Ya hemos escrito mucho sobre los distintos papeles que jugamos los padres en la vida de los críos, de cómo los educamos y cómo los vamos formando con lo que les decimos, con lo que les demostramos y con lo que aprenden a través de nuestro comportamiento.
Hoy quiero hablarles del blindaje, hace unas semanas platicaba con un grupo de amigos en mi casa sobre las cosas que nos dijeron nuestros padres y que se quedaron para siempre en nuestras vidas, que se han convertido en parte importante de nuestra estructura de pensamiento y de actuación. O sea, de como operamos nuestra existencia.
Así pues, como ya hemos hablado de los decretos parentales negativos, también existe el blindaje, les explico. Del mismo modo que cuando a un niño se la pasan diciendo que es flojo o grosero, él crecerá pensando que eso es. ¿Se acuerdan de “dile a tus hijos que son lo que tú quieres que sean”? ¿Qué pasa cuando les repites cosas amorosas y positivas? Los blindas.
Por ejemplo, si desde que es un bebé, le enseñas que tiene derecho a expresarse, que nadie, ni tú, lo pueden maltratar, que merece ser tratado con amor, respeto y cuidado, cuando entre a la escuela será muy difícil que permita ser un niño buleado. Cuando sea adolescente difícilmente aceptará relaciones de abuso en su contra y se asumirá lo demasiado valioso como para ponerse en riesgo con amigos o novios.
Cuando sea un adulto sabrá y sentirá, porque lo ha experimentado en su propia vida, que no necesita ser tratado mal para conseguir amor, para que alguien quiera estar a su lado ni para agradarle a ninguna persona. ¿Se imaginan cómo sería hoy su vida si sus papás hubieran cuidado esa parte?
Y así cómo en el ejemplo de la pareja lo mismo pasará cuando se trate de perseguir sus metas, de luchar por el trabajo o profesión ideal y no aceptará que nadie le haga creer que debe estudiar una carrera para asegurarse un futuro. Sabrá que los todo se alcanza y que vale la pena luchar por lo que uno quiere.
Estoy segura de que como mamás y papás conscientes, uno de nuestros mayores sueños es formar a niños felices, si bien todo esto nunca podrá ser una garantía de que ya tengan todo resuelto, sí nos puede dar mayor confianza de que tendrán más y mejores herramientas para enfrentar las situaciones que la vida les ponga enfrente, porque sin importar posición social o nivel educativo, la confianza y el amor con que los eduquemos serán las bases con la que ellos vivirán el mundo.