Seguramente muchos de los que están leyendo esto a lo mejor no tienen una relación con su papá, o en el pasado ha sido una relación muy difícil y muy complicada. Otros tienen una relación muy cercana y emocionalmente muy íntima con sus papás, pero no importando cuál sea su circunstancia, algo que he aprendido en estos años haciendo radio con especialistas increíbles, es que al final, no importando lo que haya pasado, si algo tenemos que agradecer a nuestros papás, no importa cómo hayan sido, es que nos dieron la vida.
Por eso quería tomarme este momento para celebrar a todos los papás, al mío y a los de ustedes. Tómense un momento para verdaderamente honrar, agradecer y celebrar a quienes nos dieron grandes lecciones, sean cuales sean y piensen qué es lo que quieren llevarse de ellos con ustedes.
Creo que si de algo padecen nuestros papás, es de tiempo con nosotros, todos tenemos vidas bien complicadas, llenas de cosas, llenas de responsabilidades y de obligaciones. Apartar un momento de la semana, una noche, el fin de semana, para estar con tus ellos, sentarse a ver una película que les encante puede ser un gran regalo y no necesariamente tiene que ser el día del padre, puede ser un viernes después de la oficina.
Y es que pienso que nuestros papás, y, sobre todo, los que tenemos papás ya en los 75, en los 80, en los 85, necesitan esos momentos de conexión y ayuda. Y ese podría ser otro gran regalo del día del padre, el darles órden en la casa, en el refrigerador, el patio, en la comida, en la cobacha, ese garaje o esa zotehuela que está llena de cosas y que no tiene, a lo mejor, ni energía ni fuerzas para arreglarlo. Siempre he creído en el agradecimiento y hacer esto es un gran gesto para nuestros papás por todo lo que hicieron por nosotros cuando éramos chiquitos.
Otra cosa que debemos de saber es que sin importar cuántos años tengamos y no importa lo bien que nos vaya en la vida, siempre nos verán como sus hijos y lo más probable es que nuestros papás, aunque sean grandes, sabios y maduros, les seguimos preocupando, por eso creo un regalo del día del padre muy especial es la calma. Calmar esa angustia que puedan tener sobre nuestras vidas buscando el consejo o apoyo emocional para poder salir adelante, pregúntenles ¿qué harías con esta o cual cosa? ¿Cómo ves este negocio? ¿Debería de estudiar de nuevo? Esos consejos y puntos de vista que, aunque no lo parezca, nos van a acompañar toda la vida.
Y hablando de emociones, otro de los grandes regalos que les podemos dar a nuestros papás es la paciencia. Lo más duro para un hijo es darte cuenta que tus papás no son invencibles, no son los héroes que creciste creyendo que eran. Con la edad, tuya y de ellos, te vas dando cuenta de su fragilidad y de que al final son personas, antes de ser papás. Y como nos vamos haciendo viejos, nos vamos volviendo más vulnerables, mucho más frágiles, mucho más necesitados y ahí entra a paciencia. Chéquense este dato muy curioso: La gente mayor busca el acercamiento a través de la repetición de sus historias y de la nostalgia, vuelven a revivir momentos que fueron muy importantes en su vida o lo que les está pasando en estos momentos. Si perdemos la paciencia podemos perder mucho de esos recuerdos con nuestros papás, así que si les cuentan algo 20 veces, les vuelven a repetir la misma anécdota, el mismo chiste o lo que hicieron la semana pasada, un gran regalo es fingir que nunca lo habían escuchado.
Con la edad y seguramente nos va a pasar a todos, llegas a un punto en donde empiezas a sentirte irrelevante, en donde empiezas a sentir que no eres necesario y que no eres necesitado. Un gran regalo del día del padre es hacerles sentir que importan, que pueden ayudar, que pueden seguir aportando, eso les da un gran sentido de valía y de propósito, pega directamente en la autoconfianza, en hacerlos sentir capaces, en que todavía pueden, en que son importantes y relevantes para sus hijos y para la gente a su alrededor.
Protejan la autoestima de sus papás, su autoconfianza y háganlos sentir de verdad importantes. Déjenlos compartir tiempo con los nietos, dejen que los consientan, que disfruten de sus nietos como disfrutaron de ustedes y si su infancia no fue la mejor o sienten que no fue el papá que tenía que ser, dejen que reparen la relación que tuvieron con ustedes a través de sus nietos.
Y es que todos los hijos tenemos que entender que, probablemente, nuestros papás están en su época de cerrar ciclos, de cerrar la vida. No tienen el privilegio que tenemos nosotros que somos más jóvenes de componer lo que hicimos mal, de corregir lo que pudimos haber hecho mejor y de cambiar las cosas.
Les queda seguramente muy poco tiempo y creo que nosotros como hijos, si verdaderamente hacemos un esfuerzo por hacerles sentir a nuestros papás que su hoja de balanza está bien, que lo que han hecho por nosotros fue suficiente, si les hacemos sentir que estamos en paz y reconciliados con lo que nos dieron y con lo que no nos dieron, con lo que hubo y con lo que no hubo, creo que les estamos dando una gran oportunidad para descansar.
Y por último, y probablemente sea el punto más difícil, quiero pensar que muchos de ustedes han tenido temas complicados con su papá y que hasta la fecha es una relación dura y complicada, muchos de ustedes no han visto a su papá o no han hablado con él en años.
Entonces, el punto más difícil para ustedes es el perdonar, perdonar entendiendo que al final los papás que tuvimos eran los papás que nos tocaban tener para aprender las lecciones que en esta vida venimos a aprender y entender que nuestros papás hicieron lo mejor que pudieron con las herramientas que ellos tenían.
Acuérdense que nuestros papás vienen de otros papás, que vienen de otros papás y que el linaje y el sistema familiar se va heredando de generación en generación. Y al final, nuestros papás nos pudieron dar lo que tenían y que seguramente, dentro de sus posibilidades y de sus capacidades físicas, emocionales y mentales, estoy segura que hicieron lo que mejor pudieron. Y sobre todo, nunca olviden lo que hemos aprendido en estos años de grandes lecciones con grandes maestros: “El perdón no es para nadie más que para uno”.
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