Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
TW: @marioguerra
Hay personas que dan la apariencia de ser muy pacíficas y tolerantes, pero un día, sin previo aviso y aparentemente de la nada, pueden explotar en un arranque de furia y lastimar a las personas que estén alrededor con conductas, palabras hirientes, pero, sobre todo, proyectando su dolor interior en forma de enojo en los demás y culpándolos de todos sus males acumulados.
¿Qué es el enojo o ira?
Es una de nuestras emociones básicas y primarias.
La ira se desencadena cuando algo lastima y se usa como un mecanismo de defensa para hacerle saber al otro que lo que ha hecho nos ha lastimado y, con eso, que detenga la conducta que lastima.
Es importante hacer notar que ira o enojo, no es igual a violencia. De hecho la violencia se puede dar sin enojo y el enojo, manifestarse sin violencia.
Entonces si el enojo es tan útil, ¿por qué alguien lo reprimiría?
Es muy poco probable que alguien se despierte una mañana y se haga el propósito de nunca más volverse a enojar.
La represión u ocultamiento de la ira es inconsciente y posiblemente, en algunos casos, aprendido.
Razones probables por las que alguien oculta el enojo
Aprendizajes de la infancia y niñez
Si en tu casa te enseñaron que enojarse estaba mal o era mal visto.
“¡Qué fea te ves enojada!”
Por el contrario, si en tu familia no había filtros para expresar el enojo de maneras adecuadas, ni trabajaban para solucionar sus causas, la casa de tu niñez debió ser un caos.
Las peleas incesantes e improductivas entre tus padres o miembros de la familia podrían haberte llevado, desde tu perspectiva vulnerable, a ver la ira como peligrosa o mala.
Codependencia y culpa
Si tus padres en el pasado, o quizá hasta tu pareja en el presente, confiaban y te hicieron responsable de su propia felicidad, es posible que hayas asumido que no puedes tener emociones negativas o destruirías la felicidad de tus seres queridos y entonces serías responsable de su tristeza y sufrimiento.
“Como no quieres estar conmigo yo me pongo muy triste, pero vete, vete y déjame…que ya sé que no te importo”
Ansiedad
Un estudio publicado este 2021 en la revista Psiquiatría BMC, sugiere que las personas que tienen ansiedad social, generan niveles más altos de ira y tienden a contenerla u ocultarla más que las demás personas.
La ansiedad social consiste básicamente en la preocupación de que el comportamiento propio sea juzgado negativamente por otros.
Si la persona bajo este supuesto demuestra su enojo, entonces se estaría exponiendo a provocar un juicio negativo de parte de los demás y eso le resulta inaceptable.
En este caso, la posible causa de la ansiedad social viene de un estilo de apego inseguro o ansioso, donde la persona internamente está atrapada entre su preocupación por el rechazo y el deseo de conexión.
¿Cómo sé si estoy reprimiendo el enojo?
Parece que nunca te enojas, pero tampoco experimentas emociones positivas.
Como no se pueden reprimir selectivamente las emociones, es probable que tampoco sientas conexión con la alegría o la excitación emocional. Tu estado de ánimo general es más bien aplanado y poco reactivo.
Tienes fama de ser alguien sarcástico o pasivo agresivo.
La ira reprimida a menudo se presenta como sarcasmo, burlas hacia otros o una actitud apática de «no me importa».
Te autosaboteas.
Lo que no se dice se actúa y entonces, cuando hay emociones reprimidas, como el enojo, no te puedes desempeñar fluidamente ni en las cosas que dices que quieres. Arruinas oportunidades laborales, románticas, destruyes tus relaciones y vives con una constante sensación de insatisfacción que a veces ni siquiera puedes identificar de dónde viene.
Vives en una queja interna constante y frustración.
Como la ira reprimida busca salida, a veces tienes episodios de “incontinencia emocional” y cosas aparentemente insignificantes te ponen de mal humor con mucha facilidad, y aunque cuidas que los demás no lo noten, pues a veces es inevitable que se den cuenta que algo te pasa.
Te molestas si hace calor, si alguien no puso una taza sucia en su lugar, si llueve cuando estás a punto de salir o hasta si el perro se te atraviesa cuando llegas a la casa.
Vives con tensión muscular sin razón aparente.
Ya fuiste a que te dieran masaje, ya hiciste yoga y hasta el médico te recetó un relajante y parece que tus músculos regresan a tensarse al poco tiempo.
La ira tiene que ir a alguna parte y, a menudo, va a nuestro cuerpo, lo que provoca una mandíbula tensa, dolor en la parte superior de la espalda o una tensión constante en el estómago.
Cuidas mucho tu imágen social ante los demás y las expresiones emocionales en público son algo prohibido para ti.
Sientes que si lloras, te quejas, te enojas o incluso demuestras afecto en público, los demás te rechazarán o se burlarán de ti.
¿Qué hace explotar a quien ha reprimido la ira?
Se necesita mucha energía psicológica para mantener las cosas reprimidas en nuestras mentes.
El agotamiento de los mecanismos de represión interna, como cuando la persona siente que ya no puede más, y la acumulación de enojo hace que ceda la compuerta que lo contenía y entonces se libera un torrente de agresión que aplasta a quien está a su paso.
Generalmente hay una gota que derrama el vaso y eso puede venir incluso de formas aparentemente insignificantes o sin conexión, como por ejemplo, pensar que alguien se ha reído de ti o que se está cuchicheando con alguien.
¿Cómo afecta reprimir el enojo?
El problema es que reprimir la ira no hace que no la experimentemos, sino más bien que se vaya acumulando bajo la forma de resentimiento y frustración.
Las emociones reprimidas podrían desencadenar un proceso ansioso o depresivo, además de afectar al organismo de muchas otras formas.
¿Pero qué bien hace expresar el enojo?
Cuando te permites expresar el enojo, por ejemplo poniéndo límites o expresando tu desacuerdo o molestia con algo, se desencadena una respuesta fisiológica que, curiosamente, reduce la angustia psicológica porque tu cerebro percibe que ya estás haciendo algo para detener lo que lastima.
Además, y paradójicamente, cuando te permites mostrar tu enojo, estás sembrando en ti la semilla de la calma.
reaccionas con ira a cualquier provocación sentida, neuroquímicamente también te estás preparando para calmarte a ti mismo, porque cuando manifiestas el enojo no sólo se produce adrenalina, sino además noradrenalina, que eventualmente ayudará a que te tranquilices.
Como cuando te golpeas el dedo chiquito del pie con una silla y gritas de dolor y maldices; esa expresión emocional te ayudará a que te duela menos posteriormente.
El enojo no tiene la finalidad de deshacer un daño recibido o causado, sino expresar el dolor y desacuerdo por lo que ha pasado y, al reprimirlo, le estás quitando su función primordial.
¿Entonces cómo evitar esto y cómo arreglarlo?
Atender las causas siempre es una buena idea. Ya sea que identifiques que en tu familia las emociones eran aplastantes o que no eran permitidas, trabajar con la infancia y sus efectos suele ser buena idea.
Si identificas que tu temor va más por el lado del juicio social, la mejor idea es buscar atender tu ansiedad o incluso aprender a regular tus emociones de una manera socialmente aceptable.
Finalmente la forma más básica de canalizar el enojo es decir que estás enojado a la persona con quien estás enojado y partir de ahí para aclarar, corregir o reparar, quizá a través del perdón en algunos casos.
Se atribuye a Aristóteles la siguiente frase:
“Enojarse es fácil, pero enojarse en la magnitud adecuada,
con la persona adecuada, en el momento adecuado,
eso es cosa de sabios”
Para saber más:
Conrad, R., Forstner, A.J., Chung, ML. et al. Significance of anger suppression and preoccupied attachment in social anxiety disorder: a cross-sectional study. BMC Psychiatry 21, 116 (2021).
Goggins, A. F. (2020). The Short Story Cycle and How Anger Can Empower. The Macksey Journal, 1(1), 21922.