Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.
TW: @marioguerra
encuentrohumano.com
• Muchas personas se sienten frustradas o muy tristes, porque van dejando pasar la vida sin tomar las decisiones que dicen que quieren, por no poder superar lo que dicen que no les deja ser libres.
• Es como si hubiera un techo o muralla invisible que no les deja ir más allá, cuando la realidad es que cada uno llega hasta donde sus miedos se lo permiten. ¿Qué dices tú que no te deja ser libre y qué estás haciendo para liberarte?
¿De qué estamos hablando cuando hablamos aquí de libertad?
• De poder tomar decisiones, simples o complicadas, y de poder hacerlo sin remordimientos, culpa o vergüenza.
• Como ejemplos de estas decisiones tenemos cosas de:
Hacer
• Expresar lo que sientes, decir lo que piensas o pedir lo que quieres.
• Poner límites a una relación abusiva.
• Tomar decisiones, fijar el rumbo a tu vida.
• Poder ser tú mismo/a
Dejar de hacer
• Un hábito o una costumbre familiar con la que no estás de acuerdo.
• Buscar aprobación o autorización disfrazada de “opinión”.
• Contarle tu vida a quien sólo te regaña y critica.
• A muchos que no les pasa esto les debe parecer muy extraño que alguien no pueda hacerlo, y seguramente dirán que es muy sencillo empezar a tomar su vida entre las manos, la realidad es que, para quien siente que no puede ser libre, no es tan fácil.
• Aunque normalmente todos deberíamos poder alcanzar esta libertad al entrar a la vida adulta; no por cruzar un umbral imaginario, sino porque nuestro entorno familiar y social nos preparó (o no) para ello.
¿Cuales son los elementos más comunes que las personas dicen que no los dejan ser libres?
Casi todos tienen que ver con el miedo, sea consciente o inconsciente:
Miedo a fracasar.
Producto de tu indefensión aprendida.
• Que te dice que, hagas lo que hagas, nada puedes contra el destino, tu incapacidad o la mala suerte.
• Es como si tuvieras miedo de caerte y la certeza no sólo de que no ibas a poder meter las manos, sino que incluso seguro te vas a romper todos los huesos y nunca más podrás volver a caminar.
• Esto se aprende con padres autoritarios que te hacen creer que sólo te irá bien si les obedeces, o permaneces a su lado.
¿Cuál es la realidad?
• Que aprendiste que no puedes, lo que no significa que realmente no puedas.
• No hay aprendizaje sin ensayo-error, así que los tropiezos de la vida no deberían ser vistos como fracasos, sino como obstáculos en el proceso de alcanzar lo que se quiere.
• Si los ves como parte de tu karma, entonces dejas de intentar.
Miedo a defraudar.
Producto de tu necesidad de dar gusto u obtener reconocimiento.
• Esto también lo aprendiste en la infancia con padres muy críticos y controladores que te hacían sentir que todo lo hacías mal.
• Crees que todos tienen expectativas muy altas sobre de ti, mientras que tú te sientes un fraude y eso aumenta tu presión para no fallar, provocándote ansiedad que te llevará justo a eso.
• Esto lo agravan personas que te dicen que “qué te pasó” (como si ya te hubieras descompuesto) o que se sienten decepcionadas (como si no fueras humano).
¿Cuál es la realidad?
• La realidad es que si bien las personas que te aman se alegran con tus logros, también entienden que no siempre se gana en todo.
• Quizá algunos se sorprendan de que las cosas ahora no te hayan salido bien, especialmente si antes casi siempre fue así, pero eso es normal.
• Recuerda que no se puede dar gusto a quien nada le da gusto (salvo su propio ego).
No poder dar el ancho
Miedo a la responsabilidad.
• Quieres algo más para tu vida, pero temes que si lo obtienes lo arruinarás.
• Sientes que haber llegado fue obra de la casualidad o la suerte, pero no sientes que tengas lo necesario para mantenerte ahí.
• Esto incluso te provoca ansiedad y te hace inconscientemente fallar por el miedo de seguir avanzando.
¿Cuál es la realidad?
• La realidad es que cada nueva etapa y cada nuevo reto es diferente a los anteriores, pero en todas has aprendido, te has adaptado y has avanzado.
• Nunca sabrás cómo es el reto que viene hasta que estés ante él y es entonces que harás uso de habilidades que aún no has requerido usar.
Una familia, pareja o persona intrusiva o controladora.
Por tu miedo a las consecuencias de ponerles límites.
• Son personas que buscan controlar lo que haces, dices, a dónde vas o con quién lo haces.
• Hay personas a las que decir “No”, “Basta”, “Para”, “No quiero”, les resulta sumamente difícil. Se quejan de la forma en la que otros les trata, se quejan con quien no les puede resolver ese problema, pero raras veces confrontan a la persona que los pone a “bailar a su ritmo”.
• El miedo implícito es que, si lo hacen, la otra persona los dejará de querer o se enojará con ellos.
¿Cuál es la realidad?
• La realidad es que el otro es así porque tú lo has permitido.
• Las relaciones más sanas se dan entre personas que establecen límites firmes y claros, aunque también hay cierta flexibilidad, pero reciprocidad.
• Si una persona va a dejarte o a molestarse contigo porque “quieras hacer lo que te de la gana”, entonces mejor invierte en lo que te da la gana y no en esa persona.
• Cuando digas “No” o “No quiero”, no tienes por qué justificarte.
Expectativas ajenas.
Por tu miedo al “qué dirán”.
• De niño/a aprendiste que la mirada de los otros siempre estaba sobre de ti cuando llorabas, te enojabas o hacias algo indebido. Siempre alguien iba a decir algo de lo sucio, desobediente o chillón que eras y eso era motivo de vergüenza, porque el problema ya no era sobre lo que hacías, sino acerca de quién eras, ante los demás, al hacer eso.
• Esto también se ve muy reflejado cuando dices que por tu edad, o tu experiencia, no puedes hacer algo que quisieras.
• “Pues es que cómo a mi edad…”
¿Cuál es la realidad?
• La realidad es que somos seres sociales y es importante el cómo nos vean los otros, pero que no sea tan importante como para que dejemos de hacer lo que queremos.
• Alguien siempre va a opinar, juzgar o criticar algo de lo que haces por noble y bueno que creas que esto sea.
• A veces alguien pone sobre nosotros expectativas de perfección, bondad o infalibilidad que seguro un día no podremos cumplir.
Lo lejos que estás de alcanzar tus sueños
Qué esconde el miedo que tienes a salir de tu zona de seguridad.
• Hay muchas preguntas en tu cabeza:
• ¿Y si me va mal?, ¿Y si no es lo que quiero?, ¿Y si no funciona?, ¿Y si me lleva más tiempo del pensado?, ¿Y si no vale la pena?
• Como no te mueves, pero la vida y el tiempo siguen pasando, cada vez que piensas en tu sueño te entra entre ansiedad y depresión y cada vez lo ves más lejos hasta que, un día, mejor te resignas y vives rumiando tu frustración o tu “mala suerte”.
¿Cuál es la realidad?
• La realidad que alcanzar lo que quieres implica que le inviertas tiempo y energía. Que muy probablemente al principio no veas muchos resultados (lógico si aún no llegas a donde quieres ir) y que además debas hacer algunas renuncias personales en tu momento presente.
• No siempre te van a salir las cosas como quieres, pero si te empeñas cada vez te acercarás más y si se presenta algo inesperado ya lo resolverás o verás cómo lo solucionas.
¿Pero por qué si hay un deseo muy grande de algo aun así nos paralizamos?
• Porque el miedo es una emoción de supervivencia que a veces, cuando es muy intenso, puede superar incluso al dolor, al amor y por supuesto al deseo.
• Entramos en modo de supervivencia con piloto automático.
¿Por qué cuando me he atrevido a algo generalmente me sale mal?
• Porque cuando “te atreves” es como arrojarte al vacío con tal de escapar de tus miedos. Es el famoso “aviéntate” que a veces puede funcionar cuando se trata de cosas muy simples, como invitar a alguien que te gusta a salir, pero a veces no tanto, como cuando con tal de liberarte del yugo familiar te vas a vivir o te casas con quien sea que pase por tu camino.
• Porque aquí más que por deseo actúas por desesperación.
¿Por qué a veces siento culpa al tomar algunas decisiones?
• Porque desde hace mucho tiempo se inculcó el peso y valor de las decisiones familiares, en donde los padres tenían, por ejemplo, un papel y valor inobjetable sin importar como se condujeran.
• Bajo este modelo muchas personas no eran libres de casarse con quien quisieran, estudiar o trabajar en lo que quisieran o conocer lugares que quisieran.
• El castigo por la trasgresión o “traición” familiar era la exclusión (abandono) y eso es una amenaza para la supervivencia.
• Actualmente nos estamos desenvolviendo en un modelo más individualista, en donde la persona es (teóricamente) libre (dentro de sus circunstancias) de elegir lo que quiere para su vida, sin tener que restringirse o limitarse por la opinión de nadie.
• En estas generaciones, y en algunos grupos sociales, estos modelos están empalmados y entonces se busca la libertad, pero se genera culpa por romper con la lealtad familiar.
• Cuando una persona lo hace es vista como la rara, rebelde o malagradecida de la familia (espacialmente por lo padres, aunque a veces se es envidiado por hermanos).
¿Qué hacer?
• Reconoce que en tí hay un miedo que aprendiste a obedecer.
• Entiendo que su tarea es protegerte, pero al precio de paralizarte o huir de tus sueños.
• Deja correr la película más allá del miedo o del dolor.
• Cuando imaginamos escenarios futuros, “detenemos” la proyección en un momento cargado de mucho miedo y volvemos a empezar la historia.
• Cuando veas al miedo pregúntate “qué sigue”… qué voy a hacer con esto…
• El mejor antídoto del miedo es que siempre podrás hacer algo ante cualquier circunstancia, aunque no sea exactamente lo que quisieras hacer.
• Al final, excepto si morimos, siempre nos queda de otra.
Haz lo que puedas y ama lo que haces, para que acabes haciendo lo que amas.