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El dinero y el poder en la pareja

Les tengo noticias: La independencia económica no es garantía de autonomía. ¿Ustedes han usado el nivel económico para manipular a su pareja?

septiembre 27, 2018

Tere Díaz
Psicoterapeuta, especialista en desarrollo personal
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EL SEXO OCULTO DEL DINERO
• A pesar de todas las conquistas en términos de igualdad de género, persisten con plena vigencia las condiciones psicosociales que mantienen a las mujeres marginadas del poder económico y aprisionadas en mandatos inconscientes que limitan su autonomía.
La independencia económica no es garantía de autonomía
• Muchas mujeres que ganan dinero no tienen la libertad para gastarlo como quieren, por restricciones externas o por mandatos internos.
• Los finales del segundo milenio fueron testigos de los logros obtenidos por mujeres en pos de abrir caminos hacia la adquisición del dinero (y con ello hacia la independencia económica) sin embargo falta mucho para que las mujeres se vivan en esa igualdad.

Son muchos los comportamientos femeninos que muestran eso, pero por obvias razones, nadie se da cuenta. Ejemplos:
• La dificultad para reclamar dinero o concretar cobros
• La inhibición para poner precio a los servicios profesionales
• La incomodidad y desazón por ganar más que el varón
• La derivación en los hombres cercanos (maridos, hijos, padres, hermanos, etc.) De las inversiones de envergadura o decisiones relativas a dinero (cuando se trata de mucho dinero), incluidas las herencias y negocios familiares
• La dificultad para reconocer como propios y hacer uso de los bienes conyugales
• Los sentimientos de culpabilidad por usar dinero en beneficio propio
• La confusión o desconcierto cuando se habla de mucho dinero, como si fuera importante o algo “inferior”
• Sentirse al margen de la administración de los grandes bienes familiares que van más allá de la “canasta familiar”
• Pena y pudor al hablar de dinero, como si cobrar fuera de “prostitutas”, y como si el mandato del amor materno, conyugal, e incondicional contradijera la faceta económica de la vida y del trabajo “altruista” de las mujeres
• Estos comportamientos son cualquier cosa menos “naturales”. Los conflictos que generan están en la base de la identidad del género: es una lucha que se entabla entre lo que se supone es una “buena femineidad” y las prácticas llamadas “especulativas y frías” del dinero
• Decir mujer, es evocar actitudes “femeninas”: tolerancia, dulzura, comprensión, entrega, altruismo, incondicionalidad y abnegación
• Es aquí donde el dinero entra a escena, cayendo como una piedra que rompe la tranquilidad femenina porque, además de ser un recurso de poder, el dinero es, en nuestra sociedad, un medio idóneo para satisfacer las apetencias de los seres humanos
• Es así como el hecho concreto de manejar dinero, defender intereses económicos, y ser explícito con las propias ambiciones se convierte en una mancha porque es dejar de ser una madre “incondicional”, “altruista” y “abnegada”
• Resulta comprensible, entonces, que muchas mujeres hayan podido abordar el ámbito público y ganar dinero empujadas por sus anhelos de libertad y favorecidas por los cambios sociales, pero aún no pueden legitimar al interior de su propia subjetividad, el derecho a usar el dinero con autonomía.

El lado B del amor, les decimos todo lo que nadie les dijo

La distribución del poder que se encuentra en una familia de clase media es particularmente interesante:
“Los niños son míos”, dice la esposa, “y el dinero es tuyo”. Esto implica que la mujer considera a los niños como su propiedad, y que puede ejercer su poder sobre y a través de ellos.
• En estos casos la mujer se convierte en “la reina de la familia”; ella controla toda la parte interna de la familia, mientras que el hombre tiene poder sobre el mundo exterior y sobre las finanzas.
• Así, EL DINERO EN LA PAREJA ES ALGO MÁS QUE UNA CUESTION ADMINISTRATIVA. Es hablar de poder, desmitificar el amor, desnudar ideologías, despertar fantasmas y destapar resentimientos.
• El poder se hace más palpable con la administración del dinero, su disponibilidad real y la toma de decisiones. No ofrece la misma satisfacción ni los mismos grados de libertad administrar los dineros «pequeños» que los dineros «grandes». Quien detenta la disponibilidad real del dinero está en mejores condiciones para imponer su voluntad si así lo desea.
• Sin embargo, la disponibilidad del dinero no supone automáticamente ejercer el poder, sino contar con el recurso que lo posibilita. Por el contrario, la indisponibilidad sí coloca automáticamente a un sujeto a merced de la voluntad del que dispone.

TÁCTICAS DE PODER EN LA PAREJA A TRAVÉS DEL DINERO
• El dinero es un arma. Aquellas mujeres que han llegado a concebir el dinero como tal, aprendieron de sus propios maridos que el dinero podía ser utilizado para imponer la autoridad por la fuerza, incluso instalando la violencia.
La metodología del “goteo”
• Consiste en no dar nunca más dinero que el estrictamente indispensable; hacerlo efectivo después de que surge la necesidad y se pide ser satisfecha. Esta técnica se fundamenta en la convicción de que el otro, muy a menudo la mujer, es un individuo sin capacidad organizativa por lo que se le debe proteger igual que a los niños.
Las tarjetas de crédito
• Las tarjetas de crédito reemplazan al dinero. El titular es el que tiene, puede y sabe, y quien hace “extensivo” el uso de la misma a familiares directos del titular.
• En la categoría “adicional” hay más mujeres que hombres. El titular no debe rendir cuentas más que así mismo, pero quien utiliza la “extensión“ tiene que rendir cuentas al titular lo que establece una condición de dependencia.
El dinero que las parejas esconden
• Gran cantidad de mujeres tienen una marcada tendencia a esconder dinero. Necesitan reafirmar el sentir de “este dinero es mío”.
• El dinero que esconden es el dinero insignificante, el que puede pasar inadvertido por ser reducido dentro del presupuesto general. Necesitan “separarlo” pero les da disponibilidad económica.
• Esta disponibilidad es vivida como un pecado que es necesario ocultar y la vive inconscientemente como transgresión.
• Es una autonomía no legitimada sobre la cual no tienen que rendir cuentas. Los hombres, así, tienen el beneficio de controlar el dinero grande, pero aceptar que sus esposas esconden dinero se convierte en la válvula de escape que evita explosiones.
• Es una práctica femenina de autonomía engañosa porque, además de ser “pequeño”, es el dinero “negro”, cuyo blanqueo también atrapa a las mujeres en justificaciones.

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El presupuesto un gran alcahuete
• Una pareja funciona según un contrato que a menudo es implícito. En ese contrato se incluye la distribución de tareas y responsabilidades, como también el permiso para disponer de los beneficios económicos.
• Algunos aspectos frecuentemente ignorados en la confección del presupuesto general es que contribuye a la desigualdad. Es posible observar con frecuencia que las mujeres presentan muchas dificultades para plantear (¡¡no ya concluir!!) proyectos personales en el presupuesto. Suele haber una idea preconcebida a creer que los proyectos personales -sobre todo si son propuestos por mujeres- son proyectos “egoístas”, que distraen las energías que toda “buena mujer” debería concentrar en la realización de aquellos exclusivamente familiares a relacionados con los maridos e hijos.
• Habría por tanto que traducir en términos económicos ciertas actividades imprescindibles: la tarea domestica; cuidado de los hijos (además de los ancianos y enfermos). Ninguna de estas actividades es contabilizada en los presupuestos familiares ni nacionales.
• Son invisibles porque son actividades gratuitas, y no son consideradas como trabajo. Nuestra cultura tiende a valorar como trabajo sólo aquel que recibe una paga. Todas las demás actividades entran en la categoría de hobbies o de “expresiones de amor”. Pero, las actividades domésticas en general son trabajo.

Ejemplo: Ex marido a una ex esposa: “¿No te da vergüenza ponerle precio al tiempo que dedicas a tu hijo?” Lo que no dijo es que mientras su exmujer se ocupaba de llevar y traer a su hijo, para lo cual debía reducir propio trabajo remunerado, él continuaba con sus actividades sin atentar contra sus ingresos.

“Amarás al prójimo como a ti misma”… no más que a ti misma
• Cuando una pareja cree compartir “incondicionalmente”, se trata en realidad de que alguno de los dos se acomoda a las necesidades y exigencias del otro.
• En general las mujeres se acomodan a las necesidades familiares.
• Las entregas altruistas, generalmente femeninas, tienen un costo que tarde o temprano exige compensación. Además, también pretende imponer un modelo que plantea la incompatibilidad entre amor (incondicional) e interés (rentabilidad).
• La palabra Interés tiene un sentido peyorativo cargado de prejuicios. El interés otorga algún rédito con beneficios. Pero cuando el interés está asociado de alguna manera con las relaciones afectivas surge el conflicto de que buscar un beneficio es lo contrario del amor, concebido como una entrega incondicional.
• La etiqueta de “interesado” tiene gran censura además de la culpa que genera a nivel psicológico. Así surge la disyuntiva de entregarse al amor incondicional resignando los intereses personales, o bien intentar legitimar estos últimos a expensas de la pérdida del amor.

Cosas en las que se tienen que fijar para que se saquen 10 en cooperación

La existencia de “otro” poder
• Para los hombres, la vergüenza, el pudor o la culpa en relación con las ambiciones de poder son sentimientos más bien ausentes. Los hombres reconocen en el dinero al poder, lo explican y lo toman como punto de partida de toda reflexión válida sobre dinero. Las mujeres postergaban el tema del poder, lo omitían o encubrían detrás de otros temas supuestamente “muy femeninos”, como sus vínculos con los padres, las relaciones afectivas con sus parejas, las modalidades de interacción con los hijos, los sentimientos de culpa frente a las ambiciones económicas o el pudor que rodeaba los temas del poder relacionados con el dinero.

• “A los hombres hay que dejarlos seguir adelante porque, total, las mujeres hacen lo que quieren“. Es un poder que se ejerce entre bambalinas, donde se manejan hilos sutiles para hacer que los hombres satisfagan los deseos de las mujeres.

• Los recursos que están en juego en esta dinámica son derivados de los sentimientos, de los afectos, de la contigüidad corporal, del erotismo. Estos recursos no cuentan con un espectro amplio a la influencia, pues se aplican con quienes se tiene un vínculo directo.

• Es un poder que sabe a hogar y que fatalmente reedita comportamientos de sumisión en los que quedan atrapados tanto quienes lo ejercen como quienes lo padecen. Dicho de otra manera: es el poder que no cuenta con la legitimación del reconocimiento social, como le sucede, contrariamente, al poder público.

Nadie duda de que el dinero se presta maravillosamente a ser utilizado como instrumento de poder en virtud de la presión y el control que es capaz de ejercer. Lo mismo sucede con los reproches, aun cuando éstos no tengan la misma materialidad palpable que el dinero. Usar los sentimientos de culpabilidad como recurso de poder suele formar parte del llamado “poder oculto” que se atribuye a las mujeres, muchas de las cuales lo utilizan.

septiembre 27, 2018