Tony Karam
Presidente y fundador de la Casa Tibet en México. Organizador de las visitas de Su
Santidad el XIV Dalai Lama a México. Lic. en Estudios Budistas por la Naropa University, Boulder
Colorado.
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Desde la perspectiva de la tradición budista una de las causas principales del dolor, sufrimiento, conflicto e insatisfacción por las que transitamos los seres humanos en la vida es la ignorancia y confusión que detona las aflicciones del apego y la aversión.
Por ignorancia comprendemos una crónica inhabilidad por parte del perceptor para decodificar y entender con claridad “la manera en que las cosas son” en oposición a la forma en que estas a nosotros comúnmente aparecen.
Una de las hipótesis de trabajo fundamentales de la filosofía budista es que las apariencias sensoriales en realidad no existen como a nosotros se presentan. Nuestra inhabilidad para establecer esta distinción opera entonces como la causa eficaz o esencial de nuestras dificultades y problemas cotidianos.
Comúnmente pensamos que el mundo (las apariencias que se presentan a nuestros campos sensoriales) determina nuestra experiencias, cuando es en realidad nuestra experiencia del mundo, naturalmente animada por la percepción subjetiva que del mismo tenemos, la que determina la conformación de nuestra experiencia.
Así a nosotros comúnmente lo transitorio aparece como permanente., lo compuesto como unitario, lo dependiente como autónomo, aquello ausente de identidad intrínseca como si estuviera dotado de la misma y por ende lo que carece de cualidades substanciales (positivas, negativas o neutras) como si las tuviera. Esta distorsión cognoscitivas opera como el detonante de nuestras principales aflicciones mentales y emocionales como lo son el apego, la aversión u hostilidad y la indiferencia.
En la psicología budista el apego se le define como la tendencia habitual y compulsiva de exagerar las cualidad positivas de objetos, personas, circunstancias o ideas; superimponer cualidades positivas sobre aquello que en realidad no las tuvo, tiene o tendrá; aferrarnos a este punto de vista equivocado concibiendo a la causa del apego como una fuente inherente de bienestar, placer o felicidad.
Para corregir este hábito aflictivo se practica el “desapego”.
¿Qué es el desapego?
Por desapego no debe entenderse expresión alguna de “indiferencia”.
El desapego se define simplemente como el hábito y estructura cognoscitiva opuesta al apego
La suspensión de la exageración de las cualidades positivas de objetos, personas, circunstancias o ideas.
La determinación de eliminar el proceso de proyección y distorsión de las mismas así como el entendimiento entorno al hecho de que estos diversos estímulos si bien pueden funcionar como causas cooperativas de nuestro bienestar, placer o felicidad no son las causas primarias de las mismas.
Ese rol lo juega entera y exclusivamente la mente o la consciencia del individuo.
Una aflicción recurrente en las personas es confundir el amor con el apego. No son lo mismo. Inclusive nuestra sociedad a menudo exige se respete esa fusión distorsionada. Si no hay apego se concibe, no hay amor.
El apego conduce siempre al dolor y el sufrimiento.
El amor es el reconocimiento del motor primario presente en todos los seres vivos de buscar y desear bienestar y felicidad así como identificar las causas genuinas que la producen.
El deseo y determinación de propiciar estos para uno mismo y los que nos rodean.
¿Como superan los budistas al apego? Al través de 5 estrategias contemplativas:
Meditación
Compasión
Interdependencia
Aceptación
Expansividad
Shantideva sabio y adepto budista Indio del s VIII:
“Pobres seres humanos se alejan de la felicidad y sus causas considerándolas sus enemigos mientras conciben a la infelicidad y sus causas como sus amigos.”