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2024-12-23 00:03:40

¿Te sientes perdido en tu propia relación?

Para todos los que llevan meses sintiéndose estancados y perdidos en su relación, les decimos cómo identificar qué está pasando y sobre todo cómo mejorar y cambiar.

enero 11, 2022

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
TW: @marioguerra

Las relaciones de pareja necesitan de habilidades y trabajo continuo para mantenerse, pero al final el balance debería ser satisfactorio; es decir, sentir que lo que hacemos y damos vale la pena por lo que se construye para satisfacción de ambos. Pero cuando en el fondo no se siente que es así, cuando en apariencia todo está “bien”, solo porque no está “mal” y dejamos pasar el tiempo, puede que nos vayamos sintiendo perdidos en donde deberíamos encontrar claridad. ¿Qué está pasando contigo y tu relación?

¿Qué es sentirse perdido dentro una relación?
Es estar en una relación de tipo romántico con otra persona y vivir con un sentimiento de desconexión afectiva entre ambos y la sensación de que lo que haces es sobrevivir dentro de esa relación sin sentir que tenga un rumbo o la posibilidad de un final satisfactorio. La sensación de vacío y desesperanza real es lo que predomina aquí

¿Cómo podemos identificar esta situación?
Una relación estancada.
La relación parece llevar un rumbo positivo; pero simplemente está ahí como a la deriva.
No están tan mal, pero no estás bien.
Especialmente ante los ojos de la familia y la sociedad en apariencia sean la pareja ideal, pero quizá sólo tú sabes que no es así.
Los intentos de reparación no funcionan.
Tu pareja parece no preocuparse por eso.
Hay promesas de cambio que no suceden.
Porque de lo que se trata no es de cambiar nada, sino de apaciguarte, al menos por un tiempo.
Hay abierta negación y a veces hasta hostilidad.
Como cuando te dicen que estás loca, que no hay ningún problema y que el problema, en todo caso, eres tú.
A menudo hay luchas de poder, caracterizadas por discusiones repetidas y sin resolver, ya sea sobre un solo tema recurrente o sobre numerosas cosas triviales.
Hay indiferencia.
Quizá esta es de las respuestas más dolorosas porque es como si tú, y tus problemas, no existieran o su existencia fuera ruido de fondo dentro de la vida de la otra persona.
Sientes que no puedes ser tú.
Porque has cedido demasiado.
Porque si tratas de expresar un poco de individualidad a menudo eres ignorada, minimizada, juzgada o criticada.
Esto puede ser a través de comentarios directos (“ya vas a empezar”) o indirectos o hasta sarcásticos (“bueno, es que la reina quiere todo…”).

¿Cómo caemos en esta situación?
De tu lado:
Tienes una idea idealizada o equivocada del amor, como cuando piensas que el otro vivirá para ti, que tú debes vivir para el otro o que el amor es sacrificio.
Por ejemplo, es normal querer complacer a nuestro ser querido y pasar gran parte de nuestro tiempo juntos, pero el amor maduro no te pide abandonar tus actividades personales, otras relaciones ni renunciar a tu vida.
Relacionarte bajo los ideales del amor romántico te hace muy frecuentemente pasar por alto el comportamiento inadecuado de tu pareja y centrarte sólo en el sentimiento o la atracción física.
Además, puede que tu autoestima no sea muy buena, y entonces lo que sea que otro te de, afectivamente, te parece una recompensa y entonces no debes quejarte y agradecer que al menos tiene eso.
Quizá esto te haga estar un tanto desesperado por tener o mantener una relación y entonces bajas tus estándares y desactivas los límites.
De parte de tu pareja:
Generalmente te topas con una persona que quiere tener una relación, pero no para vincularse realmente con el otro, sino para obtener la estabilidad que la relación le da.
Puede ser de tipo social, para tener compañía o hasta para formar una familia y sentir que se ha cumplido con uno mismo, la sociedad o la familia.
Vincularse emocionalmente con otra persona implica intimidad y vulnerabilidad y si eso atemoriza a tu pareja, hará lo que sea necesario, así sea anularte o mantenerte con cierta distancia afectiva, para sentir que así mantiene su seguridad y autonomía.
Y no es que esto sea así, pero la persona así lo siente y probablemente esto empezó en su infancia; cuando interpretó o aprendió que ser vulnerable y dependiente era inseguro.
El paso del tiempo:
Suele ser un proceso lento, donde poco a poco vamos cediendo parte de lo que somos o lo que queremos por evitar la pérdida.
Es como ir perdiendo lentamente la identidad o la libertad, porque defiendes algo que no es tuyo o que ni siquiera está ahí.
Este es el mayor riesgo, que va sucediendo de manera gradual.

¿Por qué cuesta ponerle un alto a esto?
Precisamente porque la negación alienta la esperanza de que un día las cosas cambien.
Como estar en esa relación cubre para ti una necesidad, temes perderla y entonces cualquier pequeña señal te da esperanza.
Porque las cosas no están tan mal y, posiblemente por factores culturales, no actuamos hasta que ya no hay remedio o el mal ha avanzado mucho.
Y a veces, si se llegan a estos extremos, nos hemos hecho tan dependientes del otro que ya no podemos actuar.
Porque se suele vivir esto en soledad.
Es probable que muy pocas personas, si no es que nadie, conoce exactamente tu sentir y la situación real de tu relación. Y esto pasa porque no lo cuentas y dejas que otros crean en tu propia fantasía.
No pocas veces se tiene la fantasía de que si se rompe una relación así, los vínculos familiares se van a desmoronar, seremos visto como los “malos de la película” y nos dejarán todos de querer, lo que ocasionará algo peor a lo que se vive en la actualidad.
De sentirte mal dentro de una relación con un vínculo disfuncional a sentirte mal por quedarte en total soledad, parece lógico que optes por lo primero.

¿Cómo impacta en tu vida?
Si te quedas
En este caso corres el riesgo de convertirte en una entidad vacía, sintiéndote no sólo en profunda insatisfacción, sino impotente y con ansiedad y hasta en riesgo de depresión.
Acumulas culpa , ira y resentimiento, pero no necesariamente contra tu pareja, sino contra ti misma por haberte quedado ahí.
Cuando te vas
Después de la ruptura te sientes aún más perdida, porque en el proceso de estar en esa relación quizá te alejaste de familia o amigos o, incluso, como dejaste que creyeran que tu relación era “perfecta”, ahora ya no sabes qué decir o cómo explicar que nunca lo fue o las razones para salir.
Como si tuvieras que convencer a alguien o tener la aprobación de los demás para ser libre.

¿Qué hacer?
Intenta reparar
Si en este momento estás con una pareja, puedes hacer un último intento de hacerle saber tu sentir, pero no lo hagas desde el reclamo, porque es probable que le hagas sentir vulnerable y se porte defensivo.
Trata de hacerlo reconociendo las cosas que están bien, pero también señalando las que te gustaría que cambiaran.
Haz la propuesta de empezar a trabajar juntos, aunque de momento tu pareja no vea un problema evidente e invítale a explorar posibilidades.
Reconocer la realidad
Si lo anterior no funciona, o en este momento no estás en una relación, quizá es hora de mirar lo que no has querido ver…
Abandona ya la fantasía de que puedes cambiar a tu pareja.
El cambio comienza en el interior y si tu pareja no ve problema no va a cambiar.
Puedes perder años de tu vida en este intento por vivir tú también en una negación defensiva.
Si te quedas en una relación inadecuada para no perderlo todo, es posible que ya lo tengas todo perdido.
¿Cómo haces espacio para otra cosa si no sueltas lo que no está funcionando?
¿Cómo encender la hoguera si te pasas soplándole a las últimas brasas en vez de buscar más leña para calentarte?
¿Será que no te sientes capaz de encontrar más leña?
¿Será que ya no te sientes capaz de encender un fuego nuevo?
Actuar en consecuencia.
Si tu pareja se cierra a todo intento de mejora, busca mejorar tú.
Frecuentemente nuestra pareja cambia en respuesta a nuestro nuevo comportamiento y límites más claros.
Pero si no fuera así, al final si inviertes en ti vas a sentirte mejor y más fuerte, porque habrás crecido en el respeto hacia ti misma.

enero 11, 2022