Tere Díaz
Psicoterapeuta
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• El miedo o la impulsividad difícilmente son buenos consejeros, sin embargo la rumiación constante del problema tampoco lleva a decisiones oportunas en tiempo y forma.
• Una de las características de la toma de decisiones en esta situación es el “ir y venir” permanente entre de quedarse o irse de la relación: la fuerza de las decepciones y emociones experimentadas se cruza con los argumentos que da la razón y se entra en una espiral que dificulta tomar cualquier decisión.
¿Qué sí es eficaz para recorrer este camino de duda y definirse hacia alguna dirección?
1. Reconoce tu malestar, no te auto engañes y acepta que estás en una encrucijada amorosa.
• No la minimices, pero tampoco la maximices, sólo dale cabida. Reconoce que experimentas una ambivalencia entre pasar menos tiempo con tu pareja, y entre no quererla soltar.
2. Detecta el ciclo de la indecisión. Este comienza con un momento de calma seguida por una lenta acumulación de tensión y malestar.
• El enojo y la insatisfacción acumulada explota en una discusión o crisis. Después de la explosión puedes sentir remordimiento y miedo, seguidos por otro periodo de cuestionamiento “¿me voy o me quedo?” el cual disminuye con el tiempo hasta que regresa de nuevo la rutina. Al poco tiempo se vuelve a acumular tensión e inicia de nuevo el ciclo.
3. Deja de sumar y restar lo “bueno y lo malo” de la relación en tu balanza mental. La evaluación constante en tu mente es un autoengaño de que estás haciendo algo por encontrar la respuesta, el ciclo de la indecisión termina repitiéndose, aumentando el distanciamiento y la ambivalencia en la relación.
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4. Cuestiona qué es importante para ti, cómo quieres vivir, qué valoras tanto en tu vida que no podrías renunciar a ello, qué puedes y qué no puedes hacer, a qué estás dispuesto a renunciar y a qué no.
• Distinguir lo que es realmente valioso para ti (más allá de la infidelidad y de lo que hace o no hace tu pareja), te permitirá clarificar lo que quieres conservar y lo que quieres cambiar.
5. ¿Qué necesito hacer para vivir como quiero? Distingue qué depende de ti para que esos requisitos “sine qua non” estén en tu vida y qué depende de tu pareja.
• A veces no queremos dar los primeros pasos para satisfacer nuestras necesidades y esperamos que sea el otro quien adivine y llene nuestras carencias. Nos da miedo
6. El aburrimiento y la “sequía” No se necesita ni volver a atravesar una infidelidad, ni llegar a aquellos extremos para reconocer que no vale la pena una relación. Quizás ya no te entusiasma compartir con tu pareja.
• Las personas con el correr del tiempo crecemos y cambiamos y a veces las relaciones amorosas pierden su razón de ser.
• ¿Ya lograste el objetivo que te planteaste al unirte con esa persona? Tal vez fue salir de casa de tus padres o crecer profesionalmente, quizás formar una familia o bien construir un patrimonio.
• Si la historia que te unió a tu pareja ya no existe -por la razón que sea- hay que actualizar la relación con una nueva historia compartida, o bien dimensionar la infidelidad, honrar lo vivido y saber decir adiós.
• Una relación pobre es como llevar un lastre a cuestas. Sin ser peligrosa, cabalga por el territorio del aburrimiento, la falta de entusiasmo y la poca diversión.
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7. Valora las opciones que tienes hacia delante y amplia tus posibilidades de elección. No tienes que actuar de manera radical salvo que tu integridad esté en peligro o que tu interior tenga claro – incluso de tiempo atrás – lo que quieres hacer. Si no estás seguro, camina paso a paso y recuerda que tienes más de dos opciones frente a ti:
a. Quedarte en la relación. Sin evadir tu malestar sino buscando caminos de mejora y solución.
b. Separarte temporalmente para ver si algo se transforma en la relación y después volver.
c. Separarte para constatar que nada se transformó en la relación y después terminarla.
d. Separarte y descubrir que quieres continuar con la persona pero cambiando el formato de la relación (vivir en casas separadas o rehacer acuerdos económicos, por ejemplo).
e. Por último, romper definitivamente, con divorcio incluido.
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8. Ten un plan de acción. Sea cual sea la decisión que elijas, diseña una ruta crítica de lo que tienes que ir haciendo para recorrer el proceso que te acerca a una clarificación. Recuerda que los planes son para cambiarlos si al avanzar en el proceso obtienes información que no tenías al inicio.