Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
TW: @marioguerra
Hay quien dice que ama mucho porque siente mucho, extraña mucho y quiere estar todo el tiempo muy cerca de la otra persona. Y sin duda puede ser muy halagador ser amado con ese nivel de intensidad, pero a veces, sin darnos cuenta, aquello que parecía un gran amor resulta ser una terrible obsesión en donde el otro no nos ama; nos necesita. En donde ya no somos otro, sino un “eso” que hay que poseer a cualquier precio. Algunas personas pasan del amor a la obsesión, sin darse cuenta que en ese trayecto destruyen y se van destruyendo.
Amor, enamoramiento y obsesión
Si bien el amor tiene algo de obsesivo, sobre todo al inicio en la fase de enamoramiento o amor romántico, definitivamente no son lo mismo.
Pero no es lo mismo amar que estar enamorado que desarrollar una obsesión.
Amar
Piensas en ti y en el bienestar de la otra persona.
Hay admiración sin idealización.
Sabes que el otro y tú son personas diferentes que quieren compartir lo mejor de sí mismos.
Esperas reciprocidad de sentimientos.
Si la relación terminara, guardas un recuerdo amoroso o, si eso no es posible, respetuoso para la otra persona por lo que fue.
Te brinda confianza y alegría.
El otro es una persona a la que amas.
Estar enamorado
Piensas mucho en el otro.
Pero no dejas de lado otros intereses.
Puedes estar enamorado sin amar realmente.
Puede ser intenso, pero tiende a ser pasajero.
Mantienes conductas inusuales y de cortejo.
Haces cosas porque el otro se de cuenta de tu interés y te corresponda.
Pero hasta cierto límite.
Mantienes tu identidad.
Hay deslumbramiento.
Idealizas
Magnificas virtudes y minimizas defectos.
Sientes mariposas en el estómago.
Como una montaña rusa de emociones.
Sufres si la relación se termina, pero acabas por recuperarte.
El otro es lo que deseas.
No sólo de manera sexual.
Estar obsesionado
Piensas sólo en lo que la obsesión te dice que pienses.
En el otro, en lo que hace, en las señales que manda…
En quer te ama, pero que te odia, pero que no se qué…
Distorsionas la realidad.
Eres una persona paranoica, suspicaz, crees que puedes adivinar intenciones y leer la mente de los demás.
Puedes perder tu identidad porque con la obsesión estás en disposición de pagar el precio que sea.
Aquí es donde estás dispuesto a humillarte o a agredir si no sientes que hay reciprocidad.
Sientes fantasmas que te rodean.
Que te persiguen, atormentan y te ordenan.
Quieres poseer al otro.
Si la relación se termina sientes que te mueres, pero no lo aceptarás.
O eres para mí o para nadie, sería la frase de alguien obsesivo.
El otro es lo que tu mente te dice que necesita.
Es un premio.
Por lo tanto, igual que con una droga, ni tú ni el otro son importante para tu mente, sino el efecto que la sustancia le produce.
¿Cómo se llega a esto?
Proyectas.
Hay necesidades insatisfechas preexistentes a la persona que dices amar.
Amor, aceptación, comprensión, compañía, pertenencia, etc.
Esa persona llega a tu vida a ocupar la botarga de un padre o madre ausentes que no supieron amarte.
Lo conviertes en algo muy importante en tu vida y entonces te vuelves dependiente porque perderlo sería como mutilarte, aunque apenas tengas dos días de conocerle.
Idealizas
Te enamoras no de la persona, sino de la idea que tienes de la persona.
Para que no te deje de amar tiene que ser alguien perfecto e inmaculado, al menos en tu mente.
Necesitas.
Pasas del amor y entras a la necesidad de posesión porque genuinamente crees que el otro te da algo vital y muy preciado.
Padeces
Baja autoestima, ansiedad, depresión y quizá hasta otro tipo de adicciones.
Lo que la obsesión te provoca
Literalmente te puede incapacitar mentalmente y hacerte perder el control.
Por eso puede ser tan peligrosa.
Persigues, Asfixias y Celas
Puedes pasar horas enteras de tu vida espiando, siguiendo y sospechando.
Llamas, mandas mensajes, reprochas la no respuesta inmediata o de la manera que la esperas.
Te aferras y resistes
A seguir con la relación.
Todo esto aunque la relación parezca haber terminado o el otro te haya dicho con claridad que ya no quiere nada contigo.
Tu obsesión te hace creer que eso es un signo de que te ama, pero que no lo quiere reconocer y que incluso se aleja porque no puede resistirlo.
A ver la realidad
El otro no te ama y si está contigo es porque tú te aprovechas de alguna debilidad o ya tiene miedo de dejarte, pero no te ama.
Te hace hacer cosas absurdas.
En vez de preguntar o validar directamente lo que el otro siente por ti, triangulas por ejemplo buscando:
Señales de que alguien te ama.
Cómo conquistar al amor de tu vida.
Cómo hacer que te amen con estos trucos, etc.
Te abandonas.
El mayor peligro es la falta de atención adecuada a otros aspectos de la vida.
Te quedas en soledad y es muy probable que más personas ya mejor te huyan.
¿Por qué cuesta salir de ahí?
Porque caes en tu propia trampa.
Como te rehúsas a aceptar la realidad (de que no te ama, no quiere estar contigo o que te rechaza), das a luz a la esperanza.
Creas así tu propio ciclo de dopamina alimentado por la distorsión fantasiosa de la realidad y entonces crees que lo que tienes que hacer es insistir más porque sientes que estás a punto de lograrlo.
Siempre crees que estás a punto de lograrlo.
Tu ilusión alimenta más ilusión y te vuelves adicto a la persona que estás persiguiendo.
¿Cómo salir de ahí?
Reconoce y acepta la realidad.
Esa persona no te ama, o no te conoce bien, o te necesita por alguna razón o te tiene miedo, pero no te ama.
Esto es especialmente cierto cuando ya te dijo que no quiere nada contigo (con palabras o con acciones).
La prioridad debería ser que te enfoques en otras áreas de tu vida que actualmente hayas abandonado.
Amigos, familia, trabajo, salud física y mental, entretenimiento, etc.
Cuesta mucho acallar a las voces obsesivas que te obligan literalmente a hacer todo eso que haces; pero si no las puedes controlar, sí puedes buscar evitar hacer lo que te dicen.
Busca ayuda si sientes que no puedes más.
Recuerda:
La obsesión te pide sacrificios y que renuncies a todo para dedicarte sólo a ella.
El amor te da vida, la obsesión te la quita.