Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
TW: @marioguerra
Las parejas necesitan comunicarse en muchos niveles y entablar conversaciones acerca de diversos temas. Los desacuerdos o diferencias son algunos de ellos, pero la intención que tengamos al discutir y la forma en que lo hagamos puede ser determinante no sólo para el resultado, sino inclusive para preservar a lo largo del tiempo la calidad de una relación. Vamos juntos a reflexionar acerca de cuáles son nuestras razones para discutir y si estas hacen bien o todo lo contrario.
¿Por qué discuten las personas?
Aunque a veces parece que hay quien discute y alega por alegar, la realidad es que siempre hay una intención al hacerlo.
Primero hay algo con lo que no se está de acuerdo o hay diferencias de opinión con otra persona.
Como resultado de esto, algo se busca comunicar al otro, generalmente el desacuerdo, o algo se busca obtener.
Lo que se busca obtener puede ser muy variado; atención, comprensión, escucha, su obediencia y sumisión, etc.
Lo malo es que esa comunicación no siempre es clara o, ventajosamente, a veces se le quiere ganar al otro sólo por el placer de demostrarle que estaba en un error.
Esto sobra decir que ya es muy retorcido si es la manera habitual de comunicarse entre dos personas.
¿Es lo mismo discutir que pelear?
Digamos que pelear es una forma desafortunada de discutir.
Pelear involucra gritos, ofensas, críticas, luchas tóxicas de poder y la necesidad de ganar o tener la razón.
En una pelea suele haber un ganador, pero si eso es así, también un perdedor, quien seguramente va a generar resentimiento que usará en la siguiente pelea para agarrar más fuerza.
Discutir equivale a poner los dos puntos de vista sobre la mesa y hablar acerca de ellos.
Se puede discutir peleando, pero también se puede hacer conversando, escuchando al otro y tratando de entender su punto de vista; no para aceptarlo necesariamente, sino para comprender por qué lo defiende con tanta energía y, de pasada, conocer cada vez más un poco del mundo interior del otro.
Lo que hace destructiva a una discusión es que no vaya para ninguna parte útil o que se discuta peleando.
Y mientras se haga de manera más agresiva, peor.
¿Existen razones correctas para discutir?
Pues en general depende de qué es lo que cada uno quiera comunicar u obtener del otro.
Pensemos que más que razones correctas, que bien podríamos llamarles así, se trata de entender cuál es el propósito o la intención real de la discusión y creo que ahí está la distinción fundamental.
Si lo que se busca con la discusión es reparar una relación o comunicar algo para que al otro le quede más claro nuestro punto de vista, entonces la discusión se vuelve útil
Porque aunque temporalmente no se lograra el objetivo, ya el camino iría en un sentido constructivo para retomar la conversación en todo momento.
Las discusiones no sólo son inevitables, sino que conviene que se den en una relación sana ¿por qué?
Hacen saber los desacuerdos o diferencias de opinión para evitar que se conviertan en problemas más grandes.
Sirven para hacer reclamos; es decir, señala algo que no se ha cumplido y establecer nuevos acuerdos para reparar la relación.
Nos ayudan a determinar dónde están nuestros límites dentro de la relación y pueden servir como un método para comprender el nivel de respeto que nuestra pareja tiene por nosotros y viceversa.
Entonces vamos a ver qué cosas y formas ayudan y cuáles no al discutir, si lo que se busca es tener una buena relación de pareja y una mejor comunicación entre ambos.
Lo que no ayuda
Hacerlo peleando o con las emociones por delante.
La expresión y a veces hasta el desborde emocional pueden ser naturales cuando el tema es muy importante, pero si los únicos argumentos que se usan son más emocionales que racionales, lo que se comunicará serán las emociones, no las ideas.
Esto también vale para la actitud que tienes al hablar o al escuchar. El como plantes tu cuerpo y las expresiones faciales que hagas también comunican, aunque tu digas que ni siquiera levantaste la voz.
Que tu objetivo sea que el otro te de la razón.
Al hacer esto no estás discutiendo realmente, sino buscando imponer y obligar al otro a que acepte tu perspectiva.
Al hacer esto implícitamente estás invalidando y hasta despreciando la de tu pareja.
Usar la discusión como un arma para manipular, controlar o someter al otro.
Esto se da cuando, dentro de la discusión misma, lanzas amenazas directas o indirectas o empleas actitudes que intimidan a tu pareja..
Finalmente ya conoces sus puntos vulnerables, pero es una actitud ruin y hasta cobarde golpear donde más duele a quien más dices querer.
Que se discuta hasta el cansancio y en una sola sesión.
Entre que por ahí se dice que nunca hay que irse a la cama peleados y entre que hay muchas personas ansiosas que no pueden vivir con asuntos pendientes sin angustiarse, hay quien presiona hasta el cansancio para hablar y hablar sin considerar si hacerlo en ese momento es la mejor idea.
Especialmente si vemos que nuestra pareja o nosotros estamos alterados, cansados o hartos. Siempre será más sabio hacer una pausa estratégica y retomar más adelante, que discutir hasta que alguno o todo acabe por reventar.
Que la discusión sea repetitiva y sobre lo mismo.
Eso significa que no han sabido hacer peticiones claras o que al menos uno de los dos no las está cumpliendo.
Generalmente uno de los dos se queja de que el otro “ahí va otra vez con la misma canción”, pero vale la pena preguntarse si te la está cantando de nuevo porque tú no te has aprendido la tonada.
Que en la discusión se involucre (o se involucren) terceras personas que no tienen mucho que ver con el tema, o que se quieran resolver múltiples asuntos en el momento.
Si el tema es suyo, que entre Ustedes se hable.
Eviten ofender a la famila del otro o incluso a sus amigos, si fuera el caso.
Si hay más de un tema, discutan de uno sólo a la vez sin hacer revolturas.
Por eso es tan importante que ambos tengan claro para qué están discutiendo.
Lo que ayuda
Tener un objetivo o propósito claro y que este sea benéfico.
Ya sabes que quieres hablar con tu pareja de algo. ¿Cuál es tu intención y cuáles tus expectativas?
Si tu intención es que el otro te de la razón en todo y tienes como expectativa que te declare un ser omnisciente a partir de ese momento, creo que no te la vas a pasar bien.
Tu intención debería ser comunicar algo que necesitas comunicar o hacer alguna petición.
A partir de tu comunicación deberás además estar en disposición de escuchar la respuesta y puntos de vista del otro y a partir de ahí comenzar una discusión negociadora.
Preocuparse por el otro al discutir.
En tratar de ser claros en lo que se quiere comunicar y no dejar todo al otro como queriendo que adivine.
Ser amables y pacientes, en contraposición de agresivos e intolerantes.
Es preocuparte y pensar, de ser posible de manera anticipada, cómo se sentirá tu pareja cuando le digas lo que le quieres decir, de la manera en que se lo piensas decir.
Interesarte por lo que tu pareja te está diciendo, pero también por lo que te está queriendo decir.
Pensamos que en muchas discusiones hay un texto (lo que se dice) y un sub texto (aquello que también se desea pero que no se expresa claramente o con palabras claras.
Por ejemplo, quizá tu pareja quiera que ya por fin te hagas cargo de las goteras de la casa y te lo diga (ahí está el texto), pero implícitamente también quiere sentirse escuchada y respetada por ti cuando se da cuenta que te involucras y tratas sus peticiones con respeto (ese sería el subtexto).
Lo peor que se puede hacer acá es no darle a tu pareja toda tu atención cuando te está comunicando algo importante.
¿Cómo distinguir lo que es importante de lo que no?. No es tan complicado, si ambos piensan que cuando algo es importante para su pareja también es importante para el otro, no pueden fallar.
Lo peor de lo peor de lo peor es burlarte o tratar con desprecio lo que sea que te esté diciendo… como si no fuera importante.
Cuando se tienen, hacer peticiones claras.
“Fíjate que el niño no está haciendo la tarea y de la escuela ya mandaron otro recado” vs “Quiero pedirte que podamos ver qué podemos hacer porque el niño no está haciendo la tarea y de la escuela ya mandaron otro recado.
¿Pero qué pasa si al discutir yo se que tengo la razón y mi pareja se niega a reconocerlo?
Por supuesto que esto puede ser un tema personal de tu pareja en donde se niegue a aceptar errores o que su objetivo sea siempre ganar y tener la razón.
Pero valdría la pena analizar también si es la forma en la que has comunicado tu punto de vista lo que genera esa resistencia.
Cuando lo haces como si fueras un padre o madre regañón, un profesor dando una lección no solicitada o con una actitud sarcástica o hasta condescendiente, no esperes que el otro acepte de buena gana lo que sea que le digas.
Recordemos que al discutir conviene hablar de manera que al otro le den ganas de seguir escuchando.
Si genuinamente, a pesar de tus esfuerzos conscientes, no consigues que tu pareja ceda ni un milímetro de terreno, entonces quizá tengas que plantearte si estás en la relación correcta para ti.
Por cierto, en toda discusión siempre estén dispuestos a ceder… al menos parte de su tiempo, paciencia y escucha.
¿Es verdad que lo que hay que buscar es un ganar – ganar?
Eso me resulta complicado porque depende lo que para cada uno sea ganar y lo que eso signifique para el otro.
Desde mi punto de vista, una discusión que termine bien es la que nos lleva a ambos al mejor acuerdo posible.