¿Cuáles son los hábitos de las parejas tóxicas? ¿cómo saber si eres una? y ¿cómo evitar los errores que te llevarán al fracaso? Aquí te contamos.
La vida de pareja raramente se deterioran de un día para otro. Es el desgaste sostenido -como la oxidación de un metal que es paulatina vero irreversible- el que debilita tanto y estropeando la relación.
Este proceso de deterioro generalmente es imperceptible para las parejas. Al igual que una enfermedad silenciosa –como la diabetes, o la presión alta- muchas veces no dan síntomas muy palusibles – a diferencia de un infarto por ejemplo -pero pueden ser mortales.
10 HÁBITOS DE LAS PAREJAS TÓXICAS
Se critican continuamente. Ocurre cuando existe un ideal de vida de pareja o un cúmulo de necesidades personales no resueltas que les hace reflejarse permanentemente que no son suficientes el uno para el otro.
Pero además, el malestar, aún siendo algo necesario y válido de ponerse sobre la mesa- se reclama de manera totalizante a la persona del otro. La crítica tiene en la base la falta de aceptación y la necesidad de cambiar al otro. La crítica continua genera frustración y desmotivación.
“Tú y yo somos uno mismo”. La necesidad de fusión impide que los miembros de la pareja tengan identidades separadas. Se exigen ser “su amor, su cómplice y todo” –como diría Benedetti- decantando a una relación de fusión, dependencia, incluso posesión. que termina por asfixiar y marchitar.
La imposibilidad de desarrollar gustos, intereses, opiniones, deseos, valores individuales habla de una relación demasiado cerrada, con un gran temor a la diferencia y a la pérdida, con angustia de la separación que impide el crecimiento. Este hábito cierra puertas de crecimiento porque impide la expansión personal y la aventura.
Escalan entre ellos. Buscan tener la razón siempre que hay que decidir algo o resolver un conflicto. No hay escucha mutua sino una postura defensiva y ofensiva que impide la comunicación. Así, el que pierde siempre está listo para sabotear al otro y culparlo del fracaso.
Se cantan y cobran los “favores”. Si bien la relación de pareja es un intercambio para que sea de riqueza y crecimiento para ambos miembros de la pareja. Cuando se lleva cuenta –incluso económica- de lo que se ha dado, y se echa en cara a la menor provocación, la pareja está en problemas.
No se apoyan mutuamente. No solo minimiza o invisibiliza tus problemas sino que te niega el apoyo en momentos de dificultad. Una de las razones de la pareja, además de disfrutar juntos es el apoyarse mutuamente lo cual refuerza el vínculo amoroso.
Pero en las relaciones tóxicas los miembros de la pareja ya no se ofrecen ayuda, o no la dan en el momento adecuado o bien dan lo que cada uno quiere y no lo que el otro necesita. Esto produce no solo decepción sino alejamiento y protección.
Control en cualquier presentación. La necesidad de controlar da cuenta de inseguridad y de la necesidad de asegurar a cualquier costo la permanencia del ser amado.
Ya sea el control de tus gadgets, de tu ropa, de tu dinero, de tus amistades, la idea de tener dominio el uno del otro habla de necesidad de posesión más que de intercambio de amor.
Actúan con desprecio. El desprecio es una actitud de superioridad de uno sobre otro. Lejos de ver con admiración a la pareja la miran con menosprecio, arrogancia y desconsideración. El desprecio frecuentemente se manifiesta con agresiones verbales, con omisiones, con burlas e incluso con abusos físicos.
Y no solo eso, sino que tienden a usar sus puntos más débiles para lastimarse. La pareja tiende a esperar del otro contención y comprensión, por eso se comparten vulnerabilidades en cuanto a la vida personal y familiar. Cuando alguno uso esas debilidades para atacar al otro es muestra de que ya no hay intención de darse un cuidado mutuo.
Evitación permanente. La distancia, diferencia y separación genera ansiedad, pero la apertura y la cercanía también. Por tanto los miembros de la pareja se evitan, impiden la conexión. Prefieren estar en sus cosas personales, desviar las conversaciones, hablar de trivialidades, incluso aburrirse que acercarse. Esto conduce a la experiencia de aislamiento y soledad en compañía.
Toman decisiones de manera unilateral. Ya no se considera al otro en los planes de vida, ni desde los momentos cotidianos, pasando por los gastos económicos, la vida social, los acuerdos monogámicos, hasta la planeación a futuro.
Se imposibilita el placer. Sexual y en las diferentes áreas de la vida.
Fuente: Tere Díaz. Psicoterapeuta, especialista en desarrollo personal
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