Tere Díaz
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• Una vez encontrado el amor, es raro no desear que sea ETERNO. Y está bien, un buen amor puede durar mucho, ¿quizás siempre?
• Pero el deseo de querer sostener a toda costa una relación de pareja y de no perder por ninguno motivo al ser amado, puede llevar a conductas y actitudes que generan “hijos perversos” productos de ese amor.
• Y al decir “hijos perversos” nos referimos a esos comportamientos extraños, insidiosos, perturbadores, que desvían el sentido de acompañamiento, del juego, del intercambio, del genuino crecimiento y del disfrute que produce una buena relación.
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Querer compartir todo (Tu y yo somos uno mismo). Hoy se espera que una persona nos dé lo que antes nos daba toda una tribu.
• Esperamos ser buenos amigos, buenos padres, mejores amantes, socios, cómplices….
Querer cambiar al otro: Las personas cambiamos cuando queremos y más frecuentemente cuando necesitamos hacerlo en tanto que la forma en que hemos venido procediendo no nos funciona más. Desear que la pareja cambie por nosotros, es eso: un buen deseo, una ilusión.
• Podrás llegar a acuerdos, a negociaciones, alcanzarás cierta aceptación de algunas conductas a cambio de algunos beneficios en la relación, no tanto más.
• Lo que sí puedes hacer en tu molestia es dejar el escenario amoroso – lo cual significa más un cambio tuyo que de tu pareja- lo cual cuestionará más profundamente al otro que tu insidiosa súplica de transformación.
• De ti depende terminar la relación si estás insatisfecha, pero cambiar a tu pareja ¡no!
Querer celar al otro: Hay personas a quienes les halaga que las celen, espero te cuestiones de dónde viene esta actitud si acaso presumes de ella.
• Otras hasta confunden el amor con los celos. Y sí, los celos se dan en el territorio del amor pero no son derivados del amor.
• Pensar que “celar es amar” es una idea romántica y errónea de quienes alimentan la creencia de que si su pareja no es “algo” celosa es porque no las quiere de verdad.
• Al principio ser celada o celar puede que tenga un toque de diversión o de interés pero al poco tiempo la vida amorosa se transformará en un infierno difícil de sobrellevar.
• El celoso elige poseer antes que amar; la posesión, nos sitúa en un mundo en el que una persona es un objeto para el uso de otra, lo que apenas le permite tener el poder y la autonomía que cualquier ser humano debe tener.
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Querer complacer al otro: A veces esperamos que la relación de pareja cure heridas de la infancia, obteniendo quizás la aceptación incondicional que de pequeños nos fue dosificada.
• Esta expectativa es válida y puede llegar a ser restauradora si la manejamos bien. Pero si nuestra necesidad de no ser rechazadas – con el fin de llenar vacíos psicológicos de antaño – es exagerada, tocaremos el extremo de minimizar o invisibilizar nuestras necesidades y de violentar nuestros límites por complacer a nuestra pareja y con ello obtener su aceptación total.
Quererse decir todo y saber todo del otro: Quizás uno de los mayores dolores de cabeza en las relaciones amorosas es el tema de las mentiras, con frecuencia antesala de las traiciones.
• Las mentiras suelen deteriorar la confianza: una pareja que no tiene un grado básico de confianza no logra subsistir.
• La mentira constante, manipuladora, agresiva, es símbolo de abuso, y de inmadurez.
• Sin embargo NO SE PUEDE andar en la vida a “verdadazos”, diciendo todo lo que nos conflictúa y preguntando TODO lo que nos genera ansiedad.
• Hay que ser sincero pero sensato: los amantes obstinados por la “verdad absoluta” convierten su búsqueda –a base de suspicacias, inquisiciones, y advertencias- en algo más importante que el propio amor y que la misma relación.
• Y es que el amor solo puede vivir en cierta reserva, en cierta ocultación, con algún grado de misterio.
• Quién pregunta mucho y quiere saberlo todo, más que amar, pretende vigilar, asegurarse, atenuar su ansiedad y a veces, a la primera oportunidad, castigar.
• La “verdad”, la entrega sin reservas, la confesión compulsiva, tratan de lograr una defensa contra la soledad en esa fusión perversa que tiene buena prensa. Y puede ser digno buscar una defensa contra la soledad, pero eso es confesión frenética, no necesariamente amor.
¿Ustedes son controlados o controladores? Les aclaramos la duda
Querer que no haya problemas. Y por tanto evadirlos, minimizarlos.
• TODAS las parejas tienen problemas.