, el problema está dentro de ti y la solución también.
Muy frecuentemente identificarás una voz interior que te limita, te critica y te miente.  Esa voz interior puede provenir de voces de autoridad de la infancia y niñez; no se trata de desafiarlas, sino de dejar de otorgarles tanto poder.

mayo 18, 2021