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Truenes post San Valentín ¿cómo superarlos?

San Valentín puede traer sorpresas. Aprende por qué muchas parejas terminan y cómo evitar padecer el truene.

febrero 18, 2025

¿Cuántos tuvieron o han tenido un San Valentín del infierno? Mario Guerra, nuestro rockstar del amor, nos viene a decir las razones por las que esta celebración se puede convertir en un batallar. 

Les vamos a dar unos consejos para que entiendan las razones por las que truenan en San Valentín y qué pueden hacer para no padecer este abandono. Tomen nota y acuérdense que «todo pasa y no pasa nada».

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¿Por qué tronamos en San Valentín?

La cosa está así: el 14 de febrero es una fecha en la que muchas parejas deciden formalizar su amor… y otras tantas deciden que hasta aquí llegaron.

Es como un Black Friday de las rupturas, pero invertido: con gente «aprovechando» para soltar lo que ya no funciona. Y si a eso le sumamos el ghosting, esa práctica de evaporarse sin dejar rastro (como cuando desaparece un calcetín en la lavadora, pero con consecuencias emocionales más profundas), el saldo emocional del día puede ser más rojo que las rosas que nunca llegaron.

Pero, ¿por qué nos duele tanto una ruptura? ¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando alguien nos deja de hablar sin explicaciones? Hoy lo vamos a destapar.

Lo que no te dicen de las rupturas

Prepárate para algunos datos que te van a sorprender sobre lo que realmente sucede cuando una relación truena en San Valentín:

  1. El día después de San Valentín, las búsquedas de «cómo terminar una relación» se disparan un 40%. Parece que ver tantas muestras de amor en redes sociales hace que muchos se cuestionen su propia relación.
  2. El rechazo social activa las mismas regiones cerebrales que el dolor físico. Esto fue demostrado en un estudio publicado por Kross y su equipo, explicando por qué una ruptura puede dolernos literalmente.
  3. Tu cerebro experimenta algo similar al síndrome de abstinencia. La Dra. Helen Fisher y sus colaboradores descubrieron que cuando pasamos por una ruptura, nuestro cerebro se comporta como si estuviera en rehabilitación. La adicción al amor es real, y cuando nos «cortan el suministro», nuestro cerebro entra en un estado similar a la abstinencia.
  4. Los niveles de cortisol y adrenalina se disparan durante una ruptura, generando un estrés prolongado que puede afectar tu sistema inmunológico. Esto explica por qué algunas personas se enferman después de terminar una relación significativa.
  5. Diversos estudios en el campo de la neuropsicología han documentado que durante el proceso de duelo emocional, muchas personas experimentan alteraciones temporales en su memoria a corto plazo. Si notas que últimamente te cuesta concentrarte o se te olvidan las cosas pequeñas, tranquilo – es parte del proceso natural de adaptación del cerebro ante la pérdida.
  6. La comunidad científica ha identificado un fenómeno interesante en el proceso de duelo romántico: las«experiencias sensoriales post-ruptura». Es esa curiosa capacidad del cerebro para recrear vívidamente sensaciones asociadas con la persona ausente – desde percibir su perfume hasta escuchar su risa. No es que estés perdiendo la cabeza, es tu cerebro procesando la pérdida de manera multisensorial. 

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A ver, ¿quién se identifica?

A quién le ha pasado algo como esto:

  • Planear el 14 de febrero con una cena romántica… y que el plan termine en un maratón de series con un bote de helado como único acompañante. Bonus points si el helado era del sabor que le gustaba a tu ex.
  • Recibir un mensajito casual de tu ex justo el 13 de febrero, como quien no quiere la cosa, pero con la sutileza de un elefante en una tienda de cristal. Ese clásico «¿Cómo has estado?» que llega con más timing que un comediante profesional.
  • Haber sido dejado en visto después de una conversación que parecía ir perfecta, como cuando tu WiFi se cae justo en la mejor parte de la película.
  • Y la peor: que desaparecieran de tu vida sin una sola palabra, como si te hubieran contratado para una película de suspenso en la que el villano es el silencio y el ghosting el guionista principal.

Si te ha pasado algo de esto, bienvenido al club. No tiene membresía, pero todos aquí sabemos exactamente lo que se siente estar en la sala de espera emocional.

¿Por qué duele tanto?

Cuando alguien decide desaparecer de nuestra vida, especialmente sin explicación, se activa lo que podríamos llamar el «Departamento de Teorías Conspirativas Emocionales» en nuestro cerebro. Este departamento tiene tres divisiones principales:

  1. La División de Replay Infinito: Se encarga de reproducir cada momento, cada mensaje, cada interacción, buscando señales que no vimos. Como si fuera un detective que analiza la escena del crimen emocional una y otra vez.
  2. La División de Guiones Alternativos: Especializada en crear mil versiones diferentes de «¿qué hubiera pasado si…?» Es ese equipo creativo que trabaja horas extra imaginando todos los finales posibles, excepto el que realmente sucedió.
  3. La División de Autosabotaje: El departamento experto en convertir «no contestó mi mensaje» en «nunca seré suficiente para nadie». Trabaja 24/7 transformando el silencio ajeno en crítica personal.

Lo que realmente sucede es más simple pero igual de complejo: algunas personas prefieren desaparecer que enfrentar la incomodidad de una conversación honesta. Es como salir de puntillas de una fiesta aburrida, pero en versión relación. El problema no es siempre personal – a veces es el reflejo de alguien que nunca aprendió a manejar los finales.

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Señales de que estás avanzando (aunque no lo sientas)

La fase del desapego digital:

  • Ya no es lo primero que revisas al despertar.
  • Puedes ver sus historias sin que te afecte (o mejor aún, ya ni las ves).
  • Los recuerdos digitales te provocan más nostalgia que dolor.
  • Empiezas a construir nuevas memorias sin necesidad de documentarlas.

La etapa de la perspectiva renovada:

  • Puedes hablar de lo sucedido sin que tu voz tiemble.
  • Empiezas a ver los problemas que antes ignorabas.
  • Reconoces que algunas «banderas rojas» eran más bien carteles de neón.
  • Agradeces algunas lecciones aprendidas.

El momento del despertar social:

  • Te das cuenta de que hay más personas interesantes a tu alrededor.
  • Recuperas el interés en actividades que habías abandonado.
  • Empiezas a hacer planes sin considerar «qué pensaría» esa persona.
  • Te sorprendes riendo genuinamente con nuevas experiencias.

La fase de la reconstrucción identitaria

  • Redescubres partes de ti que habías olvidado.
  • Tomas decisiones basadas en tus deseos, no en complacer a otros.
  • Empiezas a ver la soledad como espacio de crecimiento.
  • Te sientes más fuerte y capaz de manejar futuras situaciones similares.

El arte de cerrar ciclos (aunque la otra persona no coopere)

El cierre no es algo que nos dan, es algo que construimos. Aquí hay algunas formas de crear tu propio final:

Ritual de liberación:

  • Escribe todo lo que querías decir pero no pudiste.
  • Crea un ritual significativo para ti (puede ser tan simple como quemar ese papel).
  • Establece una fecha límite para dejar ir las preguntas sin respuesta.

Reescritura de la narrativa:

  • Identifica qué historia te estás contando sobre lo sucedido.
  • Reconoce qué partes de esa historia te están limitando.
  • Crea una nueva narrativa que te empodere y te permita crecer.
  • Encuentra el aprendizaje en cada capítulo, incluso en los más dolorosos.

Proyecto de reconexión:

  • Reconecta con personas que habías descuidado.
  • Explora nuevas formas de relacionarte contigo mismo.
  • Construye conexiones más auténticas y profundas.
  • Aprende a validar tus propias experiencias sin necesidad de aprobación externa.

El arte de la redirección mental

  • Cada vez que tu mente vaya al «¿por qué?», redirige a «¿qué sigue?».
  • Transforma la energía del análisis en planes de acción.
  • Convierte cada momento de extrañar en una oportunidad de autoconocimiento.
  • Desarrolla nuevos intereses que siempre quisiste explorar. 

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El mensaje que deben de tener siempre 

Si alguien desapareció de tu vida sin avisar, como dije antes, no te obsesiones con la pregunta «¿por qué?», mejor responde «¿y ahora qué sigue para mí?». No hay duelo más desgastante que el que nunca tuvo una despedida, pero también hay algo liberador en aprender a cerrar nuestras propias historias sin esperar que el otro regrese a darnos la moraleja.

Así que si este 14 de febrero te dejó con más preguntas que respuestas, tal vez sea momento de empezar a dártelas tú mismo. Porque cuando alguien decide irse, a veces lo mejor que podemos hacer es sostenernos la puerta… y caminar hacia un nuevo capítulo donde somos tanto el autor como el protagonista de nuestra historia.

Mario Guerra. Tanatólogo, conferencista y Business Coach.

TW: @marioguerra / Web: marioguerra.mx / FB: Mario Guerra

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