Rebeca Muñoz
Pionera como Mind Coach. Creadora del método de “Dietas conductuales” en el proceso de Coaching. Actualmente es Dir. De Programas de Habilidades Humanas en Formación Ejecutiva Empresarial. 20 años de experiencia en Recursos Humanos. Experta en temas de: Inteligencia emocional, liderazgo, establecimientos de objetivos, etc.
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El desorden causa confusión, la confusión causa malestar y el entrar en un círculo vicioso como éste, causa toxicidad emocional, pagando costos que hay que pagar.
Para poner orden hay que segmentar, es el inicio del orden.
Segmentar: Dividir, clasificar y después ordenar por común denominador.
1. Segmentar y documentar nuestros “buenos propósitos” por los roles de vida que tenemos: Familia, Pareja, Profesional, Social y Personal.
2. Identificar el qué quieres, cuáles son los temas que tienes pendientes, si no sabes que quieres, comenzar a hacer conciencia de lo contrario, es decir, que es lo que hoy NO te gusta de tu vida y tu entorno, con qué te sientes incómodo en cada uno de tus roles.
3. Especificar lo más claro posible qué es lo que quieres alcanzar, utilizando el método de “Traducción”.
4. Recordemos que de un Objetivo se derivan actividades que se deben de realizar para poder llegar a cumplir. El ser lo más descriptivo posible en esta tarea, será de mucha utilidad para dimensionar el objetivo.
5. Estipular fechas que sean reales y prácticas, ya sea de inicio o término de la actividad.
¿Cuántos objetivos son recomendables? Los menores posibles por rol de vida, el avance es poco a poco, no es la misma forma de establecer objetivos operativos en el ambiente de trabajo donde se ponen 8 o 10.
El establecer pocos ayudará a que sientas ligereza en la carga de trabajo, es más factible que se alcancen, eso da la sensación de logro, lo cual impulsa a querer trabajar más y alcanzar.
Por esto es muy importante documentar todos los “buenos deseos” que se tienen y los dejemos en el cajón de “pendientes” y cuando alcancemos los dos objetivos ya establecidos, iremos a éste cajón por más, previa depuración, porque en ocasiones lo que se quiere o se cree querer puede modificarse.