Raissa Somorrostro
Psicóloga
Tiene 22 años de experiencia en práctica terapéutica con niños, adolescentes y familias. Es co-directora de Inspiring Girls México, una organización que pretende motivar a niñas y jóvenes a no dejarse detener por los estereotipos de género para vivir su vida con pasión y libertad.
TW:@rsomorrostro
WhatsApp: 55 5413 7348
Sobre la empatía
La empatía es una habilidad socioemocional: nuestras neuronas espejo, que están en la amígdala, una de las partes más primitivas del cerebro, reaccionan ante las emociones de otras personas. Y esto lo podemos ver hasta en bebés, que copian las mismas expresiones de las caras que los rodean, ahí, están reflejando emociones. Incluso, según estudios mencionados en Psychology Today, los bebés de 18 horas de nacidos reaccionan a otros bebés que lloran.
Nacemos con la capacidad de ser empáticos, pero se aprende a serlo.
No es un proceso sencillo, pues va más allá de reconocer las emociones de otros,
¿Cómo le ayudo a mi hijo a ser más empático, primero con su propia familia y las circunstancias?
Lo primero es tener empatía nosotros con ellos. Niños y niñas están pasando momentos difíciles también con el encierro, el cambio de rutinas, las noticias que oyen, las preocupaciones adultas y quizá hasta un contacto cercano con la enfermedad y la muerte.
Después de informarnos a través de fuentes confiables, debemos atender con respuestas concretas y certeras sus dudas y preguntas.
Necesitamos ayudarles a superar sus miedos, ansiedades o preocupaciones desde la tranquilidad y la confianza.
Los adultos debemos mantenernos en control, si no podemos, pide un relevo temporal (tu pareja, una abuela, un tío, cualquier adulto de confianza) o date un descanso para relajarte antes de acercarte a tu hijo o hija.
Hay que ser sensibles tanto a lo que dicen, como a lo que se guardan. Como padres y madres observadoras, podemos captar sutilezas que son pistas de que algo se quedó en el tintero o que sigue sintiéndose incómodo aunque sus labios digan que ya está bien.
Hablar, hablar y hablar es la clave para procesar emociones complicadas o dolorosas. Los niños y niñas que son más reservados o tímidos pueden requerir de algunos distractores/promotores.
Los juegos de mesa ayudan a relajarlos y a que se les suelte la lengua.
Otra opción es proveer de materiales no verbales para expresiones emocionales: cuentos, papel y pinturas, masa para moldear… Nunca califiques sus producciones artisticas, mejor pregunta qué es y cómo se sintió haciéndolo.
Para fomentar conducta empáticas con la salud de los demás, podemos empezar a establecer rutinas en casa para seguir fácilmente los mecanismos de prevención del contagio. Las rutinas generan certezas. Por ejemplo:
Lavarse las manos al entrar, siguiendo la técnica correcta;
Si usan cubre bocas reusable, lavarlo todas las noches;
Tener en casa suficiente gel desinfectante y llevarlo a cualquier lado al que se tenga que salir.
Existen varias estrategias que pueden ayudan a fomentar la empatia:
Una de ellas es presentar a nuestros hijos e hijas situaciones de vida diferentes. Mostrarles desde pequeños que ellos no son la medida de todas las cosas y su familia o su comunidad tampoco. Conocer otras culturas, otras religiones, otros pensamientos, son la entrada natural a la empatía.
Nombrar las emociones. Por ejemplo al ver a nuestro hijo frustrado podemos decir: “eso que sientes cuando no obtienes lo que quieres se llama frustración” o “Fuiste muy solidaria al invitar a ese niño a jugar contigo y tus amigos”. Si tu repertorio es limitado, busca listados de emociones en internet e intenta usar las palabras más adecuadas para describir lo que sientes.
Hablar de nuestras propias emociones como parte de las pláticas cotidianas. Por ejemplo: “Esta mañana en el trabajo me he sentido muy orgullosa de una idea que tuve para hacer más ágiles las reuniones, me hizo sentir bien que mi jefa reconoció que podríamos aplicarla”. No solo contar anécdotas sino asociarlas a sentimientos.
Enseña a tus hijos a reconocer que las expresiones faciales contienen las pistas más importantes para detectar emociones y que el tono de voz, la postura corporal y otros elementos complementan esa información. Una correcta interpretación de las facciones los hará más empáticos.
Haz énfasis en cómo su comportamiento puede afectar las emociones de los demás. Por ejemplo: ¿Te diste cuenta de que tu papá se sintió muy agradecido cuando le ayudaste a lavar el coche?