Les vamos a explicar qué onda con la forma en la que deben de hablarle a sus hijos y si es correcto infantilizarlos.
Muchas mamás me han preguntado sobre cómo se crea el autoconcepto de nuestros hijos, pensando que hay “algo” especial que debe hacerse al respecto, y en efecto, el autoconcepto se forma por múltiples factores. Y el principal es la manera cómo los padres y familiares cercanos les hablan y se refieren a él o ella. Ejemplo: “El chaparrito”, “La gorda”, “mi muñeca”, etc.
Las palabras importan, por eso es importante poner mucha atención a las cosas que les decimos a nuestros hijos y también lo que nos escuchan hablar, pues a través de las palabras ellos crean su identidad. Invitamos a Julia Borbolla para hablar más de este tema que nos tiene shocked.
Un niño forma su autoconcepto a través de las palabras
Un niño al nacer no sabe quién es, ni siquiera sabe cuál es su género y mucho menos su condición social. Todo esto lo va descubriendo a partir de lo que los demás le dicen, lo que escucha indirectamente y las comparaciones que va haciendo con la realidad.
“Que listo eres”, es una de las expresiones más comunes entre las mamás o las maestras que llegan directamente a la autoestima de un niño. Esta palabra antecede muchos conceptos que el niño va absorbiendo y haciendo suyos como verdades absolutas porque las escuchó de las personas que más ama o que admira.
Cualquiera pensaría que con sólo evitar hacerles comentarios negativos y decirles que son maravillosos, el asunto queda arreglado; sin embargo, los niños no son ciegos ni tontos y se van percatando del efecto que generan en los demás.
Saben si son simpáticos o si llaman la atención por su belleza o su inteligencia, y se dan cuenta también cuando están en desventaja, cuando no logran las mismas cosas que sus compañeros en la escuela, sus hermanos o sus primos. No podemos ni debemos meterlos en una burbuja para evitar que los lastimen y sabemos que los mismos compañeritos le dirán directamente si dibuja mal o si huele feo.
Solemos decir que los niños son crueles; pero la realidad es que sólo son sinceros y no han desarrollado aquello que elegantemente llamamos “pudor social”. El sentimiento de inferioridad surge cuando un niño cree que no llena las expectativas que sus padres y maestros tienen de él.
Entonces… ¿Qué hacer? Volver a lo esencial
A los valores tradicionales de una persona, como la honestidad, la valentía, el respeto, y a hablarles desde el alma. ¿Cómo? No des por hecho que tu hijo sabe que lo quieres, se lo tienes que decir y demostrárselo, no solo con caricias sino con interés en lo que le gusta.
Si vas a convivir con tu hijo es importante que él o ella no lo vivan como un favor que tu le haces, sino como un gusto que te das al estar juntos. Procura que tus elogios se basen en hechos concretos que él o ella ha logrado para que se den cuenta que es verdad y no solo lo dices por ser su mamá.
Cuando el elogio es mencionado indirectamente, surte mayor efecto, es decir, “se lo digo a la puerta para que lo oiga la ventana”. Se lo digo a mi amiga para que mi hijo lo escuche.
En psicología se usa esta estrategia a la que llamamos y tiene gran efecto porque significa externar con otros las cualidades o logros de alguien. Muchas de nuestras relaciones se establecen en triángulos y este en especial puede ser muy positivo o muy negativo.
Al ser poderoso puede influir en el autoconcepto de un niño para bien o para mal. Actualmente hay tantos modelos de identificación, de valores relativos y de materialismo, que a los niños ya no les queda clara la diferencia entre lo que es verdaderamente importante y valioso y lo que no lo es.
Esto ocasiona que no puedan centrar su propio valor dentro de una sociedad tan cambiante. Por otro lado, los apegos han cambiado y se han dirigido más a las cosas que a las personas, dificultando aún más la ubicación del amor propio y el amor a la propiedad.
Muchas mamás angustiadas intentan comprarles cosas de “marca” a sus hijos o juguetes de moda para ponerlos “a la altura” de sus compañeros, como un lenguaje que quiere decir “Me importas” “Tú vales”; pero ¿llega así el mensaje a través de las compras? Esta es una carrera sin fin, porque cuando obtienen aquello que todos tienen, surge algo nuevo que adquirir.
Es necesario centrarnos en las fortalezas reales de nuestros hijos, en sus habilidades y virtudes para hacérselas ver. Es necesario que sepan que su valor como personas radica en lo que son y no en lo que tienen.
No se trata de repetirles todo el día que son creativos o simpáticos. Los niños necesitan escuchar ejemplos concretos de cosas que ellos hicieron, por lo que se nota que son todo eso que dice mamá. “Me di cuenta lo cariñoso y paciente que fuiste con tu abuelita” , “Este dibujo te salió muy bien”, sólo así lo entenderán y lo hará suyo.
Evitar falsos halagos. Si has descubierto las fortalezas de tu hijo no necesitarás alabarlo por algo que no es, pues de igual manera se dará cuenta. Separa conductas de conceptos, es decir, una conducta es cantar y un concepto es ser cantante. Libera a tus hijos de conceptos que no puedan avalar y mejor ensalza sus conductas. Si lo haces ante terceros tendrá un mejor efecto.
Pon a tus hijos en situación de éxito. No les pidas algo que de antemano sabes que no lograrán porque ellos no tienen el criterio para distinguir sus limitaciones de aquello que no pueden realizar porque son pequeños o porque no han alcanzado el suficiente nivel de desarrollo. Es importante que los niños vivan logros, pequeños triunfos que les den confianza básica y a partir de ella quieran ser mejores.
Acércale libros para su edad, juguetes que pueda manipular, actividades a su nivel y poco a poco ve subiendo el nivel de exigencia sin presionar. El simple éxito hará lo demás, porque nadie abandona algo que le está saliendo bien.
La autoestima se forma de amor y respeto. El amor, seguramente ya lo tiene desde el momento en que te interesa su bienestar. El respeto se refiere a ir a su ritmo, a respetar sus preferencias y habilidades, para que después de probar el éxito el niño quiera entrar en otros campos, en nuevas experiencias porque se saben capaces.
5 conversaciones que debes permitir que tu hijo escuche cuando estás hablando
Deja que te escuche resolviendo problemas. Ejemplo: ¡No podía encontrar mi bolsa por ningún lado! Estaba tan preocupada. Así que seguí buscando y llamando, y me di cuenta de que lo había olvidado en casa de mi mamá.
Deja que te escuchen hablando cosas positivas sobre ellos. Ejemplo: “¡María estuvo increíble en su clase de danza el día de hoy! Incluso cuando ella tropezó y calló, siguió adelante, nada la detuvo. Se veía muy orgullosa”.
Deja que te escuchen lidiando con tus emociones. Ejemplo: “Estaba tan enojada hoy. Quería gritarle a todo el mundo. Hasta que dije en voz alta ¡ESO FUE TAN FRUSTRANTE!, y luego respiré”.
Deja que te escuche disculpándote / pidiendo disculpas. Ejemplo: “Juan, lo siento mucho. Sé que estuve de muy mal humor esta mañana. Eso no fue justo. ¡Te amo!”.
Deja que te escuchen poniendo límites. Ejemplo: “No puedo jugar hasta que no haya tomado mi café de la mañana. Podré jugar en unos minutos ya que mi café esté listo”.
Fuente: Dra. Julia Borbolla. Psicóloga. Creadora de los proyectos Antenas y Escudo de la Dignidad.
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