Tere Díaz
Psicoterapeuta, especialista en desarrollo personal
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• Vivimos en un mundo patriarcal que siempre ha favorecido el status masculino. Aun así, y con todas las prerrogativas de género que tienen los hombres, hoy más que nunca vemos la figura del varón “des idealizada” por una desesperanzadora realidad que nos deja ver lo poco que han crecido en términos de madurez integral desde que las mujeres empezaron a irse “por la libre” en cuestiones de autoconocimiento, educación y autonomía.
• Es común escuchar a muchas mujeres quejarse de los “hombres”, observar a muchos niños reclamar la presencia adulta y amorosa de un padre y a otros tantos hombres decepcionarse entre ellos y de ellos mismos. ¿De qué va este estancamiento masculino que tiene a hombres, mujeres e infantes desencantados?
• Si bien las relaciones humanas –de pareja, de trabajo, de amistad- vienen de un modelo jerárquico de mujer dominada hombre dominante, las mujeres llevamos tres generaciones mejorándonos a nosotras mismas migrando de la subordinación al poder masculino a una autonomía. Atravesamos con esta transformación una situación crítica en la cual los grandes confundidos y pasmados son los varones.
¿Ustedes sabrían reconocer a un patán? Escuchen y aprendan
¿Cómo entender la dificultad masculina de migrar también a una postura que esté a la altura de las mujeres más desarrolladas?
• Sobra decir que estar en un lugar de privilegio donde “per se” su valía estaba dada, hace que los hombres tengan que hacer un particular y primer esfuerzo por mirarse, autoevaluarse e impulsar el propio cambio.
• Acostumbrados a ocupar, por el simple hecho de ser varones, un lugar con prerrogativas, hoy que éstas se desquebrajan ante el trabajo de igualdad de género, no tienen claro por qué ya no “merecen” ciertas ventajas que incluso se veían como propias de su condición ni gozan de derechos “propios” de su “naturaleza” masculina.
• Tales concesiones de género, ahora las han perdido, algunas por siempre y otras tienen que “ganarlas”, merecerlas, trabajarlas. Basta mencionar alguna crucial en términos de pareja: el no tan lejano “débito conyugal”.
• Así, la mayoría de los hombres se encuentran desorientados y desencantados, despojados de sus antiguos privilegios y sin caminos claros para la redefinición de su rol.
• En respuesta a estos cambios algunos de ellos, los menos, han asumido su condición de iguales con las mujeres y han trabajado en la construcción de una masculinidad integral que sin negar sus deseos, intereses y valores, sume con la fuerza femenina y facilite el encuentro con los y las otras.
• Otros cuantos, queriendo moverse de una añeja postura de poder, pero sin entender –ni aceptar- con claridad el cambio han intentado la adopción de una postura “feminista”, muchas veces poco entendida ni adaptada a su condición de hombres que los deja intentando, generalmente con poco éxito, una adaptación.
• La mayoría, sintiéndose despojados de “lo que les pertenecía”, se muestran prepotentes, lo cual los lleva a actuar de manera incompetente, incluso, a ser impotentes. Sobra decir, que estos últimos en particular, pero todos en general, requieren ante la actitud superadora de la mujer, humildad de sí mismos.
• Si bien este devenir social referente a la lucha por la igualdad de género con su consecuente lento pero sostenido debilitamiento del patriarcado favorece la gestación de infinidad de hombres inmaduros, existen otras causas que contribuyen a su encumbramiento.
• Las personalidades evitativas o dependientes, el estilo de afrontamiento ante los problemas, el tipo de crianza –en principio machista, sobreprotectora o permisiva- son otros factores que dificultan a los hombres transitar de la infancia y adolescencia a la madurez.
Estos son los ingredientes corrosivos que dañan una relación
De aquí surge el término Peter Pan, acuñado por Dan Kiley en 1983 que se refiere al hombre que eternamente se comporta como un adolescente y se niega a posicionarse como un adulto a cargo. En los “Peter Pans” se observa un claro desfase entre su edad cronológica y su madurez afectiva.
Este “síndrome” se caracteriza por las siguientes alteraciones
Alteraciones conductuales:
• Centrados en sí mismos
• Necesitan mucha atención
• Pedir y recibir
• No aceptan responsabilidad, se excusan ante sus fracasos culpando a otros
• Criticar
• Donjuanescos sin compromisos o incapacidad de seducción
• Con frecuencia impulsividad y estallidos.
Alteraciones psíquicas:
• Baja autoestima (sensación de incompetencia y poca valía personal)
• Inseguridad y falta de confianza en sí mismo
• Depresión y ansiedad
• Miedo a la soledad
• Miedo al compromiso pensando que les resta libertad
• Insatisfacción de quienes son, de lo que tienen y de cómo los tratan
• Dificultad de reconocimiento y expresión de sentimientos.
Cómo saber si lo urgente es tomar terapia y ya luego lo demás
Solución ¡Madurar!
• ¿Qué es madurar? Capacidad de auto observación, auto conocimiento y auto crítica, tolerar la frustración, posponer la gratificación, humildad, hacerse cargo de los retos básicos de la vida (sufrimiento, relaciones, ganarse la vida), autonomía económica y emocional.
• Ser maduro no significa ser aburrido, ni perder el entusiasmo y gusto por el placer propio de los niños, sino saber gestionar los deseos con los deberes, aprender asimilar las experiencias (aprender del error y disfrutar los logros).
¿Qué caracteriza a los hombres que resultan más atractivos a las mujeres?
• Aquellos que tienen la capacidad de mejorarse a sí mismo.
• Mientras las mujeres sigamos invisibilizando también los privilegios de género y posicionándonos sumisa y subordinadamente favoreceremos el síndrome de Peter Pan. ¡Dejemos de comportarnos como Wendy!