Mi querida Tere Díaz les explica la razón por la que no deben de aferrarse y aceptar cuando él dice que no.
Muchas mujeres heterosexuales consultan en terapia, o los verdadazos, con desesperación, y se meten en “camisa de once varas” porque desean que el hombre al que desean para ellas, les de el sí.
Y ¡duro y dale con la neceada y la persecución” ¿Pero que no ven claro, o no entienden, o no quieren entender que él no quiere? Eso sin decir las conversaciones, acciones y dramas “churriguerescos” que montan con el fin de insistir, no soltar, y hasta acosar.
CUANDO EL DICE NO, ES NO… PUNTO
¿Cómo entender este fenómeno y cómo explicarles a estas mujeres que ese no, también es no? A principios del siglo XX, las mujeres tenían que “hacer como si no” para mantener su reputación de mujeres respetables, esa cosita de “hacerse del rogar” para que no las consideren “facilitas”.
Si les gustaba un hombre, tenían que disimular y esperar a que él se acercara. Hoy las cosas han cambiado y cada vez más las mujeres toman la iniciativa cuando de ligar o iniciar una relación se trata.
Pero de eso a pensar que ellos también juegan a “esperame tantito” hay una gran diferencia. Los hombres, históricamente han tomado la inciativa en cortejar a una mujer, y sea la razón por la que sea, que no accedan a tal cortejo femenino, no es un “jueguillo temporal”, para echarle lechita al fuego, antes que decir que sí, es NO.
LO MISMO PASA CON LAS MUJERES
Este mismo caso, pero traspasado a aquellas mujeres que se saben autónomas emocionalmente e independientes económicamente, desarrollan la idea que ellos pueden “tenerles miedo” y además temer expresarles sus emociones para no ser lastimados, y por ello insisten. Y pues no, NO es NO.
Las mujeres, como “encargadas universales” del amor y los afectos, nos damos demasiada valía si amamos y nos aman, por lo que sea como sea, hemos de conquistar a quien queremos. Y además, pensamos que nuestro amor, por ser tan grande, podrá convencer al otro de que les convenimos y de que le conviene amarnos. No, el amor no lo puede todo, ni puede ser nuestro único proyecto de vida.
Nuestra sociedad patriarcal incluye aun hoy el imaginario de que el hombre, para ser “muy hombre”, siempre ha de estar disponible y “deseoso” sexualmente ante una mujer que se siente atraida por él. La creciente igualdad de género permite que los hombres asuman más su sexualidad y su vida emocional sin sentirse «menos hombres” o sintiendo que su masculinidad está en juego y por ello se sienten en la libertad de decir NO.
Las mujeres no deseamos el acoso masculino, lo nombramos, lo señalamos y en ocasiones, lo denunciamos legalmente. ¿Por qué cuando lo hacemos nosotras hacia ellos, sobretodo si estamos en situaciones de poder, no lo vivimos como abusivo?
¡Hoy tenemos la libertad para decir sí, cuando sí queremos. En la mayoría de los contextos sociales y más en las generaciones jóvenes, cuando alguien, ya sea un hombre o una mujer, quiere tener relaciones contigo, las tiene, y las disfruta.
¿QUÉ HACER SI PERDIÓ EL INTERÉS?
¿Qué puedes hacer cuando ni se acerca o se acercó pero ahora se aleja? ¡ASUMIR QUE PERDIÓ EL INTERÉS! Y recordar:
- Esto también pasará aunque duela. Siéntelo un tiempo y sigue adelante.
- Cuestiona en dónde te confundiste o perdiste para reconocer patrones de conducta, asimilar la experiencia y aprender de ella.
- Trabaja la obsesión. Habrá días de desespero y ganas de buscarlo, como droga, ve bajando “tu consumo” (en redes sociales, en hablar del tema con todo mundo, de buscar a su gente cercana, y ¡de buscarlo y perseguirlo por cualquier medio! Y menos de manipularlo y amenazarlo)
- Recupera tus balance emocional. Trabajando tu culpa, tu humillación, y tu frustración.
- No sueltes o construye un proyecto de vida. ¿Cómo era antes de conocerlo? Eso No intentes manipularlo para regresar contigo por medio de la culpa, el enojo o la agresividad.
- Pide apoyo terapéutico si no superas la “abstinencia”.
¿CUÁLES SON LAS MUESTRAS CLARAS DE INTERÉS?
Entre ellas se encuentran:
a) Se puede alejar pero te avisa, no se desaparece.
b) Muestra interés en ti. Te pregunta de vida, de tus actividades y de tu gente querida.
c) Comparte detalles de su vida contigo. No solo habla en monósilabos.
d) Lo puedes localizar si lo necesitas. No es una entidad virtual ( y a veces real) pero siempre fuera de todo contexto. Desconoces su trabajo, sus intereses, dónde vive…
e) Te presenta con su gente querida e importante.
f) Es, no solo sexoso, sino cariñoso y conectado.
g) Planea ciertas cosas a futuro contigo, sin dar “saltos cuánticos al matrimonio”, pero anticipa espacios, planes, sueños, a tu lado.
Y si dudas si sí o si no. ¿Qué puedes hacer? ¡Déjalo libre! Si vuelve, sin tu persecusión y se planta con determinación, es que sí. Si le interesas, querrá pasar tiempo contigo a la mañana, al mediodía y a la noche. Tú mereces mucho más que un revolcón de vez en cuando. A menos que él sea muy bueno en la cama, y sea lo que tú buscas también.
Fuente: Tere Díaz, psicoterapeuta, especialista en desarrollo personal y terapia de pareja. Lee su más reciente libro ¿Cómo identificar a un patán?
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