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¿Podemos salvar nuestra relación?

8 preguntas básicas que nos pueden orientar a saber si vale la pena intentarlo o deberíamos ya pensar en no seguir lastimándonos.

noviembre 29, 2016

Mario Guerra
Tanatólogo
Consulta a nuestro especialista

1. ¿Toda relación puede ser salvada?
Probablemente sí, han existido diferencias severas o parejas con muchos años y al borde de la ruptura que han encontrado la manera de corregir el rumbo.

Esto ya es una esperanza, porque no es un imposible, pero antes habría que hacer otras preguntas:

2. ¿Quieres salvarla?
Esta pregunta debería ser respondida por cada uno de manera personal. A coro pueden decir un rotundo “Sí”, pero no es poco común que en lo privado la cosa sea distinta.
• Frecuentemente la respuesta es sí, pero quizá tu pareja, aunque no te lo diga, no piense lo mismo.
• Tiene que haber dos “Sí”, directos, sin dudas y sin condiciones.
• Toda respuesta distinta a un “Sí” (verbal y no verbal), debería ser tomada como un “No”

3. ¿Debería ser salvada?

¿Por qué valdría la pena hacerlo?
• Podría cada uno por separado escribir tres ejemplos concretos de:
• ¿Cómo sería mejor su vida si sí?
• ¿Qué perderían si no?

¿Qué tanto se han lastimado?
• Cada uno sabe lo que le lastima más y cuánto de eso ha sucedido en su relación.
• Mientras más tiempo hayan dejado pasar estando mal, menos probable es que consigan resolver todos los problemas y el resentimiento acumulado.
• No es imposible, pero hay más que comprender y perdonar.
¿Estarías dispuesto a seguir la relación sabiendo que eso que pasó jamás va a olvidarse?
a. ¿Podrían perdonarse?
Perdonar no es olvidar, sino dejar de buscar cobrar una deuda impagable o buscar la revancha.
• No es que ya no te duela, sino que doliendo dejes de buscar justicia o resarcimiento.
. ¿Podrían seguir confiando el uno en el otro?
Al principio es normal que la confianza se vaya y que tarde mucho en volver. Incluso quizá ya no lo haga de la misma manera y de haber sido una fe en el amor, ahora el amor necesite razones para seguir.
a. ¿Eres libre de ser tu mismo/a en esta relación?
• ¿O has dejado sueños personales, te es muy difícil soportar ciertas cosas, sacrificas tu dignidad o tus necesidades?
b. ¿Tenemos un futuro común?
• Familia, hijos, casa, finanzas, viajes, amistades, hábitos…
• Imagina que tu pareja no va a cambiar. ¿Querrías aún así seguir a su lado?

4. ¿Saben cómo hacerlo?
• Buscar alternativas distintas, no “más de lo mismo” o sólo buena voluntad.
• Opciones que quizá no has querido tomar:
• Libros, talleres, terapia.
• Ya no sólo un “vamos a echarle ganitas ahora sí”.
• Mantener toda discusión en un sólo tema por vez.
Si cierras puertas, abre ventanas.
• Si rechazas una propuesta de solución de tu pareja, deberías ofrecer una alternativa viable en su lugar, pero si la tuya no funciona, entonces sí deberían considerar la idea de tu pareja, por absurda que te parezca.

5. ¿Eres realista?
• ¿Cómo te imaginas que será tu relación cuando todo esté bien?
• Noches enteras abrazados, conversando o bailando en la sala de la casa.
• Cenas románticas bebiendo vino en restaurantes de lujo (cuando están hasta el cuello de la hipoteca)
• Sexo diario (cuando hoy lo tienen 2 veces al año)
• Nunca discutir y siempre decirse todo; que entre Ustedes nunca haya ni el más mínimo secreto.
• Mientras más radical esperes el cambio, más probable es que te decepciones en el corto plazo.

6. ¿Tu pareja todavía te prende?
• Si bien una relación en donde el sexo y la pasión han disminuído pueden recuperarse cuando se arreglan otros elementos, a veces los problemas en esta área no son resultado de una mala relación, sino la causa.
• No son pocas las personas que confiesan en el consultorio nunca haber disfrutado del sexo con su pareja, tener fantasías que les parecen imposibles de revelar o que, habiéndolo hecho, se sintieron rechazados o humilladas
• Esto también sucede cuando hay una disparidad muy grande en frecuencia, estilo o intensidad en las relaciones sexuales.
• No todos los hombres se prenden a la primera, ni todas las mujeres esperan que el hombre tenga siempre la iniciativa.

7. ¿Estás dispuesto/a?
• A dedicar parte de tu vida a salvar tu relación.
• Hacer tiempo de tu trabajo para la terapia, al menos una vez por semana.
• Levantarte un domingo en la mañana muy temprano para ir a un taller.
• Leer juntos un libro y hacer ejercicios de prueba durante la semana.
• Tener gestos de buena voluntad, como por ejemplo ir al teatro el día de tu partido favorito o, por el contrario, quedarse en casa porque el domingo es la final.
• Dedicar un poco menos de tiempo a los amigos, celular, videojuego, tele o cualquier otra distracción para encontrar juntos un mejor camino.
A responder algunas preguntas si fuera necesario.
• Especialmente cuando ha habido alguna traición o infidelidad, la pareja lastimada quiere saber cosas; tener una idea de lo que ha pasado y saber que no volverá a ocurrir.
A tener la paciencia necesaria.
• No todo proceso es lineal; suele haber avances y recaídas.
• Fijar nuevas reglas y acuerdos distintos es un proceso muy diplomático donde hay que saber escuchar.
• Escuchar sin defenderte.
• Ayudar a que tu pareja entienda tu punto de vista no desde un “no me entiendes”, sino desde la pregunta interior “¿Cómo podré explicarme mejor?”
Hacer las preguntas necesarias cuando algo no te quede claro, no desde la frustración, sino desde la genuina curiosidad.
A estar de acuerdo en que no siempre van a estar de acuerdo.
• Sin terminar peleando por eso o queriendo imponer tu punto de vista a tu pareja.
• Buscar siempre el mejor arreglo posible para ambos, aunque no sea exactamente lo que tú quieres.

8. ¿Cuándo deberíamos dejar de intentarlo?
• Cuando uno de los dos ya no quiere estar, pero tiene miedo de lastimar al otro o de que se enoje y tome venganza.
• Cuando ya han intentado todo, por tiempos razonables, y están estancados o incluso empeoran.
• Cuando en la relación ya comprometes tu integridad, dignidad o salud física y/o mental.
• Cuando te quedas sólo por un deber o sentimiento de sacrificio, ya sea por los hijos, el qué dirán o lo material.
• Ante cualquier forma de violencia, donde el agresor no reconozca su falta, no muestre arrepentimiento genuino y sea reincidente por más que jure que va a cambiar.

Los barcos, como las relaciones, no están hechos para hundirse, pero cuando están muy dañados, en ambos casos es mejor usar a tiempo los botes salvavidas.

noviembre 29, 2016