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2024-11-19 23:40:06

¿Por qué a muchos no les gustan los hiper optimistas?

Lo chocante que puede ser estar con alguien que sólo ve el lado bueno de las cosas.

noviembre 6, 2018

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.
TW: @marioguerra
encuentrohumano.com

Definitivamente suele ser más grato estar cerca de alguien optimista que pesimista. ¿Pero qué pasa cuando alguna de estas posturas, por buena que sea, es llevada al extremo? “Nada es veneno, todo es veneno; todo depende de la dosis”, solía decir Paracelso.  Como todo lo oscuro tiene una parte clara, y todo lo claro una oscura, veamos los pros y contras del optimismo irracional.

¿Qué es el optimismo?
Es esperar el mejor resultado posible de una situación determinada.
En el optimismo racional, generalmente se tienen razones para creer que las cosas terminarán bien, especialmente porque es posible que así sea y porque algo se está haciendo para acercarse a ese resultado.
¿Qué es el optimismo disposicional?
Es el estado de ánimo que que media entre los sucesos externos y las interpretaciones que cada persona hace de los mismos. El optimismo disposicional se relaciona de forma directa con las expectativas de una persona hacia su futuro.
No hacia el futuro de otros, de la humanidad o del cosmos.
El optimismo disposicional te lleva a actuar sobre lo posible y aceptar lo incambiable.
El optimista disposicional ni se nota porque no anda haciendo campañas de optimismo por el mundo.
¿Y el hiper optimismo?
El hiper optimismo generalmente tiene una dosis de irracionalidad.  No hay razones para creer que las cosas terminarán bien, más allá del deseo de que así sea.  Tampoco necesariamente hay acciones razonables que conduzcan a ese resultado y se recurre más, como he dicho, al deseo, a la fe o a elementos metafísicos o supersticiosos como una vía para interceder en favor de lo que se desea.
Digamos que el hiper optimismo es un optimismo al que le dio cáncer.  Crece de forma desordenada, desmedida y se niega a morir a pesar de estar matando al organismo que le da vida.

Pesimismo, optimismo ¿qué pasa en el cerebro?

¿Entonces el optimismo es malo?
No, mientras no sea irracional y en exceso. De hecho puede ser todo lo contrario.
El optimismo disposicional es un elemento que ayuda a las personas a afrontar reveses importantes en la vida, como una enfermedad grave, por ejemplo.
No ven la enfermedad como castigo, hacen lo necesario para recuperar la salud porque creen que es posible y, cuando lamentablemente las cosas no van bien, sienten la satisfacción de haber hecho lo que creían necesario y están más dispuestos a marcharse con menos pendientes y resentimiento.
Un mayor optimismo disposicional se asocia con menores índices de depresión y de disfunción social.
¿Qué hay de malo con los hiperoptimistas?
Son poco empáticos.
No importa lo que pase afuera o el estado de ánimo actual de las personas que le rodean.  El hiper optimista te dirá que “por algo pasan las cosas” y que verás como “todo es para bien”.  Así sea la muerte de tu hijo o un diagnóstico de una enfermedad terminal.
Y si bien es cierto que muchas personas resilientes se reponen aún más fuertes de la adversidad, la adversidad no es el precio a pagar para adquirir esa fortaleza, sino una vía para llegar a ella.
A veces queremos que alguien nos diga “te entiendo” y no que nos inunde con un ofensivo “todo va estar bien” o “echale ganas”
Son proselitistas y a veces hasta ansiosos.

¿Por qué valoramos más lo negativo?

A diferencia del optimismo disposicional que es optimista consigo mismo y sus circunstancias porque actúa para obtener un resultado positivo, el optimista irracional buscan que todos beban del elixir de la felicidad aunque no tengan sed o no quieran hacerlo.
Tienen una gran necesidad, que incluso puede rayar en ansiedad, de que todo esté bien.
Publicará en tus grupos de whatsapp y tus redes sociales mensajes de esperanza y buscará animarte aunque no tengas ganas.  En la oficina reparten “abrazos de energía”.
Son persistentes y están en negación.

Porque frecuentemente padecen de una distorsión cognitiva que se llama sesgo de confirmación.  Esto es que tiende a ver más lo que esperan ver y no toman en cuenta todo lo que contradice su creencia.
Si algo sale bien lo toman en cuenta como una prueba de que todo está bien.  Si algo sale mal voltean a otra parte y le sonríen a la vida. Por supuesto los reveses no los contabilizan.   Es una forma de negación.
No son agentes de cambio.

¿Quién en su sano juicio quiere cambiar lo que es perfecto?
Cómo se niegan a ver lo negativo, es muy difícil que busquen reparar algo que no ven o no creen que exista.  Esto ya sea a nivel personal, familiar o social.
Tiende a colapsar.
Un estudio realizado en el año 2006 por la Dra. Suzanne Segerstrom, de la Universidad de Kentucky, buscó comparar la respuesta del sistema inmune de personas optimistas y pesimistas cuando se enfrentan a situaciones de alta y baja demanda en tiempo y energía.

Lo que encontró en el estudio fue que
Las personas optimistas suelen tener menos estrés que las pesimistas en retos de baja demanda.
Esto muy posible por su tendencia a ver el mundo de manera más positiva y a esperar buenos resultados.
Pero cuando el reto fue creciendo en intensidad, los optimistas tienen una peor respuesta inmune que los pesimistas.
Mostraron niveles más altos de estrés al no tener estrategias realistas para enfrentarse a esos problemas.
Más allá de todo esto: ¿Por qué mucha gente “no puede” con  tanto optimismo”?
Porque igual que si comes mucho, pero mucho de algo dulce, acabarás por querer algo un poco más salado, de la misma manera alguien demasiado optimista nos empalaga.

 

noviembre 6, 2018