Tere Díaz nos explica ¿por qué la gente se casa menos? y ¿por qué tenemos una idea extraña del amor y cómo nos afecta?
Si andan con la duda sobre porque la gente se casa menos, les vamos a explicar algunas razones, cómo hacerle para que el matrimonio dure y tengan una relación de pareja.
¿Qué onda con los matrimonios en el mundo y en México?
De acuerdo con los números del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los matrimonios en el país se han reducido en un 20.6 % en los últimos diez años porque pasaron de ser 571 mil bodas en el año 2011 a ser 453 mil durante el año 2021, lo que significa que son 118 mil uniones menos en 10 años.
Por otro lado, los divorcios aumentaron con un 64.8 %, en el mismo periodo, pasando de ser 91 mil a 150 mil. En el 2021 aproximadamente el 30% de los divorcios se dan en matrimonios de más de 20 años de casados, seguido por los que tenían una duración entre uno y cinco años.
Para 1980 en EU el 6 % de las personas de 40 años no se habían casado nunca. En 2021 ese porcentaje subió al 25 %. En 2006, el 50 % de los adultos jóvenes valoraban casarse si querían pasar el resto de su vida juntos. En 2020, sólo el 29 % lo pensaba así.
En 2017 se realizó la encuesta “Formas de convivencia en la CDMX”con una muestra representativa de 20+ años:
- Sólo 50% de los solteros deseaba casarse “alguna vez” y las aspiraciones de matrimonio eran menores entre los divorciados y separados (sólo 33%).
- El deseo de matrimonio se concentró en el 75% de los jóvenes de entre 20 a 29 años.
- Entre los adultos de 30 a 59 años solo el 35% aspiraba a casarse.
En CDMX el matrimonio va decreciendo:
- En 2000 el 50% de las personas de 20+ estaban casadas. En 2015 solo el 41%.
- El descenso del matrimonio se concentra en los jóvenes: en 2000 en el grupo de 20 a 29 años el 29% estaban casados y para el 2015 bajó a 13%.
¿Por qué la gente se casa menos?
La tasa de matrimonio está cerca del nivel más bajo en la historia. Menos personas creen que el matrimonio es de vital importancia. A diferencia de antaño, hoy casarse no es la piedra angular para construir una vida adulta, tampoco para vivir una relación amorosa. El matrimonio es hoy algo a lo que se puede aspirar, o no, después de haber llevado a cabo otros proyectos exitosamente.
¿Por qué casarse?
La mayoría de las personas hoy opina que lo que consolida una relación de pareja es el amor y no el matrimonio. Hay una diferencia entre la lógica del amor y la lógica del matrimonio. ¿Cómo es que tras siglos recorridos para transitar de los matrimonios concertados a los matrimonios elegidos por amor se llega a un malestar matrimonial rampante? Y por ello quizás ¿al temor al compromiso?.
Existe una contradicción inherente en la vida de pareja entre tener seguridad, y gozar de la pasión y la novedad. Esto nos obliga a reconocer las diferencias existentes entre los ingredientes que el amor requiere para sobrevivir y los ingredientes que necesita la institución matrimonial para sostenerse.
Sobra decir que ni uno ni otro es mejor o más deseable, simplemente son diferentes: tanto el amor como el matrimonio pueden ser oportunos dependiendo de lo que se espera de una relación, pero ambos y al mismo tiempo, son difícilmente conjugables y compatibles entre sí.
Diferencia entre el amor y el matrimonio
El amor es una relación, como tal se genera en el intercambio y la convivencia de los amantes. El amor lo construyen las personas que integran ese intercambio y no se somete a normas preestablecidas ni a reglas fijas.
Pertenece a una lógica intersubjetiva basada en la libertad, el cambio y la novedad; requiere de la igualdad para subsistir: implica posiciones de poder y de oportunidades parecidas que eviten la dependencia de uno y otro amante y que posibiliten la libertad y el intercambio creativo de identidades.
El amor requiere de cierta opacidad, de cierto ocultamiento y distancia: saberlo todo, asegurarlo todo y conocer de más, lo marchita, lo apaga… Así, en el amor se favorece lo privado, se estimula el erotismo y se integra una buena dosis de trasgresión a lo establecido y al orden social.
El matrimonio, por otro lado, es una institución y pertenece a una lógica social. Como institución está sometido a derechos y deberes: requiere normas claras, horarios, y usos y costumbres aceptadas.
Generalmente implica convivencia domiciliaria: compartir el mismo techo, la misma mesa, y con ello, hijos, familias, pericos, hipotecas y demás. Como institución, el matrimonio requiere certezas “totales”, una estructura clara –a veces desigual- con diferencias de roles, de actividades, de responsabilidades y funciones.
El matrimonio está basado en la certidumbre: se sabe qué pasará, con quién, cuándo, cómo y dónde, lo cual al tiempo que lo hace predecible y “seguro”, lo rigidiza en la rutina llevando a sus integrantes a la monotonía y a la saturación. El matrimonio está regulado por la ley: hay deberes a cumplir y derechos a exigir dejando poco margen a lo desconocido, a la implementación de nuevas normas y creaciones.
Es desde estas distinciones que podemos entender que el amor y el matrimonio requieren condiciones diferentes para existir. Cuando el amor se mantiene vivo, la pareja dedica más tiempo, energía y motivación a su relación sin dar tanta importancia al entorno social. Por su parte las parejas ya empobrecidas en su interioridad, se llenan de ruido – fiestas, hijos, compromisos, trabajo – para evitar el vacío que se impone a la hora del encuentro mutuo.
¿Por qué nos casamos menos?
Para abordar la disminución del matrimonio heterosexual, debemos prestar atención no solo a los aspectos cuantitavos en la formación de las relaciones sino a los aspectos cualitativos también. Si bien los factores a considerar respecto a posponer o no desear el matrimonio son:
- Vivimos más tiempo por lo que tenemos menos prisa.
- Dificultad para consolidar la autonomía económica y el éxito laboral.
- La anticoncepción que facilita la libertad sexual, y la libertad sexual que facilita el acceso a la vida erótica sin necesidad del matrimonio.
- El temor de perder libertad para vivir experiencias personales así como para conocer a más personas.
- El deseo de experimentar más en el terreno erótico, y en una sociedad de consumo y competencia, por qué no, “medir la valía personal” con el número de conquistas y experiencia erótico afectivas.
- El temor al fracaso, al abandono, a la infidelidad.
Pero hablemos algo de central importancia, la autonomía de las mujeres que pueden vivir sin un hombre, pero a la vez, un deseo profundo de vivir el amor, y muchas veces, el amor romático y la historia de la familia nuclear.
Por esta razón, muchas mujeres se esfuerzan activamente por encontrar una pareja amorosa, principalmente en sitios y aplicaciones de citas. La experiencia cualitativa de ellas termina en la frustración, el dolor y la decepción. Lo que reportan las mujeres de alrededor de 30 años incluye:
- Discriminación por edad en línea
- Dificultad de mostrar sus logros y “credenciales” para no intimidar a posibles candidatos
- Inconstancia de los hombres en sus intercambios porque se resisten al compromiso
En resumen…
¿Qué tenemos que hacer?
- Renunciar al amor ideal.
- Renunciar al enamoramiento admirativo propio de las mujeres.
- Buscar relaciones suficientemente buenas, no perfectas, no completas, pero no de sometimiento, manipulación y violencia. (De ambas partes)
- Elegir personas que si bien no han alcanzado del todo la madurez, acepten que no hay vuelta atrás y por tanto intenten evolucionar.
- Replegarnos en relaciones fraccionadas o elegir la soledad.
Fuente: Tere Díaz. Psicoterapeuta especialista en desarrollo personal y terapia de pareja. Autora del libro “¿Cómo identificar un patán?” y “¿Por qué nos mentimos si nos amamos?”, de audiolibro “El que busca encuentra, ¿cómo atraer y enamorar?, acaba de salir su nuevo libro “Navegando la incertidumbre amorosa” en coautoría con Mónica León.
IG: @terediazsendra / WEB: www.terediaz.com // Psicoterapia La Montaña con más de 90 especialistas: 55 78 32 87 78 o 55 15 57 01 99 // MAIL: contacto@terediaz.com
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