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¿Dices que eres tu peor enemigo?

Para todos los que sienten que son su peor enemigo, que se la pasan metiéndose el pie, que no terminan de entender por qué a veces toman decisiones absurdas.

diciembre 17, 2019

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.
TW: @marioguerra

Muchos nos proponemos metas, queremos tener logros y hasta alcanzar las estrellas. Lamentablemente más bien terminamos estrellados y frustrados porque, a veces casi a punto de lograrlo, todo se viene abajo por alguna decisión, actitud o conducta absurda que nos aleja de nuestro objetivo. ¿Por qué si decimos que queremos mucho algo acabamos por auto sabotearnos? ¿Será verdad eso de que a veces somos “nuestro peor enemigo”?

¿Por qué decimos a veces que somos nuestro peor enemigo?
Esta expresión suele usarse cuando nuestras acciones acaban por dañarnos peor que si lo hiciera una persona ajena y que nos odia.
A esto frecuentemente se le conoce como autosabotaje.

¿Qué es el autosabotaje?
Es una actitud o comportamiento, generalmente inconsciente y psicológicamente destructivo, que se dirige hacia uno mismo y que se interpone entre nosotros y nuestros deseos de lograr algo.
Puede ser
Activo: Hacer algo que nos aleja de una meta o nos provoque algún daño.
Tener un arranque de ira con alguien que te es muy importante, perder o romper frecuentemente tu celular, arruinar un proyecto o tarea escolar, hacerte expulsar de la escuela o despedir del trabajo por una actitud o acción inadecuada, comer de más cuando estás a dieta, gastarte el dinero de tu aguinaldo en una juerga cuando tienes deudas por pagar, emborracharte en la fiesta de la oficina y vomitar en el traje del jefe, acusas a tu nueva pareja de tener un romance imaginario con alguien más y arruinas tu relación, etc.
Pasivo: dejar de hacer algo que impide que tengamos éxito.
Levantarse tarde, dejar pasar una fecha límite, no realizar un trámite, no estudiar para un exámen, olvidar tomar una medicina, posponer algo, etc.
A veces con esta modalidad haces otra cosa que te evita hacer lo que se supone que debes hacer:
Te pones a escombrar tu closet en vez de hablar con tu pareja acerca de lo mal que está su relación; haces un maratón de series de TV en vez de acabar la tarea que tienes pendiente…
Muchos confunden esto con “mala suerte” porque precisamente lo que hacen es inconsciente y no identifican la causa del efecto que están obteniendo a través de las consecuencias de tus propios actos.

¿Será que entonces nos odiamos y por eso nos queremos dañar?
En realidad no; de hecho queremos tener logros y estar bien, sólo que al mismo tiempo hay una creencia o pensamiento proveniente de tu voz interior que te dice que no eres digno o merecedor de lograrlo.

¿Entonces por qué pasa?
Irónicamente una razón es la congruencia combinada con la baja autoestima, cuya fórmula va más o menos así:
Por tu baja autoestima tienes un sentimiento de insuficiencia que crees que debes compensar exigiendote más que los demás.
Si fallas, porque tus estándares de perfección son muy altos, refuerzas la creencia de que eres defectuoso, lo que te hará exigirte más todavía y así hasta la frustración total, pero al menos ya sabes de dónde viene tu “merecido fracaso”.
Pero si resulta que tu esfuerzo se ve recompensado con el éxito, surge entonces la congruencia: A las personas nos gusta sincronizar nuestras acciones con nuestras creencias y valores para ser coherentes y si no se alinean, hacemos un esfuerzo porque eso suceda. Entonces si empezamos a tener logros, pero la idea o imagen que tenemos de nosotros mismos sigue siendo la de alguien defectuoso, incapaz o deficiente, resulta más sencillo modificar nuestra conducta y sabotearnos que cambiar la creencia y descubrir que sí somos capaces y dignos.
Para quien vive esto lo único peor que fracasar es tener éxito, porque con eso además se sienten un fraude.
Otra razón viene de nuestra crianza infantil en donde todo esto se fue cultivando a través de repetidos mensajes y sentimientos de inutilidad, inadecuación y la creencia de que no mereces el éxito e incluso el odio a ti mismo.

¿Qué efectos produce en nuestra vida?
Es emocionalmente desgastante.
Esto a través de la frustración ya que genuinamente haces muchos esfuerzos por estar bien, pero tus resultados son muy pobres producto de un “error” que todo lo descompone.
Es como pasarse días y días armando un rompecabezas de 5000 piezas para que justo antes de terminarlo estornudes y todo salga volando.
El autosabotaje erosiona tu autoconfianza y daña tu autoestima.
Con cada intento fallido de hacer lo que quiere, se «prueba» a sí mismo que no puede o no debe hacerlo.
Dejas de intentar.
Es un miedo a hacer tu mayor esfuerzo y no tener éxito, porque eso te haría sentir decepcionado personalmente y humillado públicamente.
El gran miedo es que nuestro mejor esfuerzo no sea suficiente para alcanzar nuestras metas.
Afecta tus relaciones con los demás.
Daña tu imagen y reputación porque quedas mal con muchas personas de manera directa o indirecta.
Especialmente cuando no haces lo que dijiste que ibas a hacer.
Te aleja de los demás porque piensas que te tienen lástima o franco desprecio.
A veces daña tu salud como cuando cometes excesos.

¿Qué podemos hacer?
Como generalmente es inconsciente, es fundamental que puedas Identificar el autosabotaje; puedes hacerte estas preguntas:
¿Estoy priorizando la gratificación instantánea sobre los logros de largo plazo?
¿Estoy evitando lo que hay que hacer?
¿El cuidado de mi salud física, emocional y mental francamente no han sido mi prioridad?
¿Frecuentemente estoy postergando cosas?
¿Recurrentemente vienen a mi mente pensamientos autodestructivos o denigrantes hacia mí mismo?
¿Suelo compararme con otros y regularmente creo que son mejores que yo?
Si respondiste que sí a dos o más de estas preguntas, es muy probable que tengas conductas que estén saboteando tus deseos.
Establece metas más alcanzables.
Si te vas a comparar que sea con un tú del pasado, no sirve de mucho hacerlo con cualquier otra persona.
Reconoce que fallar o fracasar es un proceso natural de la vida como el “ensayo-error” que incluso la propia naturaleza práctica.
Aprende a sentirte no tan incómodo con el fracaso, la frustración o la decepción al verlos como piedras a remover o resolver en el camino de la vida, pero no como el camino en sí mismo.
Enfócate más en tus necesidades que en el éxito, que este vendrá como consecuencia de tener cubierto lo primero.
Se paciente y compasivo como lo serías con un buen amigo.
(paciente y compasivo no significa ser indulgente y conformista, por cierto).

diciembre 17, 2019